Hace cosa de poco más de una semana, SiCKO, el último trabajo de Michael Moore levantó un polvorín, aún antes de su estreno. Esta vez, la víctima de Moore es el sistema de salud estadounidense, situado en el puesto 37 en el ranking mundial de los países con mejores sistemas de salud —Francia encabeza la lista y España está en el séptimo lugar.
En el clímax del filme, Moore viaja a Cuba acompañado por un grupo de trabajadores de la Zona Cero afectados por los gases tóxicos. En la isla reciben de forma gratuita, el tratamentio médico que les fuera negado en territorio Estadounidense. Esto lleva a concluir a Moore que es el sistema de salud cubano es superior al estadounidense. Valga agregar que en la clasificación de países según la calidad de sus sistemas de salud citada arriba, Cuba está ubicada dos lugares por debajo de los Estados Unidos.
La polémica estalla cuando el Departamento del Tesoro abre una investigación contra Moore por su viaje a Cuba.
Ayer, finalmente fue estrenado SiCKO en el Festival de Cannes. Y, curiosamente Moore, quien no es un favorito de los críticos precisamente, ha recibido buenas críticas. Variety describe el documental como una entretenida y conmovedora disección de la industria de la salud en Estados Unidos, que demuestra cómo beneficia a unos pocos en perjuicios de muchos. La reseña agrega:
Dada la celebridad de Moore y su fanaticada, sumada a la gran atención que la película ha generado como consecuencia de la batalla que ya ha comenzado entre la ziquierda y la derecha, los beneficios económicos del filme podrían ser extremadamente saludables...
Variety también menciona la secuencia en Cuba pero, en especial, destaca el emotivo homenaje que los rescatistas voluntarios del World Trade Center reciben de parte de los bomberos cubanos.
En la conferencia de prensa que siguió a la proyección, Michael Moore afirmó que en SiCKO trató de hacer un filme diferente. Así recoge sus palabras, la publicación electrónica IndieWire:
Busqué un tono diferente y una forma distinta de decir las cosas. Estoy cansado de andar gritando, sin resultado alguno. Esta película es un llamado a la acción. No es para que Michael Moore vaya y lo haga, sino para que los americanos vayan y lo hagan. Yo tengo la esperanza de que por ahora, especialmente cuando comience la discusión de esta nueva película, pueda tomar un descanso. Que alguien, llegado el momento, diga: "Tu sabes, Ok, puede que no nos guste cómo luce este tipo, pero al menos él nos advirtió sobre General Motors, sobre los tiroteos en las escuelas, sobre Bush y sus razones para la guerra... Y nunca lo escuchamos".
Matt Dentler, programador del festival South by Southwest, subraya en su blog los puntos débiles de SiCKO, todos derivados de lo que vendría a ser el estilo cinematográfico propio de Moore. No obstante, también lo describe como un filme entretenido y provocador, el documental "más documental" del autor de Roger&Me. Y, añade, a pesar de que falta a sus responsabilidades como documental, su tema es algo en lo que los estadounidenses deben pensar. En cuanto a la secuencia en Cuba, Dentler apunta que es claramente una puesta en escena.
Durante esta secuencia, mucha gente se salió de la sala. Sin embargo, resulta asombroso ver cómo ese ciudadanos estadounidenses pudieron obtener el tratamiento que els fue negado en los EE.UU.
The Blog Film de The Guardian califica la secuencia como brillante:
En en el filme se infiere que él (Moore) realmente se proponía enviar a los pacientes al hospital usado por los detenidos en la Base Naval de Guantánamo, que considera el único lugar en suelo americano con sistema de salud gratuito. Negada esa opción (de manera poco sorpresiva) su grupo de refugiados de la salud pone rumbo a La Habana, donde recibe tratamiento, con sus ojos anegados de lágrimas, por un guapo médico cubano. (Castro, uno puede suponer, va a frotarse las manos de alegría ante esta secuencia).
Según The Wall Street Journal, varios "duros" de la crítica estadounidense (algo así como los Red Stovalls gringos) y unos cuantos periodistas, después de la proyección, admitieron haber llorado mientras veían SiCKO.