El sábado 10 era “el día zombie” en Sitges. La programación estaba prácticamente dominada por películas sobre muertos vivientes y a las ocho y media de la noche estaba prevista la popular “zombie walk” o “marcha zombie”; por unas horas, cualquiera podía convertirse en un zombie, acudiendo al edificio Miramar para un apropiado maquillaje, totalmente gratuito (los mordiscos no estaban prohibidos, pero era improbable que el maquillaje se contagiara de ese modo). No he estado otros años, así que no puedo comparar, pero lo que vi el sábado fue un acto bastante chapucero.
A eso de las ocho me acerqué con mi camarilla de fotos para ver la manada de zombies; el director y tres de los protagonistas de ‘Zombieland’ iban a dar el pistoletazo de salida, así que también fui para ver aquello, por si habían organizado algo simpático. Pero no. La gente por allí con ganas de pasarlo bien, y lo único que recibieron fue otro jarro de agua fría. De nuevo se demostró que el Festival lo mantiene la gente, no los que se llevan las medallas y el dinero.
En lo alto del Miramar había un tipo disfrazado, con un micrófono, que se creía un showman y no dejaba de decir tonterías y burradas (entre otras cosas, llamó “apestosa zorra” a una chica que tenía a su lado, y más adelante simuló que se la tiraba allí mismo, animando a que todos hicieran lo mismo por las calles de Sitges). Muy pronto, los participantes de la marcha empezaron a abuchearle y le pidieron a gritos que se callara, especialmente cuando el tipo no dejaba de llamarnos “frikis” a todos los que estábamos allí. La gente estaba dispuesta al cachondeo, pero no a reírle las gracias a un mequetrefe.
Finalmente, entre aplausos, aparecieron los tres actores y el director de la película. Ruben Fleischer dijo algo que no recuerdo sobre estar en Sitges (intentó el típico peloteo que siempre funciona, pero la gente estaba ya cansada), y a los actores se les preguntó cuál de los consejos que se dan en la película, para sobrevivir en un mundo lleno de zombies, era su favorito.
Abigail Breslin, a la que casi no se veía, dijo que la mejor era “mata y remata”; Emma Stone prefirió el de “no te hagas el héroe”; y Jesse Eisenberg, que no se debía estar enterando de nada, repitió con la misma voz temblorosa que su personaje, lo de no hacerse el héroe, quedándose a medias con otra frase. Con una desastrosa simulación de un escopetazo al cielo, se inició la marcha. No quise quedarme más tiempo, pero mientras me alejaba oía cosas como “¿Pero dónde están los zombis?”, “¿Vienen por aquí o van por otro lado?”, “¿Y nosotros qué hacemos, dejamos que pasen?”.
Pero hablemos ya del título del día, ‘Zombieland’, que como sabéis se hizo con el premio del público de Sitges. Protagonizada por Jesse Eisenberg, la película gira en torno a un joven que debe sobrevivir en un mundo que parece totalmente habitado por muertos vivientes, para lo cual sigue una serie de reglas propias y aparentemente infalibles. Pronto se cruza con un tipo duro al que da vida Woody Harrelson, y más tarde con las chicas interpretadas por Emma Stone y Abigail Breslin, que darán más de una sorpresa.
Se hacen tantas películas con zombies, que uno ya se espera lo de siempre, mucha sangre, personajes tópicos y las situaciones de siempre. Pero ésta es diferente. Desde el principio, uno se da cuenta que Ruben Fleischer ha realizado una película que se sale de lo corriente, una atípica comedia regada de momentos terroríficos (el flashback de Eisenberg con la chica que le gustaba es glorioso) y protagonizada por personajes frescos y humanos. Los dos protagonistas masculinos están geniales, con personajes que les vienen como anillo al dedo, y mientras todo se basa en ellos, en sus diferencias y sus conversaciones, la película es inmejorable.
Incluso cuando aparecen las dos chicas, todo sigue perfecto, divertidísimo; el problema viene justo después, cuando, a la fuerza, ellas tienen que seguir con ellos, y entonces el guión se vuelve mucho más blando y los tópicos empiezan a aparecer, dejando el conjunto mucho más abajo de lo que prometía. El final, de hecho, es lo que yo llamaría una completa bajada de pantalones. De verdad, da pena, estaba todo preparado para un cierre magnífico, y lo echan a perder. Pero bueno, no le voy a quitar méritos a la película, porque ante todo, fue la que más me hizo reír de todo el Festival, y por momentos pareció la mejor película de zombies jamás hecha.
La segunda película que vi el sábado fue ‘Solomon Kane’, basada en el personaje creado por Robert E. Howard (creador también de Conan) en 1928. El film ha sido dirigido por Michael J. Bassett y tiene a James Purefoy al frente del reparto, en el papel de Solomon, un soldado del siglo XVI que descubre que sus brutales y crueles acciones han ennegrecido su alma, estando a punto de acabar en el infierno. Decide cambiar su vida y convertirse en un hombre de paz, pero los tiempos no son los apropiados…
Me sorprendió ver a tanta gente en la sala (eran las diez de la mañana). Y que nada más aparecer el título, se oyeran aplausos tan furiosos. Entiendo que hubiera fans del personaje, pero, ¿es que todos esperaban encontrarse algo extraordinario? Parecían más emocionados de lo normal, como si ya supieran que les iba a encantar, antes de verla. En fin, debe ser que yo no me encuentro entre los fanáticos de Solomon, porque la película me pareció una tontería, otra de esas cosas oscuras y mal rodadas que tienen tanto éxito porque salen vampiros y hombres lobo (‘Underworld’ o ‘Crepúsculo’), o en este caso, demonios y brujas.
A mí me recordó mucho a ‘Van Helsing’, y aunque al parecer el director quiso a Viggo Mortensen para el papel, yo no dejaba de ver a Hugh Jackman dando espadazos entre la lluvia, el fuego y el barro. Personajes de trazo grueso, situaciones tópicas, planos gratuitos de supuesta belleza y una trama absurda que desemboca en uno de los finales más ridículos que he visto. Lo menos malo, como suele ocurrir, el diseño de producción y los actores (James Purefoy, Pete Postlethwaite o Max Von Sydow), que hacen lo que pueden con sus endebles personajes.
PD: Nota para los guionistas: Si un personaje es atravesado por una espada, por más que la historia pertenezca al género fantástico, como espectadores no podemos creernos que luego el tipo siga corriendo, saltando y peleando como antes, más aún contra un villano que hace un momento parecía invencible. ¡No seáis tan vagos escribiendo!