Recién llegada a casa y ya habiendo digerido y reflexionado sobre algunas, olvidado el resto y convertido en favoritas a unas pocas, por fin tengo un rato para sentarme y comentar mis impresiones sobre las películas vistas del Palmarés de la 63ª edición del Festival de San Sebastián. Un Palmarés que, seguro, no ha sido fácil de otorgar y es que la Sección Oficial, a pesar de tener títulos muy interesantes y destacables, ya se le considera como una de las selecciones más flojas de los últimos años.
Una opinión generalizada que, obviamente, tiene sus detractores: entre ellos, el Jurado de la Sección Oficial -presidido por la actriz danesa Paprika Steen-, que decidieron otorgar la Concha de Oro a la islandesa 'Sparrows' de Rúnar Rúnarsson. El resto de los galardones o resultaron obvios o "sin más" -las palabras más escuchadas de esta edición- y se repartieron entre 'Evolution' de Lucile Hadzihalilovic, 'Le chevaliers blancs' de Joachim Lafosse, 'Truman' de Cesc Gay, 'El Apóstata' de Federico Veiroj -de la que os hablaré esta semana- o 'El rey de La Habana' de Agustí Villaronga. Aquí os hablo de algunas de ellas:
La Concha de Oro
Es bastante habitual toparse con películas sobre adolescentes y su lucha por entender el proceso de hacerse adulto en los festivales de cine. Este año, hemos visto unas cuantas en San Sebastián -sobre todo en la sección de Nuevos Directores-, pero ha dado la casualidad que la película ganadora de la Concha de Oro fuera una de las que mejor trataran el tema. Se trata de 'Sparrows', el segundo largometraje del islandés Rúnar Rúnarsson, un relato iniciático en la que su localización -los fiordos-, tiene mucho que ver con el transcurso del descubrimiento y crecimiento del personaje.
En la cinta conocemos a Ari, un adolescente de 16 años que, tras haber estado viviendo con su madre en Reikiavik, es enviado de vuelta a la remota región de los fiordos occidentales para vivir con su padre, Gunnar, con quien tiene una díficil relación y sus amigos de la infancia que han cambiado mucho. Ari, tendrá que aprender a adaptarse y hacerse un hueco en esa sociedad en la que la vida parece transcurrir muy lento y los adultos parecen vivir en una eterna adolescencia. Drogas, alcohol y sexo parecen ser las únicas salidas para sobrellevar las noches soleadas del verano islandés.
'Sparrows' no aporta nada nuevo al retrato adolescente y si no se ahonda mucho en ella, puede llegar a pasar desapercibida. La relación de los personajes con la localización, casi aislada y extensa, y el catártico final que supone aceptación total y completa del personaje de su entrada en esa sociedad y en la casi edad adulta, es lo más interesante de la cinta. ¿Lo suficiente para ser Concha de Oro? No lo creo.
Los actores
Casi desde antes de su presentación oficial en el festival, las interpretaciones de Javier Cámara y Ricardo Darín en 'Truman', la nueva película de Cesc Gay -de la que ya os hablamos un poco aquí-, eran las favoritas para alzarse con la Concha de Plata al Mejor Actor. O bien para Darín o ex-aequo. Finalmente, fue la segunda opción y la decisión más obvia y acertada -además de ser el primer premio internacional en la carrera de Darín-. En la película, ambos se complementan a la perfección para dar vida a estos dos amigos que se reencuentran con motivo de la enfermedad terminal de uno de ellos. Emocionan y divierten sin llegar a caer en la sensiblería barata.
En cuanto el premio a la Mejor Actriz, la opción era mucho menos obvia, sobre todo, porque no ha sido un buen año para los personajes femeninos. A pesar de que sonaban nombres como el de Agyness Deyn por su papel en 'Sunset Song' de Terrence Davies, fue la actriz cubana Yordanka Ariosa, co-protagonista de 'El rey de la Habana' de Agustí Villaronga, la que se alzaba con la Concha de Plata. Aunque la película de Villaronga fuera de las que más decepcionó y causó mayor división de opiniones, Ariosa cumplía con nota. Lástima que la película, que empezaba tan bien a modo de parodia telenovelera, terminara en un drama más sobre la clase marginal en Cuba.
El director
Aunque muchos esperaban que la Concha de Plata al Mejor Director recayera en Ben Wheatley, por la esforzada y meritoria 'High-Rise' o Terence Davies por su claro dominio del espacio y narrativa escénica en 'Sunset Song', el galardón fue, finalmente para el francés Joachim Lafosse y su última película 'Les Chevaliers Blancs'. La película, que llega tres años después de la aclamada 'Perder la razón' ('À perdre la raison', 2012) nos cuenta los esfuerzos de una ONG por salvar a 300 niños huérfanos víctimas de la guerra civil de Chad, sacándolos del país para ser adoptados por franceses.
Interesante reflexión sobre la doble moral del primer mundo y los límites de la legalidad y solidaridad, que Lafosse nos cuenta casi con pulso de documental. Y esto será su peor y mejor baza. Por un lado, nos aleja demasiado de la historia y por lo tanto, hace que nos cueste más identificarnos con ella. Nos recuerda demasiado a los miles de documentales sobre las labores humanitarias de las ONGs, y nuestra posición es lejana y autoprotectora de no querer ver lo que pasa más allá de nuestras fronteras.
Pero también, consigue un relato convincente y no demasiado emotivo que conduce a la reflexión sobre estos organismos solidarios que, a veces, deben cruzar los límites de la legalidad para poder salvar vidas y la desesperación de los países en guerra. La fotografía y el reparto, que encabezan franceses de primera línea como Vincent Lindon, Louise Bourgoin, Valérie Donzelli o Reda Kateb cumplen, pero una vez más, no termina de sorprender.
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