Si en general estoy sorprendida por el camino que están tomando algunas cadenas, que se desvían de sus perfiles habituales impulsadas por la aparente gran demanda de ficción que existe últimamente, USA Network es uno de los casos que más descoloca. Tras los screening de alguno de sus próximos estrenos (‘Queen of the South’, ‘The Colony’) y de ver el primer episodio de ‘Mr. Robot’, me tiene totalmente despistada.
Choca especialmente en este caso porque es la cadena más vista del cable básico, y sus procedimentales en general blanquitos pero muy entretenidos y efectivos le suelen funcionar estupendamente. Pero el panorama está cambiando, y está claro que no se quieren quedar atrás. Pretenden sumarse a esa lista de proveedores de ficción arriesgada, diferente, interesante y, en definitiva, memorable. Y sin duda es el caso de ‘Mr. Robot’, drama que por fin estrena tras haber publicado online el primer episodio –está claro que sabían que tenían buen producto.
¿De qué va?
‘Mr. Robot’ está protagonizada por Elliot, un joven administrador de sistemas que trabaja para una empresa de seguridad cibernética. Es algo asocial, pero muy bueno en su trabajo y con un sentido de la justicia tan desarrollado que vive sumido en un constante y profundo descontento con la humanidad. No puede evitar poner su granito, y por la noche es un hacker justiciero que aplica sus conocimientos informáticos en perseguir a aquellos que considera que hacen el mal. De hecho, en la primera secuencia vemos cómo destapa a un pedófilo y lo entrega a la policía.
El Mr. Robot del título es Christian Slater (¡el cancelaseries!), quien se pone en contacto con él de una forma algo inusual para mostrarle el grupo de activistas que lidera; grupo que quiere acabar con la democracia y el capitalismo tal y como lo conocemos. Y, cómo no, quiere empezar por la mega-corporación maligna E-Corp, para que Elliot trabaja.
¿Por qué hay que verla?
Lo que estoy a punto de decir es alto secreto. Hay un grupo poderoso de personas ahí fuera que secretamente dominan el mundo. Hablo de tipos de los que nadie sabe nada. Tipos que son invisibles. El top 1% del top 1%. Tipos que juegan a ser Dios sin permiso. Y ahora, creo que me están siguiendo.
Sólo tenemos un episodio para juzgarla, pero no hace falta más para establecer que ‘Mr. Robot’ es reconfortantemente actual en su temática y placenteramente sorprendente en su forma. Lo primero, porque trata temas, polémicas y debates relacionados con la tecnología que están a la orden del día, como es la privacidad en la red, la vigilancia por parte de los gobiernos, el ciberacoso, la crisis financiera global, delitos informáticos, etc.
Es un tema denso y complejo, pero Sam Esmail (creador) lo administra y presenta de forma muy efectiva y estimulante gracias a la otra gran cualidad de ‘Mr. Robot’, la forma. Como comentaba hace unas semanas en mi un análisis más elaborado para Xataka, los ecos a ‘El Club de la Lucha’ son fuertes.
Un narrador interesante del que no te puedes fiar
Contamos con un protagonista crónicamente deprimido, drogadicto, paranoico y antisocial a través del cual, de su voz en off, se nos lanzan mensajes pesimistas y antisistema. El estilo visual apoya la cualidad de narrador no fiable de Elliot con una atmósfera gris, con un hábil montaje errático y con una forma de mostrar los hechos que siempre tiene un halo onírico y confuso. Es difícil distinguir qué está en la cabeza de Elliot y qué no. Es difícil ver la verdad sobre Tyler Durden.
Esta característica en la forma lleva a que el personaje principal esté muy bien dibujado, conecte con nosotros (Rami Malek es vital en esto) y queramos entenderle, pero también conlleva que los personajes secundarios sean menos potentes e interesantes, ya que están al servicio absoluto de Elliot; son casi una herramienta. De hecho, es especialmente loable cómo gracias a las mujeres de su vida (la psicóloga y la amiga de la universidad y compañera de trabajo) nos presentan al Elliot más identificable y más humano.
Cuando Elliot se topa con Mr. Robot y se plantea el objetivo de la serie, uno muy ambicioso que pretende hundir todo el sistema político-social-económico mundial (me quedo sin aire), entra un poco de canguelo de por dónde se moverán el resto de episodios y qué papel va a tener en ello el estilo visual y narrativo que ha elegido Esmail. Pero desde luego, este primer episodio invita a descubrirlo.
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