Ayer le fue entregado al actor Johnny Depp el premio Donostia que este año comparte con la actriz Marion Cotillard (ambos coincidieron en la película 'Enemigos públicos'). El actor agradeció el premio al Festival de San Sebastián y a su director, José Luis Rebordinos, en particular, en una gala que se celebró sin mayores incidencias. También agradeció en su discurso a todos aquellos que creen en su inocencia y criticó la llamada cultura de la cancelación. No conviene olvidar que cuando el pasado 22 de septiembre el premio fue anunciado causó desconcierto y no poca controversia.
¿Un momento delicado?
El protagonista de 'Eduardo Manostijeras' no pasa precisamente por el mejor momento de su vida, ni tampoco, en consecuencia, de su carrera. Todo comenzó por un artículo publicado en el Washington Post por su exmujer Amber Heard llamado "Hablé en contra de la violencia sexual y me enfrenté a nuestro odio cultural".

A pesar de que la actriz no mencionaba directamente al actor en el artículo, era fácil suponer de quién hablaba. Éste fue el comienzo de una ardua batalla personal y judicial que continúa en la actualidad y de la que todavía no se ha sacado nada en claro. Nada firme, me refiero; sólo una polarización evidente entre los defensores de Heard y los partidarios de Depp, como si esto fuera una timba de póker. Para frívolos los medios, y entre los medios, especialmente, el infierno farisaico de las redes; de los fans y haters ya ni hablamos.
¿Una relación tóxica?
Una de las acciones más determinantes de Depp ha sido demandar al diario sensacionalista The Sun, que lo había tildado de maltratador (en estos días lo de "presunto" ya no se estila, ocupa demasiado espacio en maqueta) por difamación, y el juez no le ha dado la razón en una sentencia que se publicó el pasado marzo, amparándose en la libertad de expresión y prensa, pilares de la cultura occidental para mal y para bien.
Johnny Depp también ha contraatacado en múltiples ocasiones acusando a su esposa de maltrato, dando a entender que lo que había entre ellos era algo similar a lo que los libros de autoayuda llaman "una relación tóxica". Tampoco conviene pasar por alto que en febrero de 2020 el Daily Mail sacaba a la luz unas declaraciones de 2015 en las que la actriz afirmaba ser ella quien pegaba a Depp.
Justo es señalar que el audio se refiere a un incidente concreto, y por tanto, no resta responsabilidad al actor, pese a su indudable impacto. Esto ocurría antes de que la pareja todavía no hubiera llegado un acuerdo sobre su divorcio y de que el juzgado diera la razón a The Sun. Depp declaraba, por aquel entonces:
"He negado con vehemencia las declaraciones de la señora Heard desde que las hizo por primera vez en mayo de 2016, cuando fue al juzgado para obtener una orden de alejamiento temporal por moretones pintados que los testigos y las cámaras de vigilancia demostraron que no tenía la semana anterior. Seguiré negándolo el resto de mi vida. Nunca abusé de la señora Heard ni de ninguna otra mujer."

Desde luego, ésa es el punto de vista de Depp, que apoyan sus exparejas Winona Ryder y Vanessa Paradis, y comparten sus admiradores, que no son pocos. Sobre el caso en sí, resulta altamente imprudente, o cuando menos insensato, pronunciarse todavía. Incluso tras la resolución del caso, que tendrá lugar en un juzgado del Estado de Virginia, sería difícil llegar a una conclusión inequívoca. A eso volveré más adelante.
¿Ser inocente o parecer inocente?
A partir de la resolución del juicio contra The Sun, la opinión social estalló contra Depp de una forma un tanto injusta, puesto que se trataba sólo de una parte del proceso que no llegaba a una resolución final ni consideraba probado que el actor era un maltratador.
Los medios, sobre todo las redes sociales, volvieron a dividirse y a radicalizarse, como viene siendo habitual, y Depp fue reemplazado de la saga 'Animales fantásticos', convirtiéndose además en víctima de la temible cultura de la cancelación, tan extendida en EEUU, y que consiste en quitar de en medio a cualquier persona que tenga un perfil mínimamente problemático, independientemente (y ojo a ese independientemente) de que sus acusaciones hayan sido probadas ante un tribunal, de una forma muy similar a la que bloqueamos a un usuario molesto de nuestro timeline porque su discurso nos incomoda, nos perturba o no nos interesa.
