La sexta temporada de ‘House’ apuntaba a ser la del cambio. El médico la empezaba en un psiquiátrico, sometido a tratamiento para abandonar su adicción a la Vicodina y en terapia psicológica para intentar ser menos miserable y desarrollar una relación más saludable con las personas que le rodean. A pesar de algunos pasos atrás y algunas recaídas en su viejo modo de ser (y una todavía más creciente afición por emborracharse), House se ha comportado un poco menos como un capullo, aunque siga siendo borde, un poco infantil y esté dispuesto a lo que sea para demostrar que tiene razón.
Pero sí lo hemos visto intentar ayudar a sus colegas (como con Taub y sus problemas matrimoniales, que a mí me han resultado un lastre) y, en general, ha intentado ser una mejor persona. Y, sin embargo, Wilson lo echa de casa para poder estar más tiempo con Sam, su primera ex mujer, y Cuddy no sólo sigue con Lucas sino que, además, él le ha pedido que se casen. House se ha esforzado por portarse bien con ellos y ellos, a cambio, lo echan de su vida (o así lo entiende él), y lo que más le duele es lo de Cuddy, porque sus sentimientos por ella estaban de fondo en gran parte de las cosas que le han pasado esta temporada.
De hecho, para mí, el trío formado por House, Cuddy y Wilson ha sido para mí lo más interesante y, muchas veces, divertido de ver esta temporada. Los casos hace tiempo que guardan unos paralelismos demasiado forzados con las situaciones personales de los médicos y del equipo de diagnóstico, últimamente los más entretenidos son Chase y, por fin, Trece, a la que le ha venido estupendamente dejar a Foreman. Lástima que, justo cuando está más soportable, empeora de su enfermedad de Huntington y tiene que irse. Pero como decía, el centro real de la temporada han sido House, Wilson y Cuddy (y éstos últimos hasta han tenido episodios dedicados exclusivamente a ellos).
Desde que House y Cuddy fueron a aquel congreso y nos confirmaron que habían tenido un fugaz romance en la universidad, él ha intentado recuperarla, incluso fingiendo al final que no le importaba que estuviera con Lucas. El libro antiguo que le regala (escrito por el bisabuelo de Cuddy) es sólo el punto de arranque de toda la montaña rusa emocional que los dos viven en ese accidente de construcción que cierra la temporada (y que recordaba a aquel capítulo de ‘Urgencias’ con Doug Ross enfrentado a una inundación). El enésimo paciente en una situación similar a la de House (una chica atrapada bajo los escombros cuya única oportunidad de sobrevivir es que le amputen la pierna) sirve, esta vez sí, para que veamos por fin en el interior del doctor, para que veamos (y Cuddy con nosotros) el dolor, la frustración y la tristeza que habitan en él.
La última escena de este ‘Help me’ (grabado con una cámara fotográfica DSLR profesional) va a tener a los fans discutiendo todo el verano. Si para acabar la quinta temporada tuvimos una noche de sexo que House se imagina con Cuddy, para cerrar la sexta hay un beso muy real entre los dos y el reconocimiento de Cuddy de que siempre ha estado enamorada de él. ¿Cómo se desarrollará esto en la séptima temporada? Ella es lo único que le queda a House en este momento de su vida; ha dejado la Vicodina, ha dejado de ver a su psiquiatra y, volviendo con la paciente al hospital, hasta se deja olvidado el bastón. El cambio tiene que ser inevitable, y parece que esta vez los guionistas no nos van a amagar con hacerlo para luego arrepentirse y dar marcha atrás, como habían estado haciendo hasta ahora.
La temporada ha tenido unos cuantos altibajos, pero los primeros capítulos y los últimos han sido bastante sólidos en su exploración de los problemas y de la personalidad de House, y en general ha tenido un mejor nivel que la quinta. La séptima se iniciará con el doctor en una situación en la que no lo habíamos visto hasta ahora, y será interesante ver por dónde se mueve su relación con Cuddy.
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