No sé cómo habréis pasado, queridos compañeros seguidores de 'Juego de Tronos', el día de hoy. El deporte de hoy es extremo y consiste en evitar los spoilers del segundo episodio de la cuarta temporada de 'Juego de Tronos'. Uno que, he de reconocer, no me esperaba que lo programaran tan pronto dentro de esta nueva tanda de episodios ni que estuviera tan magníficamente ejecutado... claro que las grandes pistas están en el título y en su guionista, George R.R. Martin, el autor de la saga --y concretamente de 'Tormenta de Espadas', el libro que nos está ocupando esta temporada--.
'Juego de Tronos' (4x02): El León y la Rosa
Nos encontramos con un vistazo a una parte de las facciones que no habíamos visto en el episodio anterior. De hecho el episodio comienza con una de esas cacerías de Ramsay Nieve/Bolton (Iwan Rheon) en los terrenos de Fuerte Terror. Roose (Michael McElhatton) regresa desde Los Gemelos --con su nueva y obesa esposa con una dote que vale, literalmente, su peso en oro--- para ver el estado de las cosas y cómo puede afianzarse en Invernalia.
Aquí es donde ve, preocupado y por primera vez, a Theon (Alfie Allen) transformado en el dócil Hediondo, quien confiesa que Bran (Isaac Hempstead-Wright) y Rick siguen vivos, dando el pistoletazo a la búsqueda de los pequeños Stark. Y ahí nos encontramos a Jojen (Thomas Brodie Sangster) y Meera (Ellie Kendrick) advirtiendo a Bran sobre pasar demasiado tiempo ocupando a Verano, su huargo. Mientras en Rocadragón el culto al Señor de la Luz está en auge y somos testigos de la quema de aquellos que no crean en este ser divino.
Sin embargo, el escenario que domina completamente el episodio es Desembarco del Rey con la víspera y la celebración de la Boda Real entre Joffrey (Jack Gleeson) y Margaery (Natalie Dormer). Tenemos un episodio repleto de momentos bastante interesantes: parece ser que la seguridad de Shae (Sibel Kekilli) es insostenible y Tyrion (Peter Dinklage) toma la dura decisión de separarse de ella por el bien de su enamorada. Jaime (Nikolaj Coster-Waldau) toma clases de espada por parte del discreto --siempre que haya oro de por medio-- Bronn (Jerome Flynn), hay una gran recepción de regalos despreciados --ese momento en el que Joffrey destroza el libro de su tío con su espada nueva es excelso-- y llega la gran boda.
Los que vemos 'Juego de Tronos' y los habitantes de de los Siete Reinos saben que una boda es de todo menos un acontecimiento seguro... o uno para el olvido. En el banquete de la boda de Joffrey y Margaery somos testigos de todo tipo de conversaciones --Oberyn (Pedro Pascal) es lo más--, miradas que revelan sentimientos, y situaciones incómodas para todos los presentes comenzando en la grotesca representación con enanos de la Guerra de los Cinco Reyes y la subsiguiente humillación a Tyrion --alguno podría hacer una comparación entre lo que hace Ramsay con Theon y lo que hace el rey con su tío--. Todo esto marca el tramo final del episodio en el que Joffrey muere envenenado.
Karma ¿al fin?
Así hemos asistido a la Boda Púrpura, llamada así por los fans --juraría que Martin no usa ese término en los libros-- por el color de la cara de Joffrey cuando fallece. Es, básicamente, lo más parecido a justicia kármica que podemos ver en toda 'Canción de Hielo y Fuego'. Joffrey como personaje es completamente odioso y en este episodio se han encargado de recordárnoslo y darle un fin traicionero. Joffrey es denostable y la interpretación de Gleeson es sencillamente magistral... se le va a echar mucho de menos en el mundo de la interpretación, del cual se retira.
Sería, eso sí, completamente injusto recordar el episodio por sus últimos cinco minutos... sobre todo cuando todo el episodio está pensado para llevarnos a ese momento --a diferencia a otras muertes que hemos visto estas últimas semanas en la televisión--. El episodio es excelente, el mejor que nos ha dado Martin como guionista y me atrevería a juzgarlo como uno de los mejores que hemos visto en estas cuatro temporadas. Con esta muerte siendo el broche perfecto a un episodio que ya era sobresaliente antes del giro final.
El mérito, además de la pluma de Martin, debe llevárselo la dirección de Alex Graves, causante de que todo el acto de la boda --la mitad del episodio-- nos atrape desde el primer minuto poniéndonos en una tensión constante in crescendo hasta que llega la apoteosis. Puede que las treinta y dos páginas de guión de esta escena final sean para enmarcar pero no es lo único destacable ya que otras escenas como la del afeitado que le hace Hediondo a Ramsay están fantásticamente ejecutadas. Graves ha sabido moverse en terrenos como estos sabiendo cuándo ha de mostrar y cuándo ha de ser completamente sutil, y esto incluye con las pistas visuales de quién ha sido el causante de este regicidio.
¿Y ahora qué?
La gran importancia de este episodio radica en que supone el inicio del cambio en Desembarco del Rey. 'Tormenta de Espadas' es el libro en el que todo cambia y ya pudimos ver el primer gran acontecimiento con la muerte de Robb Stark en la Boda Roja. Esta semana hemos visto la Púrpura y con ella comienza la reestructuración del poder en Poniente, por lo que cabe preguntarse ¿qué va a pasar a continuación?
Reconozco que, al haber leído los libros, la pregunta es algo tramposa por mi parte. Sin embargo creo que es una reflexión muy interesante que nos tendremos que hacer en cada episodio, conozcamos o no la historia. No quiero adelantar acontecimientos, sino simplemente recalcar que es ahora donde se va a volver muy difusa la seguridad en la Fortaleza Roja y en la casa gobernante de poniente. 'El León y la Rosa' es un episodio soberbio que entre otras cosas nos muestra que, por mucho que seas de la casa Lannister, en 'Juego de Tronos' no existen intocables.
PD. Cameo musical con los que están tocando 'Las Lluvias de Castamere' en la boda, Sigur Ròs.
En ¡Vaya Tele! | Seguimiento de 'Juego de Tronos'
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