Parece ser que en estos tiempos siniestros uno no sólo tiene que ser respetable, sino sobre todo, parecerlo, hasta tal punto de que la imagen llegue a pesar más que una realidad demostrada y sopesada por profesionales. Es algo parecido al "algo habrá hecho". Esta paradoja no ha hecho más que avivar el debate entre la separación de obra y artista, vida profesional y personal. Pero insisto: el proceso sigue en curso. ¿Tanta prisa tenemos por posicionarnos y elegir ganador?
Historia comprimida del premio y sus galardonados
Repasemos brevemente la historia del premio Donostia, de considerable repercusión internacional. Dichos galardones se empezaron a entregar en 1986 y el primer premiado fue Gregory Peck. Entre 1986 y 1990 los premios fueron irreprochables, centrándose en el campo de la interpretación: Glenn Ford, Bette Davis, Claudette Colbert, Vittorio Gassman. A partir de entonces el evento se volvió más mediático, rebajando asimismo el nivel de los galardonados.
Hay que entender que hablamos no de la calidad del trabajo del premiado sino de su repercusión en la Historia del Cine. Plantearnos si su labor será recordada dentro de cincuenta o cien años, por ejemplo. Y aunque está claro que no olvidaremos la presencia de Anthony Perkins, galardonado en 1990, en un clásico como 'Psicosis'... ¿merece su pintoresca trayectoria un premio a la altura del entregado a Gregory Peck o a Bette Davis? Posiblemente no; por mucho que a quien esto escribe le encanten 'La pasión de China Blue' o 'Al borde de la locura'.
A partir de 1994 los premios se diversificarían, por un lado para evitar las críticas, y por otro lado para aumentar su diversidad e inclusividad, así como para extenderse a artistas de otras categorías. Desde entonces, el balance es irregular: se suceden galardones irreprochables (los más: Lauren Bacall, Susan Sarandon, Catherine Deneuve, Max Von Sydow, Fernando Fernán Gómez, Robert de Niro, Vanessa Redgrave, Warren Beatty, Francis Ford Coppola, Meryl Streep, Agnès Varda, Isabelle Huppert, Woody Allen, Denzel Washington, Hirokazu Koreeda), comprensibles (Penélope Cruz, Antonio Banderas), prematuros (y muy mediáticos: Viggo Mortensen, Willem Dafoe, Sean Penn), indiferentes (a gusto del consumidor: Michael Douglas, Richard Gere, Julie Andrews, Ben Gazzara, Judi Dench, Ethan Hawke, Julia Roberts, Glenn Close), disctutibles (Lana Turner, Anjelica Huston, Jeff Bridges) y unos cuantos que cabría tildar de disparatados (Annette Bening, Matt Dillon, Monica Bellucci, Hugh Jackman, Emily Watson).
¿Merece realmente Johnny Depp el reconocimiento?
Conste que me parece un buen actor y un tipo con el que, a priori, me tomaría un café, una birra o una tapa de alioli... lo que es de por sí una estupidez, porque seguramente él no estaría dispuesto a tomarse ninguna de estas cosas conmigo. Con esto doy fe únicamente de una impresión personal, que a menudo suele ser errónea. He trabajado con actores y he podido comprobar, con sorpresa, que aquellos que tienen una imagen pésima suelen ser encantadores y viceversa.

El cine es la gran mentira, no lo olvidemos. Y el cine unido al marketing ya es la bomba. Pero... ¿merece la trayectoria de Depp ponerse a la altura de la Susan Sarandon, Meryl Streep o Dustin Hoffman? No hay duda que con la franquicia de 'Piratas del Caribe' ha creado un personaje icónico, popular y probablemente imborrable.
Justo es reconocer su extraordinaria conexión con el director Tim Burton: al margen de su colaboración en 'La novia cadáver', en las excelentes 'Eduardo Manostijeras' y 'Ed Wood', en la simpática 'Sombras tenebrosas' y en la aceptable versión del clásico 'Charlie y la fábrica de chocolate'. Dejando esta parte, desde luego relevante, de lado, su carrera es ciertamente irregular.
Posee películas interesantes e incluso notables: 'Cry-baby el lágrima', 'Dead man', 'A la hora señalada', 'El llanero solitario', 'Enemigos públicos'. Algún fiasco de ingrato recuerdo, como su debut en la dirección, 'The brave'. Pero la mayoría son títulos correctos tirando a olvidables, muchos de ellos en su momento sobrevalorados: véase 'Benny and Joon', ¿A quién ama Gilbert Grape?' o 'Donnie Brasco'.
