El canal Starz está hambriento de tener un éxito de verdad. Abrirse un hueco en la televisión americana es un objetivo difícil y este canal de pago necesitaba llamar la atención de verdad, más allá de ‘Spartacus’ que es lo único que les había funcionado hasta el momento. Y una manera muy oportuna de centrar las miradas es adaptar una saga literaria con cierto seguimiento como, por ejemplo, ‘Outlander’.
Normalmente un proyecto nuevo no genera interés entre el público hasta que se estrena. Sólo les interesan a los miembros de la industria si ha empezado el rodaje o qué actores encabezarán el reparto. A menos, claro está, que adapte una obra de culto. ¿Qué título del próximo otoño, por ejemplo, genera ruido fuera de Hollywood y los círculos 2.0 habituales? ‘Gotham’. Así que Starz acertó de lleno queriendo llevar a la televisión la saga literaria de Diana Gabaldon.
Desde que se supo del proyecto, los amantes de las novelas han ido siguiendo los pasos de Starz y consiguió que, cuando llegó hace dos semanas a los Estados Unidos, ya había provocado bastante ruido. Se vendió la idea que sería la nueva saga a seguir después de ‘Juego de Tronos’ y que esta estaría más enfocada al público femenino. ¿Sonaba bien, verdad?
Con sus más y sus menos, esta definición funcionó sin mentir del todo. Se trata, efectivamente, de una saga literaria muy fructífera (la escritora lleva ocho libros), se ambienta en otra época y, sin parecerlo demasiado, tiene elementos fantásticos y de ciencia ficción. Esto es lo que le permitió a ‘Juego de Tronos’ llegar al gran público, que se supo vender más allá de la etiqueta del género, y este parece ser la baza principal de ‘Outlander’.
Viajes en el tiempo
‘Outlander’, no obstante, no gira en torno al poder y al relativismo moral de sus personajes, por lo menos de momento. Es la increíble historia de una enfermera de la Segunda Guerra Mundial que, tras zanjarse el conflicto, viaja a Escocia con su marido, con el que quiere retomar su relación después de tanto verse sin verse. Pero Claire asiste a una ceremonia pagana en el bosque y de repente se encuentra en el siglo XVIII sin saber cómo ha llegado allí y, sobre todo, sin saber cómo volver con su marido.
La idea que plantea es muy interesante. Claire es un pez fuera del agua en una sociedad muy desconfiada. Está en medio de brutos escoceses, que detectan que es inglesa y perciben que esconde algo. ¿Pero cómo decirles que no es ninguna espía sino que proviene del futuro? Y, lo que es peor, ¿puede dejarse llevar por su atracción por un granjero cuando está casada con un hombre 200 años más tarde?
Este dilema romántico, que en realidad es el gran gancho de ‘Outlander’, no nubla el juicio a Ronald D. Moore, el encargado de ser fiel al material literario y que es conocido por un trabajo muy distinto, la muy estimulante ‘Battlestar Galactica’. Él entiende desde el primer momento que lo más importante es establecer el tono y la protagonista y a estos dos elementos dedica los primeros dos episodios.
Claire, una buena protagonista
Hay toques allí y allá que indican que Claire y Jamie se sienten atraídos. Habrá que ver más adelante si consiguen hacer arder los minutos de pantalla con su disimulada pasión (¿o será desatada?). Pero no pierden el norte y primero le dan personalidad a ella. Resulta muy interesante, por ejemplo, su primer monólogo sobre el jarrón. Con muy poco se deja entrever que estamos ante una mujer inteligente y define el personaje.
Lo menos convincente, si acaso, es el uso de esta voz en off. Mastica demasiado los sentimientos de ella y todas las dudas que la asaltan en esa tierra desconocida. Pero, no nos engañemos, ‘Outlander’ no procura ser una serie fría sino todo lo contrario. Su propósito es ser una serie femenina que trascienda a su público objetivo como hizo ‘Downton Abbey’ en su primera temporada, que la crítica estaba fascinada (y los Emmys todavía lo están).
Será adecuado que dejen la narración de Claire un poquito de lado: no pasa nada si no tenemos confirmación de todos sus pensamientos en todo momento y Caitriona Balfe da el pego como enfermera de 1944 y transmite bastante bien sus temores y su fortaleza interna. Pero la ambientación a mediados del siglo XVIII está lograda y también la atmósfera que nos indica que estamos ante una historia femenina épica.
Como ya he dicho, puede que Balfe y Sam Heughan todavía tengan que demostrar hasta donde llega su química (apuntan maneras), pero el relato de Claire ya suscita el suficiente interés por si mismo. Y también hay curiosidad por ver el enfoque de las escenas más tórridas, que esto es el canal Starz y se suele recrear bastante en el tema.
En ¡Vaya Tele! | Cinco acertadas parodias televisivas de Funny or Die
Ver 4 comentarios