Una de las ventajas que las series de televisión tienen sobre el cine es la satisfacción de ver el clímax de tramas que llevan cocinándose años. Cuando una serie llega a su quinta temporada, muchas de las cosas que pasen no impactan tanto por el hecho de que sean impactantes, como por el bagaje que llevan asociadas. Al fin y al cabo, son cinco años de ver evolucionar a esos personajes, de conocerlos muy bien, y ese conocimiento permea el modo en el que se presenta ese clímax. Todo esto juega un importante papel en 'Hitting the fan', el capítulo de la quinta temporada de 'The Good Wife' que sí puede arrogarse con propiedad ese término tan manoseado de game-changer, porque lo es. Y eso que, por sí mismo, es un buen episodio, con una tensión muy bien manejada, pero es nuestra experiencia previa de cinco años viendo en acción a estos personajes lo que termina por elevarlo.
Este capítulo no se ha producido de forma aislada, como un oasis en medio del desierto. Desde la mitad de la cuarta temporada, la serie ha estado poniendo los ladrillos para ese momento en el que se descubriera que Alicia y Cary se marchaban de Lockhart/Gardner para montar su propio bufete, y los cuatro capítulos iniciales de esta quinta se han visto más como una película muy larga. Entre unos y otros prácticamente no hay saltos temporales, el principio del siguiente llega justo en el punto en el que se termina el anterior, sumergiéndonos de lleno en toda la acción y, de nuevo, preparándonos para esa "Boda Roja", como la denominó Graham Phillips, que interpreta al hijo de Alicia, en Twitter. Y, realmente, y como dirían los anglos en la expresión que da título al capítulo, la mierda alcanzó finalmente el ventilador.
Lo personal y lo profesional
'Hitting the fan' toca otra vez uno de los temas favoritos de la serie, que es la incapacidad de sus personajes para separar lo personal de lo profesional. Will y Alicia no pueden hacerlo; por eso Will se siente doblemente traicionado, y por eso Alicia termina llorando en el ascensor (de un modo muy similar a Kalinda al final de la segunda temporada). Pensó que podría manejar toda la situación con esa actitud de peli de mafiosos de "no es personal, sólo negocios", pero subestimó a Will y subestimó su propia capacidad para mantener ambas esferas compartimentalizadas. Cary decide marcharse de Lockhardt/Gardner porque siente que, con todo aquel jaleo de las ofertas de convertirse en socios a los asociados de cuarto año, no sólo lo han humillado profesionalmente sino, lo que es peor, personalmente, y su última discusión con Diane bien lo prueba. Él le echa en cara a ella su despido en la primera temporada, lo que confirma que no lo tomó como una decisión de negocios, como Diane esperaba, sino como una puñalada en su amor propio.
Del mismo modo, para Diane, lo que Cary ha hecho es una traición que le duele porque la afecta a un nivel emocional y personal, pero además porque, de repente, su propia situación en la firma y en sus aspiraciones por llegar al Tribunal Supremo se ven sacudidas. De hecho, en todo este jaleo, hay dos personajes que, sin haber tomado una parte tan activa en la guerra como Will, Alicia, Cary y David Lee, por ahora, están en posiciones que prometen cosas muy interesantes para más adelante; una es Diane y la otra es Kalinda, pero de ellas hablaremos un poco más adelante, porque en esta confusión de las esferas pública y privada es donde Peter Florrick ha tenido siempre su talón de Aquiles. Las caras de horror de Eli cuando lo ve amenazando a Will por teléfono, o impulsando que Florrick, Agos & Asociados se quede con ChumHum, son el equivalente de lo que el público piensa al verlo en acción: "te estás metiendo en un montón de problemas que no quieres". Pero a Peter ya lo hemos visto actuar así otras veces, como cuando forzó la entrada de sus hijos en un colegio privado, y sabemos que todo esto acabará volviéndose en su contra.
¿Y ahora, qué?
'The Good Wife' ya ha detonado su particular bomba de Hiroshima, y ahora hay que esperar a ver hasta cuándo dura la radioactividad, y hasta dónde se extiende. Evidentemente, el status quo de la serie ha saltado por los aires, y será interesante ver por dónde se mueve una superviviente nata como Kalinda. Esos instintos de mantenerse a flote a cualquier precio la llevan a alinearse con Will en el último momento, pero también parece tener sentimientos encontrados en todo esto. En especial, hay curiosidad por comprobar si ese punto débil suyo que ha sido siempre Alicia se mantendrá ahora, y si podrá mantener el equilibrio entre un bando y otro, que es también la misma duda que tenemos con Diane. Aunque que Peter vaya a proponer otros candidatos para el Supremo quizás la lleve a fortalecer su lealtad a Will, la misma que le lleva a contarle la traición de Cary y Alicia a pesar de lo que el propio Will le hace para echarla del bufete.
'The Good Wife' siempre ha dado lo mejor de sí cuando Lockhart/ Gardner se veía amenazada, cuando se desataba una lucha por el poder que sacaba a flote todos los instintos de tiburón que albergan sus personajes. Esta interconexión de la trama política de Peter, la esfera privada de Alicia y su relación con su marido y con Will y la batalla profesional y legal entre los dos bufetes entra de lleno en uno de los puntos fuertes de la serie, y uno que Robert y Michelle King parece que van a explotar a fondo. Les permite dibujar a sus protagonistas con diferentes matices del gris, trazar tramas llenas de tensión y presentarlos ante situaciones en las que, al haber motivos personales en medio, lo que está en juego es mucho más crucial para todos los implicados. ¿Llegará a haber una entente cordial al final de la temporada? ¿O, como decían en 'Los inmortales', al final sólo podrá quedar uno?
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