'The Fosters', la familia más diversa de la televisión americana

'The Fosters', la familia más diversa de la televisión americana
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La ficción en el canal ABC Family sigue dos direcciones: están los proyectos más frívolos que siguen la estela de ‘Pretty Little Liars’ y otros que hacen honor al nombre del canal. Esto significa que son familiares, transmiten valores positivos y tienden a ser muy ligeras. Y ‘The Fosters’, producida por Jennifer Lopez, sigue este camino al pie de la letra ahora que uno de los emblemas del canal, ‘The Secret Life of the American Teenager’, se ha despedido de su programación.

‘The Fosters’ se centra en una familia muy poco convencional que decide acoger a Callie, una adolescente algo conflictiva que acaba de salir de un reformatorio. En su primera toma de contacto, la joven se sorprende: los Foster son una pareja de lesbianas con tres hijos, uno de ellos biológico y unos mellizos que adoptaron cuando ya eran mayores. Y desconfiará, sobre todo porque no está acostumbrada a encontrarse en hogares con tanto calor humano.

La serie, creada por Bradley Bredeweg y Peter Paige (al que muchos recordarán por ser Emmett en ‘Queer as Folk’), probablemente es la serie teóricamente más progre que se haya visto nunca en televisión: un matrimonio gay entre una mujer blanca y otra negra, con un par de hijos latinos y niños de acogida porque no soportan la idea de abandonarlos en el sistema.

Otro caso de pilotitis

Está tan estudiada esta diversidad que puede que algunas piezas no acaben de encajar a simple vista, pero también hay algunas que funcionan de maravilla. Como la relación entre Stef y Lena, las madres lesbianas, un colectivo con poca visibilidad y que tienen un trato absolutamente natural. Puede que suene retrógrado esperar lo contrario, pero este es el mismo canal que reconfortaba a los cristianos renacidos en el culebrón olímpico ‘Make it or break it’.

El piloto, no obstante, se beneficiaría de centrarse más en el caso de Callie y menos en las tramas secundarias que deberán trazar a lo largo de la temporada. Sufre pilotitis, esa enfermedad que parece obligar a los responsables a mostrar todos los conflictos posibles en un solo episodio. Y, si bien no perjudica a nadie que percibamos cierta tensión sexual entre Callie y Brandon, el hijo mayor, ya que al fin y al cabo es un producto para adolescentes, no es necesario entrar en los conflictos de identidad de los gemelos, Mariana y Jesus, ni es imprescindible que sepamos que Stef, que es policía, trabajará a partir de ahora con su ex marido y padre de Brandon.

También son dignos de mención dos agujeros en el guión bastante evidentes: el clímax final desde una perspectiva legal no se sostiene (o por lo menos no logran explicarnos porqué tiene las consecuencias que tiene) y es bastante absurdo que una jefa de policía empareje a un antiguo matrimonio para patrullar las calles.

Pero en lo fundamental ‘The Fosters’ es simpática y seguramente gustará a aquellos que todavía disfrutan con la serie también multi-étnica y filo-sordo-muda del mismo canal, ‘Switched at Birth’. Puede que no tenga el mismo encanto que exhibían los Kennish y los Vasquez al principio de su serie, en una apuesta más arriesgada por tener personajes con minusvalías, pero Callie por lo menos no resulta tan insufrible como Bay. Y es exactamente lo que podíamos esperar de ella: un drama muy ligero que exalta el valor de la familia, sea cual sea la lengua de sus integrantes, su sexualidad y el vínculo genético.

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