Menos mal que la segunda temporada de ‘The Killing‘ sí desvela quién mató a Rosie Larsen. Aunque la expectación no era la misma que cuando acabó la primera, si el caso hubiera quedado sin cerrar, habríamos vuelto a vivir aquel ruido insoportable de críticas, quejas y protestas fuera de tono que se desató el verano pasado. Esta vez, todos los que odiaron el final de la primera temporada de ‘The Killing’ no volvieron para ver la segunda, por lo que se ha hablado bastante menos de la serie y, como resultado, las reacciones a su resolución, aunque igualmente divididas, no han sido tan extremas. La serie puede haber perdido visibilidad y no sería nada extraño que AMC decidiera no continuar con ella (de momento no se conoce su futuro), pero en lo que ha destacado esta segunda entrega ha sido en su retrato de la relación entre Linden y Holder.
De hecho, Holder se ha erigido casi en el personaje revelación, con su breve descenso a los infiernos al saberse utilizado y la camaradería que termina construyendo con una Linden que aparta de su lado a todo el mundo mientras está trabajando en el caso, y que sólo encuentra el apoyo de su compañero, incluso aunque se empeñe a veces en no explicarle qué piensa ni qué pretende hacer. Si ‘The Killing’ tiene tercera temporada, merecerá la pena echarle un vistazo sólo por ver trabajar juntos a Mireille Enos y Joel Kinnaman, por ver esas peculiares pero divertidas conversaciones en el coche (sobre todo por las ocurrencias de Holder) y cómo se rescatan mutuamente de sus momentos más oscuros. Que hayan tenido a todo el departamento de policía y al ayuntamiento de Seattle en su contra los ha puesto en una situación muy a lo Mulder y Scully, de “nosotros contra el mundo”, y ha resultado de lo mejor retratado por la serie.
Los asesinos
Lógicamente, la relación de Linden y Holder se ha ido reforzando conforme investigaban contra viento y marea el asesinato de Rosie, un asesinato del que enseguida se supo que implicaba a gente poderosa, aunque fuera indirectamente, cuando se monta una enorme conspiración contra los dos detectives. Hay que decir que tanto el alcalde como la jefa Jackson del casino indio eran “malos” demasiado unidimensionales y demasiado evidentemente malos, y algo más de sutileza habría ayudado a hacerlos un poco más interesantes. Del mismo modo, a mitad de la temporada se vuelve muy claro que Rosie murió por enterarse de algo que no debería haber sabido, y no era tan extraño que Jamie la hubiera atacado durante una de sus manipulaciones en la sombra para asegurar el triunfo electoral de Darren Richmond.
En esta segunda temporada ha habido menos falsos culpables y los giros iban siempre encaminados en la misma dirección, la de demostrar que la muerte de Rosie estaba relacionada con actividades poco claras en el ayuntamiento, y la revelación última de que fue Terry, su tía, la que terminó matándola inadvertidamente al tirar el coche al lago resultó funcionar bastante mejor de lo que podría parecer, especialmente en un nivel emocional. Terry es un personaje que siempre se ha visto demasiado dispuesta a ayudar a su hermana y a sacrificarse por ella, como movida por un gran sentimiento de culpa, y finalmente averiguamos por qué. La trama de los Larsen ha ido mostrándolos recuperando muy poco a poco algo de normalidad, con Stan peleando por seguir adelante, y aunque ha ido quedándose más apartada del resto, servía para no perder de vista el aspecto humano de la historia.
Linden y Holder
Pero, como decimos, la temporada ha pertenecido a Linden y Holder. Y eso que nos han humanizado un poco a Darren Richmond mostrando su intento de suicidio, y hemos visto también la desesperación de Stan al recurrir al mafioso polaco para el que trabajó antiguamente, o la huida hacia delante de Mitch, pero lo que contaba era el camino siempre al borde del precipicio de la autodestrucción personal de los dos detectives y, especialmente, de Linden. Ese capítulo en el que acaba internada en el psiquiátrico termina de mostrarnos su precariedad emocional y su cerrazón a cualquier cosa del exterior cuando está investigando de lleno un caso, y no es nada extraño que termine la temporada caminando sola por la calle, sin acompañar a Holder a esa nueva escena del crimen. ¿Ha tenido Sarah suficiente y por eso se marcha? No sería extraño, y es un cierre bastante definitivo de estas dos entregas de ‘The Killing’.
La serie, al final, les ofrece un rayito de esperanza a los Larsen y una salida del laberinto a Linden, mientras empuja a Richmond a cruzar las líneas que no quería cruzar antes de ganar las elecciones, y termina optando por una solución interesante a la investigación; la de que el azar y estar en el sitio más inoportuno en el momento inadecuado es lo que termina motivando la muerte de Rosie. Aunque la revelación de que Jaime fue el que puso en marcha la rueda que derivó en el asesinato de la joven pudo pecar hasta de anticlimática, la del papel jugado por Terry sí tuvo mayor impacto, y aunque no redime a ‘The Killing’ de los fallos que ha tenido, sí resulta un cierre bastante más satifactorio de lo que podría parecer, sobre todo, como ya hemos comentado antes, desde un nivel emocional.
‘The Killing’ ha pecado de tener una trama que daba muchas vueltas sobre sí misma (herencia del original danés, ‘Forbrydelsen‘) y de no desarrollar suficientemente bien a algunos personajes, sobre todo en la subtrama política, pero siempre ha contado con buenas interpretaciones y con una pareja de policías en su centro que ha resultado muy entretenida de ver. Como dejó claro el capítulo 11 de la primera temporada, es la serie de Linden y Holder, y tener esa conspiración sobre sus cabezas ha ayudado a retratarlos mejor. ‘Forbrydelsen’ sigue dando la sensación de ser más compacta y estar mejor hilada, en general, que ‘The Killing’, pero ésta tiene a sus detectives como principales activos. Ahora, cruzaremos los dedos para ver qué decide AMC sobre su futuro.
En ¡Vaya Tele! | ‘The Killing’, Sarah Linden contra todos
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