Vaya por delante, que quede claro desde el principio, que aquí tienen a un absoluto fan de la obra de Woody Allen. Películas como 'Annie Hall' o 'Delitos y Faltas' son, para mí, tan imprescindibles como '2001' o 'Casablanca', y 'Cuentos sin plumas', recopilatorio de escritos y relatos suyos, es mi libro de cabecera. Hecha la confesión, vamos a 'Scoop', la última película de este genio neoyorkino. Vista en la excelente sala del Auditori, en el marco del Festival de Sitges, me confirmó lo que ya sospechaba cuando el divertidísimo trailer me sacó carcajadas con gran facilidad: Woody Allen no ha perdido un ápice de su gran talento cómico. ¿Había dudas de ello? Yo diría que sí, tras las algo flojas comedias más recientes y, por el contrario, comprobar el gran éxito de la dramática 'Match Point', Allen bien podría haber seguido por esa senda y confirmar así el poco prestigio que se reconoce a los que hacen comedias. Afortunadamente, a él ya poco le importa (nunca le ha importado, pero ahora debe ser aún menos) todo este hueco escaparate de certámenes, premios, reconocimientos y buenas críticas. Una gran noticia, los que sabemos (o queremos) apreciar su cine, aún tenemos ración de carcajadas para rato.
'Scoop' cuenta la historia de una atractiva joven aspirante a periodista (Scarlett Johansson) que un buen día recibe la visita del fantasma de un reportero que murió recientemente. Éste le cuenta que conoce la identidad del asesino del Tarot, un criminal que está sembrando el caos en Londres (aunque sólo mata a prostitutas, todo hay que decirlo). El asesino resulta ser (según el fantasma) un importante miembro de la alta sociedad británica (Hugh Jackman). Para tratar de resolver el misterio, la periodista pedirá ayuda a un mago de poca monta (Woody Allen), que se hará pasar por su padre.
La sinopsis es, realmente, tan simple como la propia película. Realmente, esto es lo de menos, siendo una nueva comedia del genial Woody Allen. Porque son pocos los que, como él, son capaces de desarrollar un diálogo lleno de referencias culturales, sexuales y sociales entre dos personajes sentados en una cafetería, que además haga avanzar la trama, y que la escena resulte tan satisfactoria para el espectador. No se trata de monólogos divertidos para sacar la carcajada y mejorar el resto del film, como le pasó a Kevin Smith con su 'Clerks 2', se trata de escenas integradas en una historia, con los personajes principales hablando de sí mismos y de los que está ocurriendo en la película. Diálogos cómicos ejemplares, al fin y al cabo.
Y es que da gusto comprobar como Allen mantiene aún, a su avanzada edad y con tantos títulos a sus débiles espaldas, su chispa, su talento innato para hacer reír. La película tiene un argumento muy sencillo que va desplegándose con gran soltura, gracias a un guión con muy pocas fisuras (y de escasa relevancia) y, ante todo, a una dirección impecable, sobresaliente. Y aquí es donde van a encontrarse, supongo, dos grupos con opiniones diversas sobre el cine de Woody Allen. Porque, si bien está de moda decir que Allen ha mejorado como realizador con el paso de los años (algo que no comparto en absoluto), no lo está tanto reivindicar su cine más ligero y entretenido. Es posible que, con una comercialización adecuada, muchos recuperen y reivindiquen sus comedias más desenfadadas, ésas en las que el argumento poco importa y donde Allen da rienda suelta a su desbordante imaginación, pero, hasta el momento, somos pocos en este velero. Seguro que aún están recientes en la memoria de todos los generosos aplausos que recibió el cineasta con la dramática 'Match Point'. Personalmente, me parecieron, en gran parte, injustos con la obra de Allen, unas reacciones puntuales de gente que no sabe apreciar su cine y que, sólo en ese momento, se creían con el divino deber de darle al César lo que es del César. Quien no sepa valorar 'Annie Hall' o 'Misterioso Asesinato en Manhattan' haría bien en dejar de ver y, sobre todo, opinar sobre el cine de Allen. Se ahorraría tiempo y nos ahorraría leer amargas reflexiones sobre lo poco divertido que resulta escuchar a un tipo hablar sobre la masturbación o las gimnastas rumanas.
