Hace unas semanas el instituto McKinley abría sus puertas de nuevo. ‘Glee‘ regresaba a las aulas y a los escenarios con un nuevo propósito en mente: recuperar la esencia inicial, perdida durante su segunda temporada. A pesar de que la audiencia acompañó, los episodios de la season pasada fueron un sonado pinchazo y la pérdida de calidad que sufrió la ficción hizo que muchos seguidores se bajaran del carro, abandonando una serie que prometía mucho y se quedó en poco, muy poco. Los creadores, siendo conscientes de ello, decidieron que las cosas iban a cambiar de cara a la nueva temporada. De hecho, Ryan Murphy prometió que los episodios especiales y homenajes a diversos artistas musicales, que tanto ralentizaban la historia, iban a tener menos protagonismo.
Así, la primera tanda de capítulos en esta tercera temporada está siendo una prueba de fuego. Aunque los fieles a la ficción seguramente ansiaran la vuelta de ‘Glee’ a la pequeña pantalla, otros mirábamos su regreso con recelo, esperando que la declaración de intenciones no solo se quedara en eso y que realmente en los nuevos episodios se evidenciara que se ha aprendido de los errores cometidos con anterioridad. La situación es peliaguda y los niveles de exigencia están altos, por lo que ya no nos conformamos con el mismo rollo de siempre: Finn entre Quinn y Rachel, Kurt sufriendo con el acoso por su condición de homosexual o Sue y Will cual perro y gato. Así, he aquí el quid de la cuestión: ¿Habemus cambio? A medias tintas.
Atención focalizada en los mismos personajes
Una de las cosas que más me molestaba de ‘Glee’ es que el protagonismo siempre se lo llevaran los mismos chicos del coro. Rachel Berry es sin duda el ojito derecho de los guionistas y su presencia en cada episodio es un must. Entiendo que el talento musical de Lea Michele es incuestionable y que el personaje al que da vida es carismático y atrayente, pero no hay que olvidar que hay otros actores que también tienen derecho a su momento de gloria. Y esto va también por Kurt, el drama con patas que acabó cansando al personal con tanto sufrimiento durante la temporada pasada. ¿Qué hay de Mike, de Tina, de Mercedes, de Puck o de Artie?
Aunque poco a poco, vemos como en los nuevos episodios se está comenzando a dar algo más de protagonismo a los demás chicos de New Directions. Por fin hemos conocido algo más sobre Mike Chang, presionado por su padre para que sea un estudiante ejemplar y frustrado porque su futuro como bailarín peligra por ello. Del mismo modo, también Mercedes comienza a ganar presencia, aunque con la misma trama de siempre: Rachel la eclipsa. Eso sí, ahora parece que el personaje va a tener más trama en la serie, después de que se pase al bando rival, capitaneado por la madre de Berry.
Incluso Quinn ha tenido una trama distinta con su rebeldía (que poco le ha durado), esta vez ajena al triángulo polígono amoroso que solía formar con Finn, Rachel o Puck. Eso sí, los pesos pesados (Rachel, Kurt, Will) siguen agenciándose su buen pedazo de tarta y continúan con el protagonismo que tenían en las anteriores temporadas, algo que, por otro lado, es comprensible.
Nuevos fichajes y nuevas tramas
Otras de las novedades que nos ha traído la tercera temporada de ‘Glee’ es el fichaje de Idina Menzel, la madre biológica de Rachel y la señora que se quedó con el hijo de Quinn y Puck. Se trata sin duda de un total acierto y no solo por el buen hacer de la actriz, sino por las nuevas posibilidades que trae consigo en cuanto a argumento. Shelby Corcoran se establece como la encargada de un nuevo coro en el instituto que podría poner las cosas muy complicadas al grupo dirigido por Will; de momento solo tiene a un fichaje entre sus filas, la gran Mercedes, pero la cosa promete. También han dado en el clavo trayéndose al McKinley a Blaine, un personaje carismático y talentoso que tiene química con Kurt, su pareja, con quien seguro tendrá sus idas y venidas.
También resulta interesante que los propios personajes comiencen a preocuparse por su futuro, algo que abre un nuevo abanico de posibilidades y que marcará sin duda cómo va a realizarse la transición generacional. Del mismo modo, parece que Sue ha dejado atrás su parte buena y ha sacado de nuevo a la maléfica entrenadora que nos había conquistado durante la primera temporada; estaréis de acuerdo en que son muy necesarias sus dosis de mala leche. En cuanto a Will y Emma, también ha habido evolución en esta pareja, se han dejado de tonterías e incluso hemos podido saber el origen de las manías de la profesora.
Una de cal y otra de arena
Y aunque es cierto que algunos errores se han solucionado y que los personajes parece que comienzan a evolucionar y sus tramas a cambiar, ‘Glee’ sigue sin brillar tanto como lo hizo en aquellos magníficos 13 primeros episodios. El factor novedad se ha perdido y ya no resulta tan fresca ni tan original, e incluso ya no tiene aquel punto petardo que se tomaba en broma las series típicas teen. Del mismo modo, continúa el afán didáctico y de moraleja que a algunos nos molesta tanto.
Eso sí, si algo hay que reconocerle a ‘Glee’ es que los números musicales juegan a su favor, por lo menos de cara a aquellos a los que les guste el género. De hecho es el rasgo más distintivo de la serie, lo que la hace diferente a las demás; el talento que tiene el casting es innegable y a menudo una buena actuación final puede suponer el cierre de capítulo ideal. Así, aunque aún no alcanza el listón que la propia serie se colocó a lo largo de aquellos primeros capítulos, lo cierto es que la intención de cambio se hace patente, algo que puede resultarles decisivo a aquellos que se debatían entre dejar la serie o continuar con ella. Pero y a ti, ¿qué te ha parecido el regreso de ‘Glee’?
En ¡Vaya tele! | ‘Glee’ tropieza con su segunda temporada
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