'24', el último gran héroe (I)

'24', el último gran héroe (I)
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El héroe en el sentido tradicional de la palabra es algo en desuso, tanto en el cine, donde el superhéroe acapará su lugar, como en la televisión, donde se llevan personajes más oscuros que no terminan de encajar del todo con ese concepto de toda la vida (como el caso de ‘Dexter’). Sin embargo, eso no impidió que ‘24’ se convirtiera en una de las mejores series que se han creado, sino también en el mejor exponente de último gran héroe de acción con el mítico Jack Bauer. Sin duda, el hecho de querer contar los hechos en tiempo real fue uno de los principales factores de su éxito, pero no el único.

Contar el origen de ‘24’ a estas alturas quizá sea una tontería, pero es algo tan sencillo como que un día se le encendió la bombillita a Joel Surnow, curtido como guionistas en producciones tan dispares como ‘Currupción en Miami’ o ‘Falcon Crest’, y decidió que sería una gran idea crear una serie de 24 episodios y que cada uno abarcase una de las horas del día. Surnow contactó con Robert Cochran, ya familiarizado con el género por su trabajo en ‘Nikita’, para contarle sus planes, pero éste le dijo que era una idea horrible y muy difícil de desarrollar. Al día siguiente ya trabajaban en lo que acabó siendo ‘24’.

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Los comienzos de ‘24’

Los protagonistas de la primera temporada de


En Fox quedaron entusiasmados con la idea, lo que les llevó a hacerse con los derechos de inmediato y dar luz verde a una primera temporada de 13 episodios que protagonizaría Kiefer Sutherland, un actor con sobrada experiencia cinematográfica que aún buscaba ese papel que lo convirtiera en alguno más que un secundario resultón. Además, reclutaron también a Stephen Hopkins, director que había demostrado cierta pericia en el género de la acción, pero que no pasaba por sus mejores momentos al no habr funcionado todo lo bien que se esperaba su poco lograda versión cinematográfica de ‘Perdidos en el espacio’.

Hopkins se encargó de dirigir el episodio piloto (luego rodaría once más de la primera temporada), que, aunque algo lejos de los capítulos más caros de la historia, costó cuatro millones de dólares. El problema es que estábamos ante una serie un tanto sensible teniendo en cuento los atentados del 11-S, lo cual provocó el retraso de su estreno y la duda sobre su supervivencia más allá de los 13 episodios inicialmente encargados. El público respondió, pero sin llegar a unas cifras suficientemente ilusionantes para lo que costaba la serie.

Eso sí, la serie era alabada por la crítica y por esa vía llegó la renovación para los 24 capítulos deseados al ganar Kiefer Sutherland el Globo de Oro a mejor actor dramático por su participación en la serie. Por muchos es sabido que ganar premios puede ser decisivo para la supervivencia de una serie, y aquí estamos ante un gran ejemplo de ello, ya que era probable que ‘24’ ni siquiera hubiese sido merecedora de este nombre de no haberse llevado ese premio.

El estilo de la serie

El reloj de

Hay una serie de constantes que, tanto para bien como para mal, definen a ‘24’. Una de las más características es el uso de la sobreimpresión de la hora interna de la serie dentro de determinados momentos. En ocasiones sólo sirve para recordar al espectador el momento en el que nos encontramos, pero también fueron un buen recurso para introducir los cortes publicitarios en USA (esos que Antena 3 ignoraba de forma vil, casi tanto como su trato a la serie), pero su gran baza era cuando. tras un cliffhanger de mucho cuidado, dejaba unos segundos al espectador para reponerse de lo que acababa de ver al final de casa episodio.

Otro toque característico de la serie es el uso de las pantallas divididas, ya que la acción siempre transcurre en paralelo (los flashbacks destacaban por su casi total ausencia), algo que hacía aconsejable que aparecieran simultáneamente en pantalla, pero que la serie quiso llevar más adelante. Su uso, muy calculado en las primeras temporadas y algo más “porque sí” según avanzaba la serie, permitía crear tensión de la situación más insospechada y también servir como transición entre lo que sucedía en diferentes espacios.

El uso de la pantalla dividida en

Los ya apuntados cliffhangers eran la estrella de la función, lo que convertía a ‘24’ en la serie ideal para ver en maratón intensivo y te dejaba con un ansia incontrolable por ver algo más cuando acababa el episodio semanal. No obstante, esto acarreaba ciertos problemas que se fueron agudizando a medida que ‘24’ iba sumando nuevas temporadas. Sin duda, lo más agravante era la necesidad de que hubiese un topo (o varios) en la UAT, algo que siempre hacía pensar que ya habría habido cincuenta guerras nucleares en el mundo de no ser por Jack Bauer.

En evidente relación con lo anterior hay que apuntar algo bastante inusual en una serie, no ya por aquel entonces, sino incluso ahora: Todos los personajes, con la excepción de Jack Bauer, son prescindibles, es decir, puedes jugar con el espectador con la idea de que alguien vaya a morir y realmente se lo crea. Este punto puede parecer una tontería, pero su función para disparar la adrenalina del espectador es de una efectividad indiscutible y distingue a ‘24’ de otras competidoras por un espacio vital similar como ‘Alias’.

Y es que ‘24’ funcionaba muy bien en su primera temporada por la suma del factor novedad, una cuidada puesta en escena (y aún mejor edición) y unos guiones que, pese a ciertas trampas (la aparición de un segundo asesino), transmitían la sensación de estar milimétricamente pensados dentro del género de acción, pero la decisión clave para llevar la serie a otro nivel fue la elección de cómo resolver la season finale. Por una parte tenían un final feliz ya visto episodios antes, y por otro un desenlace trágico que forzara a evolucionar al protagonista de cara a una segunda temporada. Afortunadamente, triunfó lo segundo.

Jack Bauer es Dios (o al menos llegó a serlo)

Jack Bauer es Dios

Es cierto que a Kiefer Sutherland le tocó la lotería el día que fichó para ser Jack Bauer, pero él ayudó mucho a la credibilidad de su personaje. Desde su característica voz (recurso aún más sabiamente explotado en ‘Última Llamada’) hasta una presencia física que no necesita de los músculos desmesurados para imponer con ella, Sutherland tardó bien poco en crear una simbiosis perfecta con Jack Bauer, un hombre presentado inicialmente como un héroe a su pesar (su familia ha sido secuestrada y no le queda otra), pero que pronto empieza a mostrar unos matices de corte negativo impropios de un héroe convencional.

Y es que Jack Bauer empieza siendo una representación casi arquetípica de gran héroe de acción tan en boga en el cine de los 80 y 90 (allí también era muy habitual que la desaparición de una familiar fuese el detonante de todo lo que estaba por venir), pero la serie no tuvo problemas en dar un salto al vacío y llevar más allá el concepto del viaje del héroe, algo perfectamente representado en los primeros 13 episodios. Sin embargo, esa afamada teoría olvida que los héroes envejecen y en ‘24’ podemos ver como Jack Bauer surge como héroe, posteriormente se asienta y acaba alcanzando su cénit para luego dar paso a una peligrosa decadencia.

No es que ‘24’ mantenga siempre el mismo nivel dentro de esa progresión bastante orgánica, pero sí que sabe introducir elementos paralelos para que veamos la otra cara de la moneda (aquí resulta vital el estupendo personaje de Tony Almeida) u otras situaciones que añadan verosimilitud a esa evolución. Además, la propia serie llegó a traicionarse a sí misma en esta faceta, pero ya habrá tiempo de hablar más detalladamente sobre esto.

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