Tengo que reconocer cierta adicción a todos aquellos proyectos que se preparan y que intentan aprovechar el éxito de un personaje histórico o de uno sacado de una novela de ficción. No me puedo contener y en cuanto la serie se estrena corro a ver lo que han hecho con el personaje de turno, una curiosidad que supongo que comparto con muchos espectadores. La cadena de turno es consciente de este hecho, que utiliza para comenzar el recorrido de una ficción aprovechándose de esa expectación extra que causan ciertas elecciones.
Con el 'Drácula' de la NBC tenía mis dudas, como con tantos otros personajes que se han visto de buenas a primeras con una versión seriéfila. La llegada a la televisión de algunos ha sido más acertada que la de otros, y en esta ocasión tenemos que lamentar uno de esos casos en los que, al menos tras el episodio piloto, no ha conseguido cubrir las expectativas, gracias a unos ánimos que se han quedado a medio gas. Y es que hemos asistido, una vez más, al uso de un nombre conocido por todos como reclamo de la creación de una ficción que resulta ser una adaptación muy libre de lo esperado por todos.
En realidad, esto no debería tener más problemas si la historia presentada consiguiera encandilarnos, pero este nuevo 'Drácula' parece que no tiene afilado aún los colmillos y nos ha enfriado todas las expectativas que se esperaban de él. Parece que buena parte de la culpa la tiene Jonathan Rhys Meyers, que no termina de convencer encarnando al mítico vampiro. Sus miradas profundas y esa sensación de que hay veces que está más fuera que dentro de la serie hace que no tenga la dosis de carisma necesaria para que tras el piloto sintamos devoción y atracción por este nuevo chupasangre.
Sin duda, lo mejor ha sido todo el envoltorio de la historia, ambientada en ese Londres de finales del siglo XIX para el que se han cuidado todos los detalles. Es lo único que causa expectación de 'Drácula' y lo que verdad resalta de la ficción en su primer capítulo. Se ve que había ganas de crear una ficción envolvente que viéramos como un dulce seriéfilo cada semana pero a la calidad técnica no le sigue un desarrollo del guión que se encuentre al mismo nivel, ya que a priori ni la resurrección de Drácula ni su propósito de venganza logra entusiasmar lo más mínimo.
Esta falta de entusiasmo es debida a ese conjunto de elecciones que han dado vida a esta adaptación televisiva, que sí tiene escenas destacadas que llaman la atención como aquella con la que arranca el episodio. Quizá tampoco ayude lo manido que está el tema vampiro en el mundo audiovisual actual, que juega en contra de todo lo que nos ha ofrecido 'Drácula' en su primera toma de contacto con la audiencia. Veremos en qué quedan estos episodios y cómo transcurre la venganza de este particular Drácula, aunque a priori podemos decir que aún le queda mucha sangre por chupar para que consiga atraparnos como pretende.
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