Hace ya tiempo que 'The Big Bang Theory' perdió cualquier capacidad que pudiera haber tenido para sorprender al espectador, optando por una rutina en la que tanto sus guionistas como sus protagonistas se sentían muy cómodos. Esto se traducía en que tanto sus fans como sus detractores sabían perfectamente qué podían esperar de un capítulo y ambos vivían felices amándola con pasión o criticándola a la más mínima ocasión
Por mi parte, no me sitúo en ninguno de los dos grupos, pero he seguido viéndola al día y pasando un rato moderadamente agradable, ya que es una serie que me funcionaba a las mil maravillas para ver mientras estaba comiendo o cenando con mi novia. Poco importaba si me distraía en algún momento y cuando prestaba plena atención conseguía entretenerme, pero eso ya empezó a cambiar durante su séptima temporada y lo que llevamos de octava me ha confirmado que la rutina ya no es suficiente.
La vida sigue igual
Por mucho que hayan dando cierto peso al nuevo trabajo de Penny -aunque en el tercer episodio ya lo han obviado cuando deberían estar intentando exprimir al máximo sus posibilidades en lugar de convertirlo en otra anécdota más-, el cambio más llamativo hasta la fecha es su nuevo peinado y sintiéndolo mucho eso es algo que ni siquiera en los tiempos de 'Friends' me importaba lo más mínimo. Por lo demás, alguna salida de tono inofensiva como la frase de Sheldon para comprobar que Amy no está escuchando durante el primer capítulo y más de lo mismo.
La cuestión es que no hay nada de malo en apostar por lo que ya ha demostrado su eficacia en el pasado y que está reportando grandes audiencias a la serie y sueldos millonarios a sus protagonistas, pero llega un punto en el que el espectador necesita algo más para no perder el interés cuando esa consistencia no va más allá de ser un aceptable pasatiempo del que como mucho podemos esperar alguna broma especialmente inspirada de vez en cuando. En mi caso creo que estoy ya en ese punto.
Sheldon sigue siendo un asocial desconsiderado, la relación entre Penny y Leonard va a pasar por diferentes altibajos -¿otra ruptura con posterior reconciliación u optarán por separarlos y ver qué tramas pueden explorar con cada uno por su cuenta?-, Wolowitz es un patoso por mucho que llegase a ser astronauta, Amy sigue soñando con ser popular y con que Sheldon quiera tener una relación más física con ella, Bernadette sigue siendo esa chica agradable con un pronto temible y Raj, bueno, la verdad es que se le ha visto poquito durante esos tres primeros episodios, así que quizá haya alguna sorpresa por ahí -lo dudo mucho-.
El problema es que hay que saber diferenciar entre ser fieles a la naturaleza de los personajes y que estos no se estanquen y empiecen a cansarnos -prácticamente ninguna serie llega a su octava temporada sin dar claros síntomas de agotamiento-. Tampoco estoy pidiendo algún cambio loco como meter a un Poochie -Stuart ya lo es un poco- del que deshacerse poco después, pero algún movimiento fuera de lo común empieza a ser necesario. Por desgracia, el propio inmovilismo de la serie hace que sea muy complicado pensar en algo que no sea tan repentino y fuera de lugar como muchos giros de guión de Shonda Rhimes. Un callejón sin salida.
Un futuro poco estimulante
Siendo justos, 'The Big Bang Theory' no es realmente ahora peor que cuando os hablé de ella al finalizar su sexta temporada, pues hace tiempo que encontró un equilibrio dentro de lo que quería dar a los espectadores, pero incluso tramas como ver a Amy, uno de los personajes más divertidos de las últimas temporadas por mucho que siga sin convencerme que Sheldon tenga novia -siempre lo veré como un acto de desesperación por parte de Chuck Lorre para alargar la vida de la serie-, aprovechándose de una discusión entre Penny y Bernadette para disfrutar las mieles de la popularidad me sabe a mero reciclaje de ideas sin molestarse en darle un giro que haga que pueda destacar.
Salvo sorpresa histórica, quedan al menos tres temporadas más de 'The Big Bang Theory' y seguro que muchos seguirán viéndola como si nada hubiera pasado, y la cuestión es esa, que no pasa nada para evitar que su plácida y agradable rutina se convierta del todo en mera monotonía. Soy consciente de que pido un imposible y que es algo más subjetivo que nunca -que nadie me venga con el cuento de la objetividad, porque es algo que no existe-, pero llega un punto en el que todos nos cansamos de las cosas y eso es lo que me ha sucedido a mí con la serie de CBS.
En ¡Vaya Tele! | 'The Big Bang Theory' o la teoría de una evolución
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