Dos nuevos títulos de la sección oficial han llegado para intentar poner la carne en el asador de una competición que se antoja a todas luces desconcertante. Y aún más tras ver las candidatas de los tres primeros días de competición. Dos títulos dispares, con historias bien distintas aunque enmarcadas dentro de ese saber hacer, de ese enorme esfuerzo de sus respectivos directores por dotar a su historia de un estilo personal. Eso sí, con resultados también diferentes y ninguna tan brillante como para apostar ciegamente por ella en el palmarés del festival.
Pero vayamos por partes. Ayer aterrizaba 'Mr. Nice' de Bernard Rose. Una cinta coproducida por el Reino Unido y España que cuenta la historia (ascenso y caída) de Howard Marks, un conocido narcotraficante galés que es más un icono de la defensa del consumo de marihuana que de villano al más puro estilo del cine o televisión recientes. Muy alejado de los Sopranos, este personaje no deja de ser un embaucador que parece toparse con las circunstancias y que está interpretado por Rhys Ifans.
'Mr. Nice', un fumeta embaucador e icónico
Sin embargo, este 'Mr. Nice' de Bernard Rose se aleja de la típica biopic que transcurre durante varias décadas y multitud de escenarios y con una gran galería de personajes. La intención de Rose es más extraer el carisma peculiar de su protagonista. No un delincuente al uso que posee gran capacidad para usar las artes del engaño y que está en el sitio y momento adecuados. Un tipo culto que acaba convirtiéndose en uno de los mayores traficantes durante dos décadas.
Gran defensor de la marihuana, Mr. Nice (o Mr. Porro, que le podríamos llamar) encarnado con esfuerzo por monocorde Rhys Ifans, acarrea a sus espaldas con todo el peso de la cinta en la que Rose se marca licencias visuales para intentar alejarse, precisamente, del típico retrato del auge y caída de un tipo que consiguió ser uno de los más buscados del Reino Unido para acabar, tras su paso por la cárcel en showman y cómico.
A pesar de que la cinta posee material, historia, personajes y tramas como para convertirse en un viaje en montaña rusa muy entretenido, el director no termina de encontrar el tono de la narración y se detiene en hechos que sólo reiteran una y otra vez el carácter del personaje y no consigue avanzar con un mínimo de sentido del espectáculo y del ritmo (al que la historia se presta completamente).
En ocasiones intenta huir de los detalles para dibujar a los personajes en otros momentos cae en la reiteración, dejando que el aburrimiento y las ganas de continuar con su atribulada historia se incrementen. Otro aspecto en el que el esforzado trabajo de Bernard Rose no termina de cuajar es encontrar el tono del personaje. No consigue que el espectador alcance la empatía necesaria. Ni siquiera el sentido del humor ácido no consigue otorgarle al film el empaque necesario para no evidenciar sus defectos.
Al margen de ciertas licencias artísticas y alguna que otra ejecución chapucera en la ambientación de época (que deja demasiado en evidencia una enorme falta de recursos), posee una fotografía interesante y el film cuenta con una interesante banda sonora, tanto el score firmado por Philip Glass como las canciones recopiladas.
Ni decir tiene que la participación de Luis Tosar es casi testimonial (aunque menos si cabe que la aparición de Elsa Pataky) y que el resto de secundarios, con ligera excepción de Chloë Sevigny, no convencen en exceso. Esta historia filmada al más puro estilo de Hollywood le hubiese restado personalidad, sin duda, pero también es cierto que el sentido del espectáculo la convertiría en un film mucho más agradable y entretenido.
'La mujer con la nariz rota', a lo Robert Altman, pero en serbio
Esta producción germano-serbia es obra de Srdjan Koljevic, un guionista que afronta con ésta su segunda cinta en la realización. 'La mujer con la nariz rota' ('The Woman With A Broken Nose') es una película tremendamente honesta, con un guión muy elaborado y muy inspirado por Robert Altman y sus 'Vida cruzadas'. Al fin y al cabo, esta película ambientada en la actual Belgrado no es sino una confluencia de varias historias, un relato coral de la actual vida en la capital serbia. Donde sus habitantes son, como el propio realizador remarcaba en la rueda de prensa, víctimas indirectas de la guerra.
Tres historias bien engarzadas, que se cruzan con cierto abuso de la casualidad, y que posee unos personajes sólidos, creíbles y bien interpretados. Un taxista bosnio que se encuentra con un bebé cuya madre (con la nariz rota) salta por un puente en pleno atasco, una reconvertida farmacéutica que rehuye de su futuro matrimonio para revivir un pasado que siempre fue mejor con su amor rockero fallecido y una profesora que vive con la herida de un hijo fallecido y que es acosada incesantemente por un alumno.
La película posee buenos diálogos, muy realistas y cuyos personajes rebosan realismo. Todo está bien contado, sin licencias excesivas y buscando el retrato de una vida teñida de pesimismo, en una situación complicada para todos, pero en la que Koljevic sabe imponer un halo de optimismo gracias al uso del sentido del humor que intenta restar dramatismo a algunas de las situaciones.
A pesar de la falta de recursos y de cierta tosquedad en la resolución de algunas escenas, consigue un resultado más que correcto gracias apoyarse en el buen trabajo actoral y en un guión bien elaborado. Una película digna, sencilla y exportable. Otra cosa será que consiga alzarse con un premio en este Festival. Apuesto a que no, por ser una cinta de resolución convencional (y sabemos que suele gustar a los jurados aquello que se sale de lo habitual, aunque no siempre sea brillante).
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