En los últimos pases de un festival que llega a su fin con el listón muy alto, todavía están programados algunos de los highlights de la 74ª edición de Cannes, como el muy esperado regreso de Apichatpong Wheerasethakul, que suele contar con su buen grupo de fans y sus inevitables detractores, y que en esta ocasión dirige su primera película fuera de Tailandia.
En el otro lado del día, tras participar en Un Certain Regard con 'Horses of God' en 2012 (Espiga de Oro en la Seminci), Nabil Ayouch se convierte en el primer director marroquí que compite por el premio de premios, la Palma de Oro, con un relato de la cultura underground de la Casablanca más humilde.
'Memoria'
Como suele ocurrir con los trabajos de Apichatpong Weerasethakul, ‘Memoria’ ha invocado este Cannes a su habitual grupo de admiradores que abandonaban entusiasmados la sala al grito de "obra maestra". Por otro lado, los ronquidos y los abucheos de rigor. La nueva obra del tailandés es un film que cuesta digerir, especialmente en una proyección a las 4 de la tarde.
Rodada por primera vez internacionalmente, la película sienta la historia en Colombia y está protagonizada por una Tilda Swinton que mezcla inglés y español. Una narración de un lirismo bellísimo que parte de algunas muy buenas ideas, cocinadas a fuego demasiado lento.
Siguiendo la línea más dura de este cineasta, ‘Memoria’ plantea al espectador el reto de descubrir junto a su protagonista el origen de un brutal ruido que parece sólo estar en su cabeza y que todo apunta a una fuerte conexión de los lugares con su pasado.
Un desafío que en ocasiones conduce a secuencias gratificantes que arrojan algunas reflexiones muy interesantes sobre las que seguir pensando, y en otras simplemente atrapan en frustrantes callejones sin salida.
Como su propio título, la película gana en la memoria y crece conforme más la piensas. Sin embargo, su ritmo tedioso resulta difícilmente justificable en el conjunto, muy a pesar de su poesía. Una pieza única con un indudable valor artístico que probablemente encajaría mejor en el contexto de otros festivales especializados como el de Rotterdam.
'Casablanca Beats'
Desde el otro lado del globo llega la primera película mayoritaria marroquí a competición en Sección Oficial. "Alto y fuerte", en la traducción francesa, es una historia sencilla sobre una clase de rap en un centro cultural de una barriada marginal de Casablanca, liderada por el carisma de un profesor que inspirará y abrirá los ojos de un grupo de chavales sin recursos.
Si es cierto que no es la primera vez que vemos en la gran pantalla la admiración a la figura de un profesor como motor de cambio, la propuesta de Nabil Ayouch engancha con una potente banda sonora y un ritmo narrativo imparable, dejando momentos portentosos con los que vibrar desde la butaca.
Comenzando por un inicio bastante arrebatador a la llegada del rapero convertido en maestro, en una mezcla entre baile, música y rimas, ‘Casablanca Beats’ continúa su esquema que entremezcla discusión y diálogo, danza y rap, con el contexto social de sus protagonistas, para mostrar la razón de ser de un movimiento asociado al éxito de las mayores revoluciones sociales de las últimas décadas.
Pasado y presente en la proclamación del renacer de una cultura tan tradicional como variada. El film se vale como línea argumental de las letras de los temas que componen los estudiantes para abrir la discusión teórica sobre algunos de los puntos de conflicto de la sociedad marroquí actual, poniendo de manifiesto la diversidad de pensamiento en una visión poco representada en el cine.
Una aproximación quizá algo ligera y con un cierto sabor feel good que, por otra parte, se agradece por su alejamiento del victimismo. Aunque la premisa podría haber dado pie a algo más de profundización, la propuesta ejerce como una suerte de punto de partida que alienta a la independencia de pensamiento para toda una nueva generación. Una historia sencilla que en manos de un jurado presidido por Spike Lee podría sonar a palma.
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