Incluso para los que no disfrutan de la época navideña, ésta puede reservar interesantes momentos, como puede ser el dejarnos tiempo para ver esa serie de la que tantos hablan tan bien y a la que aún no hemos tenido ocasión de echar un vistazo. 'Gomorra' tiene la "mala suerte" de ser una serie europea, o, lo que es lo mismo, una producción a la que muchos pondrán en segundo plano, por detrás de los estrenos norteamericanos que llenan líneas y más líneas.
'Gomorra' tiene otra dificultad: estar al nivel de la historia que escribió Roberto Saviano en 2006, y de la película que se rodó en 2008. Ambas nos dejaron el corazón sobrecogido. Por si alguien lo dudaba, no, la serie tampoco falla. Saviano ha sido quien se ha puesto al frente de su adaptación para televisión para Sky Atlantic. Y el resultado final es brillante.
No para todos los públicos
'Gomorra' es una historia dura, no apta para todos los estómagos ni corazones. Las luchas por el poder se convierten en batallas por la propia vida. La crudeza con la que los personajes se manejan, las traiciones e interesadas alianzas presentan un punto débil: si te dejas llevar por los sentimientos, estás perdido.
En 'Gomorra', tenemos dos clanes enfrentados por el imperio de la droga, un negocio que consideran no sólo suyo, sino marcado a fuego en su piel, es la razón de ser que les ha hecho crecer y desarrollarse, tomar el control de una ciudad y ser respetados. No tiene que ver con la legalidad o la justicia, sino con un oficio que los Savastano y los Conte ejercen como si fueran artesanos.
¿Qué es la familia? Como en tantas historias sobre la mafia, esta serie hace hincapié en las relaciones de vasallaje que se establecen entre los "dueños" del invento y aquellos que trabajan para ellos. La familia, el sentido de unidad y lealtad es fundamental, pero, por supuesto, no está basada en el amor, ni siquiera para los que están atados por vínculos de sangre, y los intereses, las traiciones y los desplantes mal entendidos están a punto de encender la mecha una y otra vez.
Trepidante e intensa
Los personajes de 'Gomorra' son un dulce de ésos que nos hacen amar a los más villanos y a los que preparan las jugarretas más sucias, los que no tienen escrúpulos para utilizar a quien sea para ayudarse en sus propósitos, incluso un niño aterrorizado porque no es capaz de imaginar dónde se ha metido y aún quiere confiar en quién le ha llevado hasta allí.
Todos han vivido un duro proceso argumental, empujados por una historia que no da tregua. Desde ese feliz Ciro que cantaba en el primer capítulo junto a su cuñado, desafiante, seguro de que con su juventud y su arrojo, el mundo siempre estaría a sus pies; hasta Gennaro, el chico dulce, que quiere la aprobación del padre pero que no es capaz de disparar y que se ve arrojado al juego más duro por una madre letal e impasible, que aún así, no duda en reponer la figura de la Virgen María en un barrio en el que es difícil tener fe en ciertas cosas.
Sufrimos con los "malos". Nos duele ver a Don Pietro, ese tirano que maneja a sus hombres como muñecos, en la cárcel, atiborrado de pastillas, perdido, sin razón de ser ni identidad. Temblamos cuando disparan a Doña Inma, la mujer que se atreve a ponerse al frente de un imperio para que todo por lo que ha luchado su familia no se destruya.
'Gomorra', la serie sobre la mafia napolitana, ha sido una de las mejores ficciones de 2014: cruda, violenta, sincera, realista... Su estructura, con esos capítulos que se disfrutan incluso de manera individual, en los que los secundarios y sus complejas vidas son puestas al límite, es una gozada audiovisual. Personalmente, espero con muchas ganas su segunda temporada, el final de la primera es francamente prometedor.
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