Ahora sí, jornada fría y lluviosa en Sitges. Tenía que deciros que hacía mucho calor, ésa era la clave para el cambio. Pero el clima no ha afectado a la gente, sigue habiendo mucho ambiente, y los cines (al menos el Retiro y el Auditori) están recibiendo bastante público. Uno de los platos fuertes de la programación era sin duda la proyección (hasta en tres sesiones, pero sólo a lo largo del día de hoy) de ‘The Ward’, lo nuevo de John Carpenter, al que desgraciadamente no han podido traer. Otro de los títulos que más expectación ha provocado, a tenor de las colas que se han formado en sus dos sesiones, ha sido la española ‘Secuestrados’, de Miguel Ángel Vivas.
Este film me va a servir para hablaros, a los que no habéis estado aquí, de algo muy propio del certamen catalán. No sé cuándo se originó, supongo que hace bastantes años, porque conforme pasa el tiempo Sitges ha ido coqueteando con otros géneros y ahora es ya normal ver películas en las que no hay rastro de cine fantástico o de terror. Pero como digo, algo se mantiene, y es la reacción del público; un público fiel que viene atraído por una programación en la que aún sigue abundando la violencia y la sangre. Así que incluso si en una película seria, dramática, hay una agresión o una muerte, la reacción habitual son fuertes aplausos y vítores. Es tremendo, como locos. Un tipo ha sido despedazado, o una mujer acuchillada, y lo que suena es feliz y sincera gratitud. ‘Secuestrados’ es cine enfermizo, así que os podéis imaginar lo contentos que han quedado muchos. Yo me sentía mal, qué le voy a hacer, por más películas que veo aún me impresiona el dolor y el sufrimiento, aunque sea ficción.
‘The Ward’, un regreso decepcionante
Decepción. Es la amarga sensación que le queda a uno tras asistir a lo que debería haber sido uno de los títulos más estimulantes del certamen. El regreso de Carpenter, sin embargo, es un relato de terror muy flojo, desganado, aburrido, sin fuerza y sin ideas, que sólo se mantiene en pie por la profesionalidad del realizador y el estupendo trabajo de algunos secundarios, destacando por encima de todos el carismático Jared Harris. El actor inglés, contratado hace poco para dar vida a Moriarty en ‘Sherlock Holmes 2’, interpreta al doctor del hospital psiquiátrico en el que es internada la joven Kristen (Amber Heard) tras prender fuego a una casa. La trama gira en torno a los misterios que rodean a la chica y el psiquiátrico, donde al parecer hay un fantasma que quiere eliminar a todas las pacientes.
Si os suena a chorrada, habéis acertado. Además, no hay sorpresas, desde el principio te hueles lo que pasa en realidad, y en cuanto Kristen empieza a conocer a sus compañeras, que van cayendo una a una en escenas carentes de ritmo y suspense, te ves venir el “sorprendente” desenlace. Desde luego, la resolución de los enigmas es lo de menos, lo fundamental es que el film carece de energía y la puesta en escena es bastante rutinaria, pero dice mucho del mediocre guión (escrito por Michael y Shawn Rasmussen) que han puesto sobre la mesa a un Carpenter que no parece nunca interesado en lo que está contando. Se nos ha vendido que nueve años después de ‘Fantasmas de Marte’, el realizador de títulos memorables como ‘Halloween’ (1978) o ‘La cosa’ (1982) regresaba con un sólido largometraje de terror clásico que combatía los sustos baratos; pero no es cierto, está repleto de sustos basados en subir el volumen, de trampas burdas y con uno de los fantasmas más ridículos y menos aterradores de la historia. Se puede ver, como se puede ver cualquier cosa mientras comes. Una pena.
‘Secuestrados’, violencia enfermiza
En pocas palabras, y para que os hagáis una idea muy clara de lo que os podéis encontrar, ‘Secuestrados’ es algo así como ‘Funny Games’ en España, sin los juegos de Michael Haneke con el espectador (el famoso mando a distancia). Tres encapuchados entran en una casa y secuestran a una familia (padre, madre y chica de 18); uno de los malos se lleva al padre de paseo para ir sacando todo el dinero que pueda de las tarjetas, mientras los otros dos se quedan con las mujeres. Hay tensión, desesperación, mucha sangre y violencia. Es un espectáculo sádico, tremendamente desagradable, que llega a situaciones insoportables. En ese sentido, el film logra su objetivo, y los aficionados de este tipo de historias lo pasarán en grande.
Al margen de la brutalidad de la propuesta, cabe destacar la longitud de las tomas que componen el film (poco habitual, lo normal es trocear bastante las escenas) y la impecable puesta en escena (menos habitual todavía), algo que sorprende ya que se trata del segundo trabajo de este realizador nacido en Sevilla (debutó en 2003 con ‘Reflejos’). Hay que seguir a Miguel Ángel Vivas, apuntad su nombre. Por otro lado, los pocos actores que intervienen están estupendos y contribuyen al realismo de todo lo que ocurre en ‘Secuestrados’; quizá falla un poco Fernando Cayo en la piel del padre, pero más por cómo está escrito su personaje (algo incoherente, poniendo en peligro a su familia de manera absurda, o lo que ocurre al final) que por la labor del intérprete. No me convence el uso que se hace de la pantalla dividida (para mostrar dos líneas de acción simultáneas), se pierde un poco de intensidad para ganarse a los más impresionables con un recurso llamativo, pero puede que sea algo muy personal; creo que habría sido más interesante centrarse en uno de los dos escenarios y dejar el otro fuera de campo, sin saber qué ocurre hasta el final. Y más barato. En cualquier caso, ya digo, un film intenso, realista y muy bien dirigido.
He acabado de escribir el artículo tras volver de un maratón de tres películas (entre ellas, ‘Rubber’, sobre un neumático asesino). Tengo muuucho sueño. Mañana os cuento más. Bon dia.