Su mezcla de excentricidad e intensidad a menudo resulta indigesta cuando no hay un buen director al mando. Curiosamente, en este momento tan particular de su vida, volviendo al cine independiente, es cuando Depp está realizando sus mejores trabajos. Tanto en 'Richard dice adiós' como en 'El fotógrafo de Minamata' da lo mejor de sí mismo. No es extraño que ambas películas hayan sido ignoradas por público y crítica. A pesar de ello y a modo de conclusión, resulta opinable si el legado artístico del actor merece tal reconocimiento, sobre todo teniendo en cuenta el nivel de muchos de los anteriores galardonados. Y todo lo opinable es discutible.
¿Una decisión inoportuna?
Los colectivos feministas, con la asociación de mujeres cineastas, CIMA, al frente, han atacado la iniciativa calificándola de poco oportuna. Y yo me siento incapaz de quitarles la razón, puesto que es indudable que está de su parte. La RAE define oportuno como "que se produce o se realiza en unas circunstancias o un momento buenos para producir un efecto deseado".

Galardonar a un artista con una causa judicial pendiente es, desde luego, inoportuno e irresponsable, y más en un momento en el que existe una especial y más que necesaria sensibilidad con los temas relacionados con el abuso y la violencia de género. Pero en este caso sería necesario determinar también qué efecto o fin concreto perseguían realmente sus responsables.
¿Una decisión valiente?
No obstante, también es preciso reconocer que todo lo inoportuno tiene algo de valiente, como toda irresponsabilidad conlleva una dosis de valor. Es probable que el Festival de San Sebastián buscara levantar una polvareda que llegara a los medios internacionales en unos tiempos en los que la Covid no nos ha abandonado del todo.
Si es así, lo han conseguido plenamente (es decir, han logrado el efecto deseado), pero también hay que tener en cuenta que han medido muy bien el alcance y el riesgo de su gesto: si bien otras personas cuyas vidas han sido manchadas, en algunos casos irremisiblemente, por la cultura de la cancelación despiertan una inmediata e innegociable antipatía, la figura de Depp corre en este sentido pareja a la de Woody Allen. Existe, por tanto, un riesgo, pero un riesgo medido, calculado.
Cabe pensar que el premio a Johnny Depp también busque, simbolice o represente una protesta contra el clima puritano en torno a la cultura de la cancelación. Una provocación, sí, pero también una decisión consecuente y meditada. Podremos estar de acuerdo o no, pero Depp también es una muestra viva de un estado de las cosas, del artista vetado y, como decíamos antes, de la separación de la obra y el artista.
Puesto que la cultura de la cancelación es como una enorme mopa que te quita del tablero mediático, puede pensarse que los responsables del premio hayan pensado que se trataba de un ahora o nunca. Porque el de Depp sea un tema candente y de absoluta actualidad principalmente porque está en curso. Más responsable, e igual de simbólico, hubiera sido premiar a un director como Roman Polanski o a un humorista como Louis C.K., cuyos méritos en sus respectivos campos, en mi opinión, son superiores a los de Depp, y de cuyos casos si poseemos toda la información para establecer un posicionamiento sin pillarnos los dedos.

La decisión de premiar a Depp es, siguiendo la misma línea de reflexión, una postura irresponsable, pero no menos que aquellos y aquellas periodistas y activistas que no tienen ningún tipo de reparos a la hora de condenar al actor en las redes sociales, negándose a entrevistarle o a dar publicidad al premio. Las palabras y los actos quedan escritos y puede que en algún momento se vuelvan en nuestra contra.
Así, los encargados de haber premiado a Depp siempre podrán acogerse a la idea de la separación del artista y su vida, pero sus detractores serán cómplices en cualquiera de los casos de su marginación y linchamiento. En un momento en el que parece imprescindible tener una opinión sobre todo, hay veces que la salida más noble y respetable para el profesional y para el periodista es no tener opinión o no compartirla por prudencia. Porque esa opinión puede ser una intuición, un acto de fe, pero no está contrastada y por tanto no es relevante y sólo aportará confusión.
