La quinta temporada de ‘The Vampire Diaries’ es la peor de cuantas se han rodado. No cabe duda. Costaba imaginar que una serie con tramas que avanzaban a la velocidad de la luz, que optaba por perfilar personajes muy extremos como Damon Salvatore y que centraba toda su carga emocional en un triángulo amoroso pudiese llegar tan lejos. Son más de cien episodios de giros, nuevos mitos sobrenaturales y tira-y-aflojas entre dos hermanos, y alguna vez se podía intuir cuando estábamos ante tramos flojos, irregulares y rellenos. Pero esta vez no se trató de una etapa, fue prácticamente toda la temporada.
Al principio de la temporada, que conste, creí que las energías se renovarían. Teníamos a Elena y Caroline en la universidad y este cambio de contexto podía servir para regenerar la historia. Sonará estúpido pero quería ver a estas dos amigas disfrutando de esta una nueva etapa, una que supuestamente les importaba mucho porque no querían que su naturaleza vampírica mermara sus sueños humanos. Y, si bien era necesario que cayeran maldiciones y muertos en su camino, también había una necesidad de hacerlo: ‘The Vampire Diaries’ a veces se centra tanto en crear tramas sobrenaturales que se olvida de alimentar las relaciones humanas que unen a todos los protagonistas.
Más allá del rival que tienen delante, del nuevo reto que se les presente, la serie debería tener el deber de mantener las relaciones frescas. En este aspecto, los primeros episodios parecían obedecer este principio. Se podía recordar porqué Caroline y Elena eran amigas: sus caracteres alegres, sobre todo el de la rubia, y sus continuas alusiones a una Bonnie fantasma recordaban hasta qué punto eran un trío de mejores amigas, esas de la primera temporada. Esto debería aplicarse también a los demás personajes y relaciones: es importante percibir porqué Elena se siente atraída a los dos hermanos, más allá de las dificultades, el vínculo fraternal entre ella y Jeremy, y el resto de interconexiones.
Trama, trama y trama
El arranque de temporada, no obstante, fue un espejismo. Pronto los guionistas cargaron esa nueva etapa de las mismas tramas de siempre: una organización secreta en la universidad y amenazas en Mystic Falls. Tenía que haberlas, sí, pero tampoco era necesario que dinamitase todas las posibilidades que daba la universidad, no hubiera ocurrido nada por mantener a los personajes más alejados (no es como si Jeremy, los Salvatore y Matt no pudiesen ir de visita cada dos por tres a la universidad).
Las tramas ni tan siquiera resultaron interesantes. Por ejemplo, el cautiverio de Damon junto a Enzo era un recurso barato, algo que se sacaron de la manga y que ni tan siquiera sirvió para crear un personaje complejo. Enzo es otro tipo medianamente atractivo y que, por más que vendan como el mejor amigo de Damon, no resulta creíble. Y, si hablamos de la mitología, se quedaron cortos: el laboratorio del doctor Frankenstein fue una amenaza que se quedó a medias y los travelers jamás han encajado como seres sobrenaturales. Son brujas de segunda y personajes de segunda.
Si estos retos se hubieran amenizado con lo comentado al principio, con un afán por alimentar las relaciones, probablemente hubiera salido una temporada apañada. Solamente hace falta ver lo poco que ha funcionado y cómo tiene que ver con el tratamiento de los personajes: la amistad de Stefan y Caroline, y el proceso de expiación de Bonnie, que se siente en deuda con sus antecesoras y el balance mágico de la naturaleza. Por esto, avanzar a base de giro y giro y giro no sentó bien y Katherine es un buen ejemplo. La posesión del cuerpo de Elena, más que vivirse como un golpe de efecto estimulante, se percibió como el enésimo intento por alargar indebidamente una trama.La muerte debe ser definitiva
Hasta este momento todos los defectos mencionados pueden ser algo temporal, no tienen porqué ser definitivos y porqué significar que ‘The Vampire Diaries’ no tiene la capacidad de remontar. Pero hay algo que no se puede olvidar y que probablemente herirá de muerte la serie hasta el final de los días: esta quinta temporada, si para algo ha servido, es para relativizar el recurso de la muerte. Y, si en una ficción donde el peligro debe sentirse real la muerte resulta inofensiva, las tramas jamás podrán funcionar a todo gas.Esta es una puerta que jamás se debe abrir. Resucitar a alguien, o bien se ejecuta con un precio altísimo, o juega en contra de la serie y ‘The Vampire Diaries’ ha sido muy incauta. Es fácil perder la cuenta de cuantos personajes han resucitado y, por más que Bonnie hiciera creer en los últimos episodios que no había solución, ya es demasiado tarde. También en gran parte por la creación de ese inframundo donde sobreviven los seres sobrenaturales y que no tiene ningún sentido. ¿Por qué la bruja se esfuerza en salvarlo cuando parece ser una área de descanso muy aburrida, según a qué criatura pregunten?
Si no fuese por esto, probablemente estaríamos ante el final de temporada más impactante de todos. El llanto de Nina Dobrev fue espectacular, la situación fue más dramática imposible, la canción elegida (Wings de Birdy) fue un acierto absoluto y las últimas palabras de Bonnie y Damon en el inframundo fueron una despedida preciosa y desgarradora. De todos los finales de temporada que he podido ver, este es el más emotivo y el que mejor funciona. Pero el problema es que llegará una sexta temporada y tendremos otra vez a la pandilla buscando una forma de resucitarles. Probablemente la encontrarán. Y aquí se cavarán su tumba.Hay quienes dicen que ‘The Vampire Diaries’ no puede sobrevivir sin Damon, que el triángulo es imprescindible y que él es el personaje más carismático de ese universo. Pero yo defiendo todo lo contrario: la serie no puede sobrevivir creativamente a su regreso. La muerte debe ser definitiva otra vez, por más que duela (en mi opinión, Bonnie ha sido una maravilla de personaje, más adulta que antes), y Damon en el hoyo sería una buena forma de insuflarle vida y credibilidad a la serie. Puede que luego sólo diera para una temporada más pero, si regresa, los episodios que queden serán descafeinados. Habrá un peligro y otro y otro y siempre sabremos que el resultado da igual, que todos estarán esperando en el bosque para ser resucitados.
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