No voy a entrar en lo justo que sea, pero hay series acompañadas por un aura de genialidad indiscutible, mientras que muchas otras están condenadas a quedar en un segundo plano siempre que se habla de lo mejor que puede verse actualmente en la televisión. Yo soy el primero que, por regla general, siente mucha pereza hacia algunas ficciones muy valoradas por una pequeña minoría que no consigue suscitar el suficiente interés para que nuevos seriéfilos prueben fortuna con ellas.
'Person of Interest' era una de esas series, ya que empecé a ver el piloto cuando se estrenó y la quité al de pocos minutos pensando que jamás volvería a verla. Todo olía a procedimental poco inspirado y encima con Jim Caviezel como gran protagonista. No podía atraerme menos la idea de recuperarla pese a ciertas voces hablando de una notable mejora, pero finalmente lo hice y en apenas un par de meses ya estaba al día. Lo mejor de todo es que 'Person of Interest' nunca ha dejado de crecer y con el final de su tercera temporada me atrevería a decir que se ha convertido en mi nueva serie favorita que aún no haya acabado de una forma u otra.
La constante evolución de 'Person of Interest'
No engaño a nadie cuando digo que 'Person of Interest' era durante su primera temporada un -entretenido- procedimental que dejaba ver pequeñas cosas apuntando hacia una trama continuada, algo que se equilibró durante la segunda tanda de episodios y que en la tercera ha virado ya por completo hacia una historia de largo recorrido en la que se introducían casos semanales con mayor o menor importancia en la medida en la que el gran misterio lo permitía. Todo ello sin tener miedo a la hora de solucionar amenazas y dando mayor protagonismo a otras latentes hasta ese momento.
Tengo que confesar que pensaba que la serie había alcanzado su techo tras la muerte de Carter y la posterior venganza -espléndido el montaje musical utilizando un famoso tema de Johnny Cash mientras los protagonistas intentan dar en vano con el asesino-, ya que el lado humano de la historia había alcanzado su techo y lo único a lo que podían aspirar es a utilizar a Elias -lo de echo de menos, tanto al personaje como a Enrico Colantoni, pero es que su presencia ya no tendría sentido tal y como está la serie- para ir por el mismo camino, aunque intentando que lo entretenido que pudiera ser compensase este hecho. 'Person of Interest' se ha negado a ir a lo fácil.
Tras la necesaria crisis existencial de Reese, 'Person of Interest' se ha zambullido en una trama en la que el cielo es el límite y así han ido manejándola hasta un espléndido final de temporada que no solamente es brillante por sí mismo -el “juicio” y todo lo que le ha rodeado no podría haber estado mejor llevado-, sino que deja con ganas de mucho más y la certeza de que la serie aún tiene margen de mejora. En otros casos tendría el miedo de que fueran a resolver el forzoso anonimato de los protagonistas de mala manera en 2-3 capítulos para que todo volviese a la normalidad -son ya varias veces pasando algo así en otras series-, pero 'Person of Interest' nos ha demostrado que esos miedos son infundados y que lo único que deberíamos hacer es sentarnos a disfrutar.
La guerra de las máquinas
Ya desde sus inicios quedaba claro que las fricciones entre libertad y seguridad iban a ser uno de los ejes de 'Person of Interest', algo que se ha recrudecido en determinadas ocasiones durante la segunda temporada -Control queriendo recuperar el control sobre la máquina de Finch, las indagaciones de Root para tener contacto con dicha máquina, etc.-, pero que ha alcanzado un nuevo nivel cuando Samaritan ha entrado en escena, y lo mejor de todo es que en todo momento ha dado la sensación de que los guionistas lo tenían todo perfectamente atado, por lo que la gran sorpresa de que eran ellos los que estaban detrás de Vigilance es algo que encaja y que no parece un mero capricho de última hora.
Es en el mimo a lo detalles donde una batalla meramente conceptual sobre el papel ha tenido tanta emoción como el saber quién será el próximo personaje en morir en 'Juego de Tronos' y han seguido encontrando momentos para demostrar su genialidad formal como en el montaje musical con un tema de Radiohead y la voz en off de Root durante el final de esta tercera temporada. Además, el choque de motivaciones entre Greer y Finch, que ya nos había dejado grandes charlas durante los anteriores episodios, alcanzó un nuevo punto álgido al ser consciente el primero de que la existencia del segundo ya no es necesaria.
Unos grandes personajes
Uno de los grandes sacrificados del tramo final de la tercera temporada ha sido Fusco, un personaje que en cualquier otra serie hubiese sido odioso, repelente o simplemente anodino. Él es una de las muestras de lo mucho que ha mejorado la serie, pues de mero policía corrupto forzado a ayudar a Reese y Finch ha acabado pasando a alguien con el que nos encariñamos, que aporta cuando ha de hacerlo y que sigue siendo el saco de golpes ideal. Sin embargo, no es el único que ha desarmado todas las quejas que tenía en este aspecto durante la etapa inicial de la serie.
Ya he comentado más atrás mi escaso aprecio hacia Jim Caviezel, un actor al que tenía como poco mejor que un incapaz -y sí, me acuerdo de su Jesucristo-, pero con Reese ha encontrado al personaje por el que debería ser recordado del mismo modo que Kiefer Sutherland ya será Jack Bauer por siempre jamás. Pronto surgió la química con Michael Emerson, impecable como el millonario creador de la máquina y dando a su personaje un toque claramente diferenciador de su Ben Linus en 'Lost'. Además, en esta tercera temporada han tenido la ocasión, sobre todo Emerson, de demostrar su arsenal dramático, excediendo siempre mis expectativas.
Además, la inclusión de Sarah Shahi y el giro radical del personaje interpretado por Amy Acker también han aportado nuevos matices, la primer en oposición a Caviezel -al principio tenía miedo de que fueran demasiado similares, pero Shahi no ha tardado en encontrar su hueco en la serie- y la segunda a Emerson, añadiendo una necesaria riqueza respaldada con los flashbacks marca de la casa para negar al espectador una sensación de comodidad sobre lo que está pasando. Sí que hay veces en las que los protagonistas del caso semanal, una vertiente muy diluida durante los últimos episodios, han restado un poco de entidad a la propuesta, pero también ha habido otros en los que sucedió justo lo contrario -Samm Levine en el entretenidísimo episodio a bordo de un avión-.
En resumidas cuentas
La tercera temporada de 'Person of Interest' sólo puede calificarse como excelente y su tramo final ha sido sencillamente magnífico. Todo ha encajado en su lugar, la emoción ha estado a flor de piel y me costaría creer que haya algún fan de la serie que no esté deseando ver más episodios ya mismo. Si alguien me dice que esta o aquella serie ha sido mejor que 'Person of Interest' este año, respetaré su opinión, pero dudo mucho que pueda llegar a compartirla -como es normal, no he visto todo lo que se ha estrenado durante los últimos meses-, porque en apenas unos meses he pasado de ser el mayor de los escépticos a quizá su mayor defensor. Una serie que ya se ha convertido en imprescindible, así de sencillo.
En ¡Vaya Tele! | 'Person of interest' sigue creciendo con su tercera temporada
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