Ser mortal es una putada. Alguno creerá que lo digo por el mero hecho de no ser imperecederos. Pero no. Quizá sea difícil de creer pero hay algo que me resulta mucho más frustrante que la certeza de que tarde o temprano dejaré de existir: ser consciente de que nunca sabré qué será de la humanidad dentro de doscientos años. No digo un milenio. Doscientos años.
La ciencia ficción es un género fascinante por varios motivos. Uno es ese, el imaginar hacia dónde caminamos, dónde estaremos en materia tecnológica y científica pero también social o política. Otra razón que hace de la ciencia ficción un género estimulante es lo mucho que dicen de nosotros esas visiones; cómo las distopías, utopías y universos futuros imaginarios se crean desde el prisma actual y con la perspectiva que nos da la historia vivida y los dilemas que mueven el mundo actualmente. Es un género de gran carga psicológica, moral, sociológica y existencial que ofrece un universo (literal y figurativo) de posibilidades.
Dice mucho del clima actual lo recurrente que es la catástrofe en las historias futuristas. Hace sesenta años se pusieron de moda los desastres nucleares; viendo la ficción actual, cualquiera diría que ahora estamos ante una guerra fría abierta en multitud de bandos entre tanto apocalipsis sobrenatural, alienígena o ecológico. Aprovechando el reciente final de ‘The Leftovers’, me gustaría reflexionar cómo se explotan las diferentes posibilidades narrativas que ofrece un planteamiento distópico dependiendo del momento en el que se desarrolle. Ya no es tanto sobre que estemos constantemente imaginando El Fin – ¿somos incapaces de ver el futuro en positivo o es que nos vemos como supervivientes? - sino sobre cómo representamos a la humanidad ante ese trauma colectivo.
La humanidad durante el apocalipsis
“Como especie estamos fundamentalmente locos. Pon a más de dos personas en una habitación; elegiremos un bando y empezaremos a imaginar razones para matarnos unos a otros. ¿Por qué crees que inventamos la política o la religión? ― Stephen King (La Niebla)
La catástrofe está ocurriendo. Una plaga se ha extendido (‘The Walking Dead’). Han caído bombas nucleares (‘Jericho’). Una cúpula ha aislado la ciudad (‘Under the Dome’). Unos alienígenas han invadido la tierra (‘Falling Skies’). La civilización como la conocemos está a punto de terminar y la humanidad ha de enfrentarse a una situación de caos y devastación –o a la idea de ella si hablamos de una cuenta atrás a lo ‘Armaggeddon’.
Uno de los aspectos más interesantes y explotados de este supuesto se podría resumir en una frase: el apocalipsis es capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. Es el momento de reflexionar a través de los personajes si confiar en el juicio humano de un colectivo es un error, si los humanos dan asco, si la democracia es imposible, si un gobierno centralizado es necesario, si Rousseau estaba en lo cierto y nadie es malvado de forma innata; si actuamos para el bien personal pero no necesariamente con intenciones maliciosas. Si aguantamos con entereza ante la adversidad.
Cualquiera diría que ante una hecatombe de estas características la logística sería una de las mayores preocupaciones de los supervivientes. Cualquier cosa –comida, armas, un cepillo de dientes- tiene una industria detrás; una producción, distribución y mantenimiento. 'Battlestar Galáctica' era muy hábil explotando estos temas logísticos a la hora de reflexionar sobre el carácter humano; porque es ahí donde suele estar el foco principal de estas historias, en cómo los personajes afrontan esos obstáculos. Mantener y/o recuperar las necesidades básicas modernas se convierten en un catalizador o motivador para ponernos contra las cuerdas, dibujar los diferentes perfiles y reacciones ante la catástrofe . Descubrir al héroe, al altruista, al egoísta y al vándalo. Es una premisa que no necesariamente requiere de un cataclismo como tal para ser explotada (un gran ejemplo es la primera temporada de ‘Perdidos’); a veces ni siquiera es necesario que llegue a producirse El Evento ya que la simple visión de lo que está por venir (una imagen del futuro como en ‘Flashforward’ o en ese episodio de ‘Fringe’) es suficiente para provocar conflicto; crisis; drama.
La humanidad tras el apocalipsis
Como decía, un apocalipsis es útil para provocar una situación extrema que facilite ese tipo de reflexiones acerca de la naturaleza humana y su comportamiento en situaciones límite; útil pero no necesario. Lo mismo ocurre cuando situamos la historia unos cuantos años, décadas o generaciones después de la catástrofe. Las consecuencias de la pérdida pueden desarrollarse en un drama familiar (‘A dos metros bajo tierra’) sin necesidad de que la Tierra sea inhabitable (‘The 100’) o de hacer desaparecer repentinamente al 2% de la población mundial (‘The Leftovers’). Al fin y al cabo estas historias tienden a reflexionar sobre la humanidad como concepto global desde prismas individuales; un trauma colectivo a través de personajes únicos en representación de las diversas opciones de reacción, comportamiento y actuación.
La humanidad puede pelearse por sobrevivir en un mundo de ciudades fantasma, de tecnología perdida (‘Revolution’) o en entornos desérticos y anárquicos (la influencia de ‘Mad Max’ es innegable en este campo), pero al final del día las reflexiones son similares: ¿Cómo respondemos? ¿Caemos en un de perdidos al río dejándonos llevar por la locura y el desenfreno ante la incertidumbre del mañana? ¿Recurrimos al misticismo y la superstición? ¿Volvemos a una civilización de tintes medievales (‘Defiance’) o no superamos el caos que llega con la destrucción y la suciedad (‘Dollhouse’)? ¿Locura? ¿Autodestrucción? ¿Espíritu de supervivencia? ¿Pesimismo?
Es por todo esto por lo que ‘The Leftovers’ me ha resultado tan estimulante a pesar de que no todo en ella funcione. Es por eso que disfruto tanto de los planteamientos fantásticos que colocan a la humanidad años por delante de un desastre al que se ha tenido que enfrentar, ha tenido que superar y, sobre todo, al que se ha tenido que adaptar. Y también es por eso por lo que me revienta la mortalidad. No tanto por saber si los medios de transporte dentro de doscientos años serán tan rápidos como para considerarse cuasiteletransportación, o por comprobar que los aeropatines existirán o si finalmente volveremos a caer en otra Guerra Mundial. Lo que me exaspera es que no estaré ahí para ver a la sociedad evolucionar y adaptarse, casual o drásticamente, a esos cambios.
Menos mal que tenemos la ficción –y la ciencia ficción. Aunque sea desde la perspectiva del conocimiento limitado de la actualidad, me alivia tener a mi alcance esas visiones de la esencia humana que nos ofrecen historias de futuros cotidianos como los de ‘Her’ o los episodios The Entire History of You y Be Right Back de ‘Black Mirror’, o argumentos catastrofistas como el fatalismo trágico de ‘The Leftovers’. Y vosotros, ¿preferís a la humanidad durante o después de la catástrofe?
En ¡Vaya Tele! | ‘Halt and Catch Fire’, los perfiles de una revolución
Ver 9 comentarios