Incluso en películas malas como esta 'El Ilusionista' ('The Illusionist'), de inminente estreno en las salas españolas, siempre podemos refugiarnos en este actorazo increíble llamado Paul Giamatti, que aprovecha el papel que sea para mostrar todo su inmenso talento. Alguno se acordará de la flojísima 'Cinderella Man', donde ocurría casi lo mismo, aunque ahí sí había otro grande, como es Russell Crowe, para darle la réplica. Si hace unos días reclamaba desde este mismo sitio un Oscar merecidísimo (desde hace mucho, claro) para el maestro Martin Scorsese, por esa implacable joya titulada 'Infiltrados', ahora le toca el turno al sensacional Giamatti, uno de los mejores actores del momento, sin discusión. Suele pasar que a un actor le acaban dando la estatuilla por una película menor, compensando el premio que debieron darle por una película mayor. Ojalá ocurra esto en la próxima edición de los Oscar. Eso sí, si le nominan, tendrá delante al monstruo Nicholson. Mala suerte. Pero vayamos al asunto principal de esta entrada...
'El Ilusionista', como digo, es una mala película que gira en torno a un señor llamado Eisenheim, famoso e increíble "mago" (ilusionista, vamos) de principios del siglo XIX que vuelve a Viena tras estar años exiliado, para mostrar su sorprendente espectáculo. Allí tendrá, muy pronto, problemas con el príncipe heredero Leopold, por su relación totalmente formal con la atractiva Sophie, antiguo amor de Eisenheim (por eso tuvo que marcharse). El mago no dejará que el poderoso aristócrata le impida acercarse (y mucho más) a la joven Sophie, con la que trazará un plan para poder escapar y vivir por fin juntos.
Y para contar ese sencillo punto de partida, al realizador Neil Burger no se le ocurre otra idea más torpe que empezar la película con un irrisorio prólogo, con diálogos penosos y una realización de juzgado de guardia (yo creo que eso no habría pasado el corte ni en televisión). Horrorosa forma de comenzar 'El Ilusionista', y terrible presagio, me dije a mí mismo sentado en una comodísima butaca del gran Auditori, en Sitges, en cuyo festival se proyectó este ridículo film de manera adelantada al resto de España (espero que no se me lance al cuello ningún nacionalista por decir eso). Menudo chasco me llevé y menudo chasco os váis a llevar muchos. Aquí podéis desahogaros, no os preocupéis.
Por supuesto lo malo no acaba ahí, en ese lamentable comienzo, casi toda la película es penosa, desde la torpe idea que tiene Burger de la puesta en escena y el montaje, pasando por un guión lleno de incoherencias y secuencias absurdas, hasta las limitadas posibilidades de casi todo el reparto, en manos de un señor que es muchas cosas pero también un inútil tras la cámara. Porque se puede valorar el esfuerzo (hay que ser gilipollas para ponerse a valorar estas cosas a las alturas en que estamos) pero nunca este desastroso resultado. Efectivamente, el prólogo es sólo un avance de lo que está por llegar, una película vacía, artificiosa, sin fuerza alguna y cuyo mayor reclamo, como no podía ser de otra forma, residen en contar con dos actores de gran prestigio como son Edward Norton y Paul Giamatti, el verdadero mago de la función.
No sé si llegasteis a ver una escena de esta misma película que colgó mi compañero (el inimitable) Red Stovall hace un tiempo, en la que aparecían Norton y Giamatti sentados a una mesa, charlando. Red decía, con toda la razón, que le había sorprendido cómo Giamatti, con la sencillez que caracteriza a los grandes, se comía con patatas a Norton. Ahí sólo podíamos juzgar una escena. Pero es que es así en toda la película. Y conste que no estoy menospreciando a un Norton que nos ha dejado grandes interpretaciones en su aún corta (pero intensa) carrera. Me refiero a su labor en la inquietante 'American History X' o en la correcta 'Las Dos Caras de la Verdad'. Sin embargo, Norton es un auténtico pelele en manos del gigantesco Giamatti. Parece todo un principiante que ha comenzado su carrera con esta tonta película. Porque aquí no se le puede echar la culpa al guionista (que es malo para todos) o al director, ambos son igual de malos para todos, no hay favoritismo para nadie; en todo caso era Norton quien lo tenía más fácil, al contar con el personaje más atractivo. El papel de Giamatti es secundario y sin ningún toque de originalidad, salvo el tratamiento sin igual que le aporta el actor(azo).
