Parece que este año se han empeñado en dar sorpresas en la 66ª edición de la Mostra de Venecia. Acaban de hacer público que el veterano Sylvester Stallone recibirá un galardón honorífico, en concreto el Premio Gloria Jaeger-LeCoultre, como reconocimiento a su dimensión como cineasta. Puede parecer, a primera vista, una arriesgada decisión o una elección muy a la ligera, por el carácter y el tipo de cine que Stallone ha brindado a lo largo de los años, pero en realidad me parece muy acertado por varias razones.
Como bien argumenta Refo en su blog, este premio (de reciente creación en el prestigioso festival) puede molestar a muchos, pero genera satisfacción entre los que hemos vivido buenos e inolvidables momentos cinematográficos a lo largo de años. No es tanto el grato recuerdo nostálgico del pasado, es una alegría por aportar personajes, que por mucho que nos pese, son leyenda del cine: Rocky Balboa o Rambo. Y tampoco hay que olvidar que siempre se esforzó (y lo sigue haciendo, como pronto podremos comprobar) en tareas de producción, escritura y, en definitiva, en todo lo que un cineasta puede hacer para defender su personal tipo de cine.
Es cierto que el principal argumento de los que defenderán que este tipo de premios deberían recaer en manos de autores más serios (véase los anteriores premiados: Kitano, Kiarostami o Agnès Varda), es que posee títulos que bien merecen olvidarse, pero es que a lo largo de todos los años que lleva en esto del cine, un veterano como Stallone ha brindado algunas buenas películas, de carácter comercial, pero que merecen también este reconocimiento. No aplaudirán al músculo, en vez de al cerebro, sino al espíritu entusiasta, al defensor de un cine para el gran público, y un incansable currante que aún sigue planteando batalla (aunque es cierto que ha perdido mucho fuelle, ya que la edad no pasa en balde).
Otra de las razones por lo que lo veo muy justo, es porque supone una decisión valiente, con ganas de salirse del guión por parte de la organización del festival. Todos sabemos como en este tipo de certámenes (como Cannes, Berlín o San Sebastián) se utilizan a las grandes estrellas mediáticas, incluso las menos reconocidas por su calado y más por su carácter comercial, para dar repercusión a las ediciones, y al final acaban otorgando los premios a verdaderos truños (ojo, no siempre), a películas y cineastas considerados de autor, que tienen en los festivales su único lugar de reconocimiento (y casi de vida de sus películas), puesto que su cine no suele gustar al gran público, o simplemente no llega porque todos apuestan por sus trabajos. Por ello, dar un premio honorífico a Sylvester Stallone en la Mostra de Venecia (será en la gala de clausura) es, cuanto menos, valiente por levantar la mirada, más allá del ombligo, que es lo habitual.
Stallone ha respondido, como no podría ser de otra forma, con enorme gratitud y halagos, además de que corresponderá a tal honor de forma especial. Expondrá, en primicia, y para los presentes en el Lido veneciano, algunas secuencias de su esperado nuevo trabajo ‘The Expendables’, por cierto buen ejemplo de su combativo y enérgico espíritu.
Vía | El Cultural y La Biennale