Del modo quizás más inesperado, ITV se ha encontrado con su mayor éxito desde 'Downton Abbey' en 'Broadchurch', la serie policiaca creada por Chris Chibnall que ha promediado nueve millones de espectadores a lo largo de sus ocho capítulos, razón más que suficiente para que vaya a tener segunda temporada. Esa renovación es sorprendente, cuanto menos, porque la investigación del asesinato de Danny Lattimer queda cerrada al final; descubrimos al asesino y, de resultas, la vida de los dos detectives que lo han investigado salta completamente por los aires, aunque por razones diferentes. Pero es cierto que lo que la serie quería mostrar era más el efecto que la muerte del niño, y la identidad de su asesino, causa en el pueblo, creando una herida que no parece fácil de cerrar.
Sobre por dónde puede ir esa segunda temporada ya hablaremos más adelante; ahora, comentemos cómo se ha desarrollado 'Broadchurch' en su exploración de lo que la pena y el duelo por un suceso tan violento pueden provocar en una comunidad pequeña, y en cómo la investigación va afectando también a los policías mucho antes de que averigüemos que el asesino les tocaba mucho más de cerca de lo que parecía en un principio. En ese aspecto, resolver rápido su identidad en el último episodio, dejando casi la última media hora a mostrar sus "daños colaterales", ha sido una decisión acertada e interesante.
Y el asesino es...
Que Joe, el marido de la detective Ellie Miller, terminara entregándose y confesando haber matado a Danny no era exactamente una sorpresa porque se habían dejado apuntes aquí y allá de que la solución podía ir por ese camino. Entre las palabras del vidente a Hardy, señalándole que el culpable era alguien cercano, y esa conversación entre Ellie y Susan Wright cuando se descubre la verdadera identidad de ella, y su complicado y terrible pasado familiar, apuntaban en la dirección de Joe. Esas preguntas de Ellie a Susan sobre cómo podía no haberse dado cuenta de lo que su marido hacía con sus hijas terminaron siendo proféticas, y es la derrota emocional de Ellie, probablemente, el momento más devastador del último capítulo.
Lo cierto es que el dúo Ellie Miller-Alec Hardy ha sido una de las cosas más disfrutables de la primera temporada. David Tennant y Olivia Colman han tenido algunos momentos muy divertidos, y su conversación final en el banco, con los dos completamente abatidos, ejemplifica a la perfecciónel tema detrás de la serie. Hardy, además, se ha redimido un poco después de un comienzo en el que era una sucesión de clichés ambulantes sobre el detective autodestructivo, y a ello ayudó que descubriéramos finalmente por qué se fue al garete la investigación de los asesinatos de Sandybrook. En ese aspecto, por cierto, 'Broadchurch' no ha perdido ocasión de mostrar los efectos que puede causar también la intensa cobertura mediática que suscita un caso como el de Danny Lattimer. El retrato de las tácticas de los tabloides ha sido igualmente convencional, aunque Karen White, la periodista de la ciudad, ha tenido al final algunos detalles interesantes. Conseguíamos creer que realmente se preocupa por los protagonistas de sus historias, aunque también sabe cuándo tiene delante un buen reportaje.
El pueblo
Como Chris Chibnall ha reconocido en varias entrevistas (incluyendo ésta en The Telegraph), su principal interés con 'Broadchurch' no era hacer un whoddunit, sino mostrar las consecuencias del asesinato y su investigación en esa pequeña comunidad costera. En ese aspecto, aunque han buscado retratar una línea moral gris y una situación compleja, no siempre lo han conseguido. A la subtrama con Jack, el dueño del quiosco, le faltó sutileza (era demasiado evidente cómo iba a terminar todo, aunque es cierto que eso le daba mayor aire trágico), y la revelación del pasado de Susan Wright y su relación con Nigel, el compañero de trabajo del padre de Danny, quedó coja por su uso como último despiste de la identidad del verdadero asesino.
En cuanto a la familia Lattimer, en general, la serie ha buscado mostrarlos con todas las aristas posibles que la muerte de Danny puede acarrear, desde que se ahonden las diferencias entre sus padres, a que la hermana no sea capaz de estar en el instituto. Sin embargo, a veces resultaban también un poco frustrantes con la tozudez del padre en guardar secretos o la superioridad moral que la madre transmitía en ocasiones, aunque sus conversaciones con el pastor solían ser bastante interesantes. Al final, 'Broadchurch' ha sido, en general, más convencional de lo que parecía inicialmente, y de lo que pretendían sus planos poéticos a cámara lenta, pero sus últimos veinte minutos le han dado un empaque emocional que faltaba al principio.
En ¡Vaya Tele! | 'Broadchurch' tendrá segunda temporada
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