Solo ha dirigido seis películas, pero Rodrigo Sorogoyen es ya una leyenda viva del cine español. El director madrileño empezó guionizando episodios de 'Manolo y Benito Corporeision', la secuela imposible de 'Manos a la obra', y acabó siendo nominado al Óscar por 'Madre': su filmografía es tan caótica como interesante, tan increíble como desasosegante, tan sorprendente como exitosa. 'Que dios nos perdone', 'El reino' o 'Antidisturbios' nos han malacostumbrado a esperar siempre lo máximo de él. Pero hay buenas noticias: 'As bestas' confirma que lo mejor de Sorogoyen siempre está por llegar.
Franceses y gallegos
Si 'Alcarràs' o 'Secaderos' ofrecen este año la cara más amable del campo, esa visión infantil e inocente que se ve amenazada por la modernidad, 'As bestas' es su lado oscuro: una película opresiva sobre los contrastes, la obcecación de la incomprensión, los peligros de la enemistad exacerbada, el rechazo al diálogo en la sociedad actual y la lucha constante entre dos maneras muy diferentes de ver la vida.
En 'As bestas', la naturaleza no está señalada como un lugar de juego y procurador de sustento, sino como un castigo, una carga que algunos se ven obligados a llevar de por vida, un lugar que da muerte y pobreza, que acentúa el contraste entre la visión conscientemente errónea que los urbanitas tienen de la labranza y la ecología y la idea más simple de los aldeanos, en muchas ocasiones condenados a ella por la falta de oportunidades.
No es la primera vez que vemos la belleza natural de Galicia convertirse en una amenaza (recordemos la estupenda 'O que arde'), pero quizá sí en la que está tratada de manera tan cruel y despiadada, un caldo de cultivo del odio, la falta de raciocinio y la violencia (física y verbal) como única manera de enfrentarse ante las posturas enfrentadas. 'As bestas' puede parecer un retrato desdibujado y casi paródico entre "la gente de campo" y "la gente de ciudad", pero no hay clasismo en Sorogoyen: la incomprensión, el ataque rápido y la falta de debate está representada en un pueblo gallego, sí, pero está más cercana al Congreso de los Diputados que al paisaje rural que envuelve la obra.
Terror en el bancal
La primera secuencia de la cinta ya encapsula todo lo que está por venir: el miedo a hablar, la disciplina, el seguimiento ciego a un líder, por muy claramente errado que esté en su discurso. 'As bestas' es tan inteligente que el drama se va convirtiendo poco a poco en una película de terror, incluso utilizando elementos del género, casi sin que nos demos cuenta. Ese coche parado en la carretera, esos ataques fortuitos, esa cámara en mano... Rodrigo Sorogoyen mezcla el drama, el thriller y el terror rural a partes iguales y el resultado no podía estar más compensado: el cóctel le sale perfecto. Puede no tener jumpscares, pero te pondrá los pelos de punta: esta es, casi sin pretenderlo, la mejor película de terror del año.
'As bestas' es inabarcable, no puede resumirse sin rumiarla antes. La cinta habla del racismo absurdo, sí, pero no es la base de todo el discurso: sin un análisis de la frustración del que se siente atrapado, la irracionalidad del que sabe que su vida está en peligro, la inacción policial, la lucha eterna entre lo rural y lo urbano, la falta de diálogo o la violencia como única manera de solucionar lo imposible no puede entenderse una película compleja, adulta y magnífica en todos los sentidos.
Cierto es que hacia el final de la cinta, la película cambia de tono y aleja de sí parte de la tensión acumulada, pero funciona como secuela necesaria que aporta un nuevo punto de vista que ofrece la perspectiva del espectador ante lo que ocurre en ese pueblo maldito. De una manera soberbia, Sorogoyen da respuesta a cualquier pregunta cínica que un público curtido en Honest Trailers pueda tener: 'As bestas' deja muy clara la motivación de cada personaje en su momento vital, y lo hace sin exponerse de forma innecesaria, con una elegancia solo propia de maestros del cine.
Grábalo todo, por tus muertos
Justo cuando creíamos que nada podría superar la sutileza y la belleza de 'Alcarràs' o la tragedia humanista de 'Cinco lobitos', 'As bestas' llega arrasando con todo: es la mejor película española del año, una lección de cine que es sobresaliente en cada uno de sus departamentos, desde la espectacular fotografía de Alejandro de Pablo hasta la cuidada banda sonora de Olivier Arson, haciendo especial hincapié en la actuación de Luis Zahera, absolutamente soberbio, espectacular, único, magnífico.
Todos los premios de este año, con justicia, deberían recaer en él y su Xan, que en manos de otro actor podría pasar por un personaje unidimensional pero al que Zahera logra dotar de cientos de pequeños matices tanto corporales como vocales. Cualquier escena en el bar, sus inflexiones al hablar, las amenazas corporales, el humor seco... Xan es terrorífico y al mismo tiempo reconocible, un personaje fantástico que ha recaído en el intérprete perfecto para darle vida.
No os voy a engañar: solo tengo palabras de absoluta adulación hacia 'As bestas'. La película ha destrozado hasta la mayor de mis expectativas a base de dominó, tomates podridos, videocámaras mal escondidas, botellas de vino compartidas y ovejas mal cogidas por las patas. Una vez más, el rival a batir de Sorogoyen vuelve a ser el propio Sorogoyen, brillando en el firmamento cinematográfico patrio y jugando en su propia liga. Una maravilla que marca un nuevo hito en la historia del cine español reciente. Una obra de arte. Una historia de violencia rural.
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