Quién me hubiera dicho a mí, tras ver la primera temporada, que acabaría picando (y escribiendo) con la segunda temporada de 'The Affair'. Pero el caso es que hállome frente al teclado tras meditarlo. Mucho. Los que me conocen ya saben que tengo una especie de debate interno en torno al drama de Showtime, e incluso he manifestado que es una serie que me da mucha pereza aun a pesar de que creo que desborda calidad.
Con la segunda temporada de 'The Affair' han venido novedades, como la del nuevo juego narrativo con cuatro puntos de vista. Así, a los habituales puntos de vista de Noah (Dominic West) y Alison (Ruth Wilson), se suman los de sus respectivas (ex)parejas Helen (Maura Tierney) y Cole (Joshua Jackson).
Nos encontramos meses después de la debacle con la que nos despedimos hace un año. Noah y Helen están en pleno proceso de divorcio y ambos están intentando hacerlo lo más civilizadamente posible a pesar de lo difícil que lo pone la familia. Noah encuentra dificultades para sacar adelante la novela, cuestión clave para poder apelar a la custodia de sus hijos, mientras vive en una casa de invitados con Alison.
En este cuarteto vemos cómo cada uno busca ir rehaciendo su vida (o hacerse con sus nuevas vidas). Alison y Cole lidian como pueden con su separación, ambos buscando qué hacer con sus vidas (al menos Alison sale con nuevo amor); Helen también parece haber encontrado pareja con Max (John Stamberg), amigo de toda la vida de Noah y ella. Y no nos olvidemos de cómo se va desarrollando el caso del asesinato/accidente de Scotty, años después de todo esto.
En esta segunda temporada Sarah Treem ha querido plantearnos cuatro puntos de vista, con el relato, dividido en dos episodios, del mismo día: Noah y Helen en Nueva York y Cole y Alison en Long Island. Siguiendo con la tradición impuesta en la primera temporada, cada punto de vista nos ofrece una variación, con ese narrador no fiable según el cual Alison lleva vestido o no, o la mediación de divorcio discurre de un modo u otro. Cambios sutiles pero relevantes.
Y ahí es donde 'The Affair' juega y se la juega, ya vimos cómo en la primera temporada los cambios se iban volviendo más y más exagerados, y en esta segunda tienen la opción de enmendar o no esa cuestión. Al igual que no tengo duda de que en próximos episodios irán jugando con sus propios esquemas narrativos.
Mi principal problema con 'The Affair' es que durante su primera temporada la historia no me interesó, pero el modo de contarla sí. Y con este inicio de la segunda no termino de percibir que haya grandes cambios en este sentido. Si bien me parece fascinante la relación (y lo bien plasmada que está) entre Helen y Noah, entre este y Alison, y entre ella y Cole si en el próximo episodio muriesen todos en un atentado terrorista me daría igual.
Y en estas me encuentro. Por eso es una serie que, si bien me parece que está muy bien hecha (a efectos de estructura, de interpretación, de realización...) y pensada, me sigue dando una pereza tremenda.
En esta segunda temporada de 'The Affair', he de reconocer que, a nivel de guión, me han incentivado algo más para verla. Espero que mi escepticismo se despeje, porque de verdad que quiero que me apasione la serie, pero no termina de entrar en mí. Ojalá todas las series que me dan pereza me resulten tan fascinantes.
En ¡Vaya Tele! | El estallido emocional de 'The Affair'
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