I never feel guilty eating anything (Hannibal Lecter)
Mi compañero Pere hizo la semana pasada una interesante reflexión acerca de hasta qué punto la televisión americana está empezando a sobrepasar esa fina línea que separa lo artístico y lo pornográfico a la hora de abordar la violencia en según qué series. Por mi parte, creo que el debate no debería ser tanto el hablar de los límites del buen gusto, siempre delimitados por el criterio de cada persona, como el hecho de si la violencia es utilizada con algún fin más allá de captar a los amantes del morbo.
Sin embargo, lo que ahora nos interesa es 'Hannibal' y más concretamente su segunda temporada, donde se sigue apostando por lo enfermizo como plato que quizá no sea del gusto de todos, pero sí de una minoría que sabe ver más allá de ese radical enfrentamiento entre su elegante estilo visual y su predisposición a ser terriblemente realista a la hora de mostrar a las víctimas que vemos en cada episodio. Eso no ha cambiado en los dos últimos episodios emitidos y tampoco su calidad o sus otras señas de identidad.
El viaje de Will Graham
Cada capítulo que pasa me resulta más complicado concebir que haya alguien que pueda disfrutar de la serie y que señale a la actuación de Hugh Dancy como uno de los aspectos menos logrados o directamente como una lacra que impide que 'Hannibal' vaya más allá de lo que ya es. El motivo de ello es que 'Hannibal' ha acertado de lleno al no potenciar en demasía al personaje interpretado con exquisita y perturbadora elegancia por Mads Mikkelsen, ya que todo lo que podría ofrecernos quizá se habría agotado a estas alturas y la serie ya se hubiese limitado a dar vueltas sobre sí mismas. Es ahí donde queda claro que Bryan Fuller tiene un plan sobre lo que quiere conseguir aquí.
No sé si recordaréis que Fuller demostró una gran confianza en que 'Hannibal' iba a seguir adelante cuando la NBC seguía dudando sobre la conveniencia o no de renovarla. De hecho, llegó a comentar que tenía planeadas hasta siete temporadas en las que su primer y primordial objetivo era indagar en la relación entre Graham y Lecter. En la primera temporada vimos cómo surgía y se desarrollada una amistad y un respeto mutuo que saltó por los aires cuando el segundo tendió una trampa al primero para que pagase por unos crímenes que no había cometido. Eso es algo que cualquier espectador avispado ya podía ver que estaba sucediendo varios capítulos antes, ya que 'Hannibal' juega al mismo tiempo a ser sorprendente y coherente con todo lo que habíamos visto hasta entonces.
Saltando ya a lo visto hasta ahora de la segunda temporada, hemos visto como los roles han cambiado sustancialmente al tener que lidiar Will con una acusación en la que la cuestión, como bien señala el personaje interpretado por Cynthia Nixon. no es decidir si es culpable, sino si era responsable de sus actos mientras asesinaba a otras personas. Al final del último capítulo ya se dejó ver la primera dosis de esperanza para nuestro protagonista cuando el personaje de Gillian Anderson era la primera en decirle abiertamente que cree en su inocencia. Nadie mejor que ella para hacerlo y está claro que ese hilo es el que va a llevar de una forma u otra al antológico duelo entre Mikkelsen y Fishburne en la escena inicial de esta temporada.
La enferma elegancia de 'Hannibal'
No descubro nada a nadie al destacar las virtudes técnicas de la serie, donde absolutamente todo está pensado para crear un todo inmaculado que es la envidia de casi cualquier ficción por cable. Si hay algo que crea ciertas grietas en su credibilidad son los diálogos, ya que la enorme trascendencia y pulcritud de todos ellos puede llegar a conseguir que nos planteemos si realmente son todo lo naturales que debieran ser --cuesta muy poco creérnoslo en el caso de Lecter, pero tengo mis dudas en otros casos--. No obstante, esa intensidad es una de las claves para que los actores puedan dar lo mejor de sí mismos y que el embrujo al que nos somete Fuller funcione en líneas generales.
Uno de los aspectos que siempre me han llamado más la atención de 'Hannibal' es que es prácticamente imposible encontrar una escena en la que realmente haya silencio de fondo cuando oímos hablar a los personajes, ya que se usan constantemente efectos sonoros --hay partes de la banda musical que incluso transmiten la idea de querer no ser más que eso-- para avivar la sensación de tensión o misterio alrededor de una escena. Por mencionar un único caso, esta acusada tendencia refuerza de forma brillante el acecho sensorial de Mikkelsen a Anderson cuando ésta expresa su deseo de interrumpir su relación profesional, pero la cantidad de casos es abrumadora, siendo de agradecer que en esta segunda temporada aún no me haya quedado pensando en ningún momento que a santo de qué viene utilizarlos tanto.
No obstante, todo ese aura de suspense acabaría por desvanecerse si no encontrase su apoyo en hechos específicos y es ahí donde entra la querencia de Fuller a mostrar cadáveres descompuestos, pero con un acercamiento visual que casi nos lleva a pensar en obras de arte creadas con cuerpos humanos. Eso sí, 'Hannibal' no se deleita en el cómo han acabado así, siendo eso lo realmente escabroso y hasta cierto punto de mal gusto. Lo que se estiliza aquí no es la violencia, porque hay infinidad de series que abusan mucho más de ella, pero ninguna se atreve a ir más allá de sus rasgos más superficiales, siendo ahí donde ésta incide con una precisión asombrosa para, aunque no sea del todo la palabra adecuada, deleite de sus seguidores.
La cuestión es que 'Hannibal' es una serie conscientemente hecha para una minoría --no todo el mundo está preparado para poder disfrutar con una propuesta como la suya--, que tiene muy claros sus objetivos y que no está dispuesta a traicionarlos por nada del mundo. Es cierto que es muy juguetona con sus detalles más perversos --las comidas preparadas por Lecter o incluso su línea de diálogo con la que he encabezo esta reseña-- y que en contadas ocasiones puede transmitir la idea de ser algo gratuita en su forma de explorar las consecuencias de la violencia, pero es una evolución natural, porque lo que realmente tiene capacidad de impactarnos no es ya la violencia, sino lo que puede venir después de ella.
En ¡Vaya Tele! | La deliciosamente perturbada primera temporada de 'Hannibal'
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