Incluso llego a poner en cuarentena si una vez dictada la sentencia sabremos realmente la verdad de lo que ha ocurrido entre Heard y Depp. El aficionado a leer historias secretas del Hollywood sabe bien que de muchos de sus escándalos más sonados no se conoció una versión fidedigna hasta varios años después de su fallecimiento, como en los casos de Fatty Arbuckle, acusado de violación, o Clara Bow, acusada de ninfomanía cuando un Hollywood hipócrita consideraba esto delito, que en su momento fueron arrojados a la pira por cientos de periodistas a nivel mundial, como ocurre ahora con estas personas. No seré yo uno de ellos.
El (escurridizo) punto de vista del festival
José Luis Rebordinos, director del certamen, tras la repercusión internacional de la iniciativa, defendió la decisión en un texto tan hábil como tramposo. Rebordinos apela a la presunción de inocencia y al derecho a la reinserción. Ojo, al mismo tiempo. En torno a la presunción de inocencia cabe hablar de nuevo de una separación entre dos mundos, uno que aboga por el cambio y otro renuente a cambiar. Pero... ¿ese cambio sería necesariamente para bien?
No olvidemos que la presunción de inocencia es una de las bases de la democracia y su contrario, la necesidad del individuo de demostrar que es inocente, una de las claves del sistema totalitario. ¿En qué momento defender la presunción de inocencia se convirtió en algo fascista y antifeminista? El error, en cualquier caso, está en relacionar los dos conceptos para protegerse sea cual sea la resolución del caso. No cabe hablar de derecho de reinserción para una persona presuntamente inocente y vicerversa.

Por otro lado, entendemos la reinserción social como un proceso posterior a un castigo o, por lo menos, a un desembolso económico. ¿Pretende Rebordinos concederle al actor el derecho a reinserción de forma inmediata, antes incluso de haber sido juzgado? Igualmente, al hablar de una "sociedad patriarcal" el director del festival está cayendo en la trampa de emplear los mismos términos de quienes acusan al actor, quizá para buscar una suerte de conciliación aparente: usa y legitima un concepto muy extendido y abiertamente abstracto, el de patriarcado, preconizado por feministas radicales como Dworkin o McKinnon hace más de treinta año, cuyos puntos de vista han sido rebatidos en muchas ocasiones desde entonces gran cantidad de sociólogos e incluso de feministas disidentes al pensamiento hegemónico.
Por citar un ejemplo español, ahí tenemos a la siempre controvertida Loola Pérez, que en su exitoso libro 'Maldita feminista' explica que considerar la nuestra como una sociedad patriarcal en comparación con otras como Afganistán e Irán, en las que las mujeres apenas tienen derechos frente al dominio exclusivo de los hombres, no es sólo una exageración sino una metáfora contraproducente con todo lo conseguido hasta el momento. Y reconocer y aplaudir lo conseguido no significa necesariamente que no queden cosas por conseguir.
No hace falta recurrir a 'El gran carnaval' de Billy Wilder, ni siquiera a 'Un rostro entre la multitud' de Elia Kazan: el cine y el periodismo cultural continúan siendo hervideros de medias verdades, circos de tres pistas donde reinan los tabúes, las demagogias y las boutades. Lo que es preocupante es que ahora el juego, que siempre ha existido y siempre ha sido inmoral, frívolo y sanguinario, incluya la reputación de vidas ajenas y el derecho al honor y a la imagen de personas reales.
Ver 40 comentarios
40 comentarios
golfomaltes
Lo único que es, es merecida.
El resto lo único que es, es basura
dante31
Este es un debate imposible y eterno, dificilmente llegue el momento en el que ambos "bandos" alcancen algún punto de encuentro.
Por mi parte digo que Depp es un actorazo, lo de ser culpable o no se lo dejo a los jueces que llevan su caso.
sylar
Es bastante vergonzante el vacio a Depp amparandose en haber perdido una demanda que el mismo interpone. Porque no hay nada más.
Otra cosa es que a mi también me parece vergonzante que el Festival de Cine de San Sebastian le entregue un reconocimiento a un actor histriónico cuyo mayor logro ha sido una pelicula interesante con Benicio del Toro y disfrazarse.
MORGOTH
Solo voy a decir que Loola Pérez no es referente de NADA. Y negar que las mujeres son machacadas en esta sociedad (sí, menos que en Irán o Afganistán) es de locos o de enfermos
heimndal
Venia leyendo...hasta que vi que el que escribió considera a Donnie Brasco una película "sobrevalorada"
joker_penguin
El mejor artículo de opinión de este blog en mucho tiempo.