Me decía ayer mismo Red, en una de esas conversaciones telefónicas que me regala a menudo y que tanto valoro, que reivindicar la versión original en esta crítica (y en cualquier otra) iba a ser algo totalmente innecesario, de cajón. Y tiene toda la razón. Pero, y esto es lo que le comenté, en este caso me parece necesario ser tan obvio porque el resultado, la interpretación COMPLETA de Giamatti, que se pierde cualquier espectador que vea 'El Ilusionista' doblada al castellano, es extraordinaria. Es que el Giamatti original se come la pantalla y el Giamatti doblado es uno cualquiera. ¡Y todos deberían poder disfrutar al original! Vamos, digo yo, igual hay un grupo ahí fuera, armado con antorchas y biblias, que sólo desean consumir (tan rápidamente como se pueda) las películas en el mismo idioma en que ellos gruñen. ¡Será eso!
Por supuesto, en el reparto no están sólo el plano Norton y el gran Giamatti. En papeles secundarios de relativa importancia en esta fallida historia, encontramos a unos sosos Jessica Biel (quien sigue disfrutando de una situación inmejorable gracias a su cuerpo) y Rufus Sewell (ha estado mucho mejor en otras ocasiones). Biel, simplemente, le viene grande el papel, estando la "actriz" (me da la risa) imposibilitada a día de hoy para ponerse en la piel de una mujer que debe manejar un conjunto de situaciones realmente difíciles, en definitiva, emocionarse y emocionar al espectador. No lo consigue ni de lejos. Ya digo, es guapa y está ahí. Vale. En cuanto a Sewell, sigo pensando que es un actor interesante, al que hay que seguir, pero, sinceramente, me está dando razones para retirarle esa confianza y situarle en ese gran conjunto de intérpretes cuya etiqueta más apropiada es "no me pongan en el mismo plano que a un actor mejor que yo" (es decir, que le saquen siempre solo o junto a Eduardo Noriega).
Especial mención merece, y ya voy acabando, el giro final (que no revelaré, tranquilos) de la película. Realmente, no me reí porque no soy un maleducado y se notaba que en la sala el film estaba gustando (aunque fuera tímidamente), pero hubiera sido lo más indicado. Hablando claro, 'El Ilusionista' está montada como si fuera un truco más, sorprendente y brillante, de ese mago que interpreta Norton, pero el resultado es casi insultante. No sólo está fatalmente escrito, careciendo de todo sentido, sino es que el espectador lo ve venir desde el principio y no le resulta en absoluto inesperado, más bien estúpido (y me refiero a espectadores mínimamente avispados y con algo de experiencia en esto de ver cine, que igual hay quien no ha visto tres películas en su vida y se traga todo lo que le echan con satisfacción e inocencia). Por tanto, de lo torpes que son, el guionista y el realizador, el tiro les sale por la culata, enterrando lo que podía haber sido una historia mucho más interesante, sin ceñirse a la gilipollez de montarlo todo para lucir un final sorpresa totalmente innecesario.
En definitiva, una película vacía, torpe, y ridícula, fuegos artificiales sin pólvora, sin espectacularidad, sin colores... sin gracia. Si tenéis la suerte de verla en versión original, seguramente os merecerá la pena sólo por disfrutar de la extraordinaria interpretación de Paul Giamatti. El resto, para olvidar desde ya mismo. Como he dicho ya en otras ocasiones, hay mucho por ver y poco tiempo, no lo perdáis en tonterías como 'El Ilusionista'; en todo caso, esperad al DVD. Ahí, en otro ambiente, quizá os merezca la pena.