'Zathura', de estrella a estrella hasta que la película se la pega

Hace diez años se estrenaba un película titulada 'Jumanji', protagonizada por Robin Williams, que fue un éxito en todo el mundo. La película, realmente poca cosa, estaba basada en un cuento de Chris Van Allsburg, y narra ba como unos chicos que jugaban a un juego de mesa eran transportados a un mundo mágico. Durante años quiso hacerse una segunda parte, que siempre se iba posponiendo. Al final, más que una segunda parte, han decidido adaptar otro libro del mismo autor, pero que no se diferencia mucho del otro. Cambiad el nombre del juego, y la selva por el espacio, y ya está, película servida. Esta vez, el éxito no ha acompañado al film, si no más bien todo lo contrario, y no es de extrañar.

Dos hermanos pequeños, en apariencia distintos, están pasando una semana con su padre, separado de su madre, en una casa nueva. En ella, perdido en el sótano, descubrirán un juego llamado Zathura, al que deciden jugar, porque claro, no tienen una PlayStation. El juego comenzará a hacerse realidad, provocando algún que otro desastre. Para que todo vuelva a ser como antes, deberán de terminar la partida.

Uno de los guionistas de la película es nada más y nada menos que David Koepp, alguien a quien considero muy capacitado para hacer las cosas bien. Por cierto, os recomiendo dos de sus tres películas como director, 'El Efecto Dominó' y 'El Último Escalón', altamente disfrutables, sobre todo la primera. Koepp sabe como empezar una historia, y el director, el actor Joe Favreau, lo aprovecha al máximo, y comienza el film de una forma extraordinaria, diría yo. La presentación de personajes no puede ser más ejemplar. Con dos frases y un par de secuencias enseguida conocemos los carácteres del padre y los dos hermanos. Hay que tener en cuenta que hablamos de cine infantil, y eso no ocurre demasiadas veces en este tipo de cine. Sin embargo, toda la ilusión que me inundó al principio, se iba desvaneciendo según avanzaba la película.

Luego, el film recorre los caminos más trillados que se puedan conocer, aun a pesar de que la ambientación es en el espacio exterior, pero eso no mejora las cosas, simplemente las hace distintas, y lo distinto no significa que sea bueno. A partir de la media hora, el film no es más que una repetición continua de las pruebas que tienen que pasar en el juego, y es que realmente el guión daba para un corto, pero no para un largometraje. Así pues, y debido a esa reiteración de situaciones, la película va perdiendo gas, y sobre todo interés.

Otro de sus fallos es que le falta emoción. Las secuencias que se suponen son de aventuras, o en las que hay que pasar un peligro, o esconderse de unos monstruos un poco torpes, no están narradas con el dinamismo que debieran, y sobre todo no transmiten la emoción que debieran, con lo cual el espectador se queda un poco frío. Un espectador que viendo el film se acuerda de aquellas producciones de Spielberg de los años 80, a las que 'Zathura' trata de parecerse, pero carece de su encanto.

La película da la sensación de estar terminada corriendo y deprisa, ya que la resolución es totalmente anticlimática y ocurre en un santiamén. El film en líneas generales va de arriba a abajo, y verdaderamente es una pena.

Puntos a su favor serían por ejemplo las interpretaciones de los dos hermanos, llevadas a cabo por Jonah Bobo y Josh Hutcherson. Por primera vez dos chavalitos no son insoportables, si no todo lo contraio, e incluso se compenetran a la perfección. A su lado aparece el mítico Frank Oz, prestando su voz a un robot. De Tim Robbins es mejor no hablar, porque la operación de este señor ha sido aparecer al principio y al final, cobrar un sustancioso cheque, e irse.

También destacaría sus efectos visuales, pero no porque sean espectaculares y el no va más, si no porque se complemetan perfectamente con la historia, que aunque no sea mucha no la ahogan. Son unos efectos visuales efectivos, y con cierto encanto, recordando una vez más, a aquellas producciones de los 80.

Una floja película que empieza muy bien, y que afortunadamente no trata al espectador como idiota, pero que se desinfla enseguida porque no tiene mucho que contar, y no ponen mucho empeño en hacerlo bien.

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