Puedes compartir o no la opinión del autor pero las razones están fundadas y hay una estructura lógica en el relato.
Hay una errata (treinta año) pero es que al ser un texto tan largo es mas fácil que se escape alguna que en otros artículos de opinión de este blog más breve y sencillos.
El nivel y pertinencia del artículo se nota incluso en los comentarios, de mayor calidad que la media, trolls incluidos. Es un artículo que mueve a la reflexión y no al griterío.
Por favor, que el autor escriba más artículos pronto.
astoroth
Charlon Heston era un chungo pero adoro su filmografía como actor.
Estilicon
Yo a estas alturas si este hombre no le hacen un juicio y no le condenan, es inocente por ahora. Mientras que no suceda nada de eso la polémica es un poco absurda en mi opinión.
Si estuviéramos hablando de que hay decenas de mujeres que no tienen que ver unas con otras que le acusaran entendería cierta polémica, aún que debería haber juicio igual entiendo, pero dada la situación y todo el tiempo que está pasando esto empieza ya ha ser muy injusto con el¿Porque que pasa si al final es inocente?
xpayne
Imagínate a alguien como Loola Pérez, que cree que el sexo no es binario desmontando algo jajaja (Y no, los mal llamados intersexuales también son hombres o mujeres) En fin, un "hasta ahí he leído".
Chenis1980
Me encantó el artículo. Y es verdad, esperar a la decisión judicial para "tomar un bando" no asegura ser "justos" a la hora pronunciarnos.
myiron
Me gustaria tener la opcio de poder ignorar a ciertos personajes
Usuario desactivado
He leído los comentarios, y a veces me da la sensación de que se mezclan churras con merinas.
Pero siendo objetivos, la realidad es esta: Depp a día de hoy no ha sido condenado por nada. Y el único juicio que, hasta el momento, Depp ha perdido ha sido una demanda interpuesta por el mismo contra el diario The Sun por llamarle "maltratador".
Dicho esto, a mi este tipo de cosas me intrigan, sobre todo lo relativo a la valoración que se pueda hacer del trabajo (o trayectoria en este caso) de alguien en base a una opinión personal. Pero juguemos a un juego y pongámonos extremos:
Supongamos que finalmente se demuestra (en un juicio) que Depp maltrató física y / o emocionalmente a Heard. ¿Significa esto que yo tengo que renegar de la obra de Depp hasta tal punto de tener que prenderle fuego a las distintas películas en las que él interviene y que forman parte de mi colección? Cintas como Eduardo Manostijeras, por ejemplo. ¿Significa que ya no puedo visionar, y disfrutar, del excelente trabajo de Deep en Ed Wood? ¿Ya no puedo ver Sleepy Hollow, Chocolat o ¿A quién ama Gilbert Grape??
Pues ya voy adelantando que no pienso hacerlo.
Pero al final, el hecho objetivo es que Depp aun no ha sido condenado por nada, y lo único que ha perdido es un pleito legal (de esos que se dan chorrocientos en el mundo de Hollywood) y que no determina su inocencia o culpabilidad en el asunto troncal.
Mientras tanto, yo me inclino por creer en el tan manido "se es inocente mientras se demuestre lo contrario" y rechazo el mantra de las RRSS que nos dicta (e impone) que "eres culpable INCLUSO si se demuestra lo contrario".
Esta es mi postura al respecto.
1Saludete.
curlie
Es cierto que al público no nos compete juzgar pero no tener una condena y refugiarse en la cultura de la cancelación parece la excusa perfecta para que los famosos evadan sus responsabilidades. Por no hablar que la justicia americana y en el resto del mundo es la que es. En Hollywood muchos contratos de confidencialidad que se firman evitan que la gente sea denunciada, la propia Amber firmó un contrato de estos, el silencio se compra, alguien dirá que estás mujeres se llevaron el dinero, pero eso no hace menos cierto que se cometió un delito.
ixma
Hay que tener unos cojonazos bien gordos para hablar de "cultura de la cancelación" mientras te dan un premio. Casi tan gordos como los de los que van a venir aquí a decir muy serios que Johnny Depp tiene razón y que qué mal la cultura de la cancelación mientras exigen que no se vuelva a contratar a Amber Heard