'The Blacklist', Red, Liz y poco más

'The Blacklist', Red, Liz y poco más

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'The Blacklist', Red, Liz y poco más

'The Blacklist', el gran éxito de la temporada pasada de NBC, ya empezó a mostrar ciertas debilidades en el tramo final de su primera tanda de episodios, y eso que al fin empezó a dar respuestas a alguna de las muchas incógnitas que había ido planteando durante su prometedor inicio. La apreciable consistencia de sus casos procedimentales cada vez coqueteaba más con la peligrosa rutina y la gran trama de fondo quería transmitir constantemente la sensación de ser más importante e interesante de lo realmente era o tenía capacidad de ser sin dañar sus posibilidades como entretenimiento.

Sin embargo, el Reddington de James Spader es un personaje tan atractivo y divertido que no quise ver en ello una tendencia -la serie empezó creciendo de forma lenta pero constante hasta que sucedió justamente lo contrario- y preferí confiar en que la segunda temporada supiera localizar sus errores y aprovechar a Berlin como un gran enemigo de fondo que recuperara esa consistencia que la serie había perdido. Me equivocaba.

A la deriva

Berlin

'The Blacklist' es una serie que siempre ha optado por un tono trascendental que no le vino mal durante sus primeros episodios, tanto por la novedad como por la entidad de algunas de sus estrellas invitadas, pero que se convirtió en uno de sus grandes problemas cuando quedó claro que los guionistas no lo tenían todo meticulosamente planeado, sino que iban apagando fuegos creando otros aún más grandes y embarullando las tramas horizontales hasta tal punto que una de dos, o no tenían el talento para manejarlas de forma correcta o simplemente existe una necesidad de improvisación demasiado grande.

Tomemos como referencia el caso de Berlin, un personaje con mucha posibilidades como némesis de Reddington, pues ya había quedado establecido que podía rivalizar con él en prácticamente cualquiera de sus actividades criminales y estaba determinado a acabar con él en cuanto tuviera ocasión. ¿Alguien podría quejarse si hubiesen alargado más su rivalidad para poner al límite a nuestro protagonista como hizo a ratos cuando tenía secuestrada a una demasiado fugaz Mary Louise-Parker? Yo por supuesto que no.

No tengo quejas sobre cómo presentaron al siempre efectivo Peter Stormare al final de la primera temporada, pero en la segunda nunca ha estado a la altura de la amenaza que representaba, se le ha utilizado demasiado poco -apenas ha aparecido en cuatro de los ocho episodios- y los guionistas ha vuelto a optar por el patadón palante para resolver su trama de la forma más decepcionante posible -aunque hay que reconocer lo notable que fue su última escena con Red-: Era otro peón que parecía más importante de lo que realmente era. Lo mismo que le pasa desde hace ya bastante a la serie y no hay nada que indique que eso vaya a cambiar.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

'The Blacklist', pocas virtudes y demasiados problemas

Liz y Red en

Ha llegado un punto en el que la naturaleza procedimental de la serie se ha vuelto en su contra, pues los guionistas a duras penas saben cómo dar el interés suficiente a los casos semanales. Eso también sucede con la mayor parte del reparto regular que no responda al nombre de Raymond Reddington o Elizabeth Keen. De hecho, únicamente echaría de menos a Aram -y un poquito a Dembe, sobre todo tras el episodio en el que se incidió en su pasado- si sucediera algo que obligase a sus guionistas a rehacer todo de cero alrededor de sus dos auténticas estrellas.

De hecho, se me ocurren varias formas de hacerlo -¿Sería mucho pedir que esa misteriosa organización a la que acabará enfrentándose Reddington opte por quitarse de en medio a todos los que le ayudan a conseguir información y fuerza armada desde la legalidad?- y la única pega que se me ocurre es que los guionistas simplemente los cambien por otros personajes esquemáticos y que estoy deseando que queden en un segundo plano o simplemente desaparezcan de pantalla.

Momento emotivo entre Red y Liz

Sin embargo, 'The Blacklist' ha demostrado con la forma de tratar la trama de Tom que no está dispuesta a que sus personajes regulares desaparezcan sin más -¿Alguien duda aún que volveremos a verle por mucho que prometiese a Reddington que iba a desaparecer para siempre de la vida de Liz?- y como mucho habrá alguna baja puntual que rápidamente será sustituida por otro personaje anodino -la agente del Mossad- que simplemente servirá para recordarnos lo mucho que nos gustan sus dos protagonistas.

Y es que única redención por ahora es que Red es un personaje tan genial y Liz un contrapunto tan eficiente -aunque haya ocasiones en las que Megan Boone no termine de estar a la altura- que aún funciona como entretenimiento pese a sus múltiples problemas. Sin embargo, cada vez tengo menos esperanzas en que eso sigo sucediendo en el futuro -ya sea porque me aburra de su fórmula habitual o porque incluso acaben estropeando sus principales virtudes-. Ojalá me equivoque del mismo modo que me equivocaba en que 'The Blacklist' iba a mejorar en esta segunda temporada.

Por ahora, agradezco que su parón vaya a ser tan largo, que así volveré a retomarla con más ganas de las que se merece.

En ¡Vaya Tele! | 'The Blacklist' por fin da respuestas

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