Me resulta imposible no contar una anécdota al respecto de esta película, ocurrida en la sala de prensa del recientemente finalizado Festival de Sitges. Estaba en la cola, a la hora de recoger los tickets (del día siguiente) que dan acceso a algunas películas para los que llevamos acreditación (gracias, Blogdecine), cuando, casi sin querer, leí una hoja que el señor que estaba delante mía sostenía delante de sus ojos (curioso, porque no la estaba leyendo). En esa hoja, un email recién imprimido, estaba escrita una crítica de 'Scoop'. Sólo leí un par de frases, pero fueron suficientes para darme cuenta de que, haga lo que haga, Woody Allen siempre tendrá a un sector de críticos en contra suya, con los argumentos más idiotas que uno puede imaginar. Todavía recuerdo una frase de cierta persona cuyo nombre no 'puedo' recordar que me dijo eso de '¿Woody Allen? ¿El pederasta? ¡No pienso ver nada que haga ese judío!'. Ese email que aquel hombre parecía querer enseñarme no contenía nada tan grotesco como lo que acabo de citar, pero sí que contenía estupideces como 'Al espectador español no le van las comedias, no le hacen ninguna gracia' o 'Woody Allen parecía haber superado la enfermedad infantil de hacer comedias'. No me pidan que recuerde más, porque, como suponen, dejé de leer. Lo peor: que alguien le haga caso.
Volviendo a lo importante, como no podía ser de otra forma, en 'Scoop' encontramos referencias habituales y temas recurrentes en el cine de Allen, así como giros argumentales que ya hemos podido ver en otras películas suyas. Si con la anterior, 'Match Point', era inveitable acordarse de la maravillosa 'Delitos y Faltas', al ver 'Scoop' nos vienen a la mente, de forma más poderosa, 'Misterioso Asesinato en Manhattan'. Al igual que en ésta, la protagonista es una mujer cuyo propósito es resolver un crimen, incriminando a un hombre en apariencia totalmente inocente, para desesperación de su involuntario ayudante, el propio Woody Allen en ambos films. El ritmo vertiginoso, las bromas macabras, el suspense hitchcockiano, los diálogos chispeantes y los personajes superados por las circunstancias vuelven a la pantalla, en un ambiente más moderno y, sobre todo, londinense. Dicho esto, y quizá por eso mismo, el aura de 'Match Point' sigue vigente en 'Scoop', de forma notoria. No sólo por Londres ni por la morbosa Johansson, también por el sutil retrato de la aristocracia y por ese toque mágico que, tan agradecidamente, se acerca a tocar a los personajes principales.
Y hablando de personajes principales, me gustaría destacar al elenco protagonista. Hablo de Scarlett Johansson, Woody Allen, Hugh Jackman e Ian McShane. ¿Qué puedo añadir si menciono a la adorada Johansson? Simplemente, que aquí está maravillosa, radiante, con un personaje típico del cine de Allen, una mujer fuerte, independiente (a priori), inteligente, tan neurótica como irresistible para los personajes masculinos de la historia (si tiene el físico de Johansson, más aún). En cuanto a Jackman, el siguiente actor en cuando a glamour, su personaje está un poco desaprovechado y es de lo más flojo de la película. Jackman está correcto, y tiene momentos muy buenos, pero necesitaba más minutos en pantalla y un mayor desarrollo; una lástima (quizá en el dvd se resuelva esto). Ian McShane es, de los cuatro, el que menos tiempo tiene para lucirse pero también es el que lo aprovecha mejor (¿será por su parecido con Al Pacino?). Su personaje, un periodista famoso que, desde el más allá, guía los pasos de la joven protagonista y el veterano mago, es muy jugoso y está escrito con mucho ingenio, representando escenas divertidísimas. Aunque, para diversión, para ingenio, para jugo, para todo, siendo lo mejor de la película, me quedo con el patético mago que interpreta Woody Allen, como sólo él puede hacerlo. Y ya sé que muchos saldrán con una de las frases que más veces he oído en mi vida en lo que a cine se refiere, ya sabéis, esa que dice 'Woody Allen siempre hace de él mismo', pero a mí eso me parece un argumento tan válido como decir que un Oscar lo gana cualquiera. Volver a ver a Allen moviendo las manos nerviosamente, del mismo modo que habla, soltando chistes de todo tipo y poniendo caras de sorpresa o miedo, es impagable. Está físicamente muy desmejorado, claro, pero nadie puede interpretar ese papel que él siempre escribe para sí mismo y que, con mayor o menor fortuna, hemos podido ver con la piel de Kenneth Brannagh, John Cusack o Will Ferrell (al que mejor he visto en esa imposible tarea de sustituir al genio en el terreno interpretativo). Ojalá tenga fuerzas y ganas para seguir actuando.
En resumen, 'Scoop' es una pequeña gran comedia que nos devuelve al Woody Allen más divertido y desenfadado, con una historia tan simple como aprovechada, sin perder el rumbo de la historia ni bajar de ritmo, como le había ocurrido en las comedias más recientes. Definitivamente, estamos ante una de sus mejores comedias. Para mí, es una excelente noticia, para los amantes del drama y del cine serio, será todo lo contrario. Como él mismo dijo recientemente: 'si no os gusta, no pasa nada, ya tengo otra película lista'. Efectivamente, ya estoy deseando conocer más sobre su último proyecto, protagonizado por dos jóvenes y grandes estrellas actuales. Aún hay esperanza. Aún hay Woody Allen.
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