'The Jacket', muerte, locura y amor

Producida entre otros por Steven Soderbergh y George Clooney, 'The Jacket' es una película que tuvo muchos problemas antes de empezar a filmarse. Primero, su dirección pasó de mano en mano, hasta recaer en John Maybury, quién empezó el rodaje nada menos que tres veces. En ocasiones, este tipo de dificultades representan un lastre para la película, dañándola en su resultado final. En este caso, y a pesar de la evidente complicación de su relato, Maybury ha hecho lo que ha podido para que el resultado final fuera mínimamente decente.

Jack Starks es un soldado americano que combatió en la Primera Guerra del Golfo. En su peculiar regreso a la vida civil, es acusado de un asesinato, e internado en un psiquiátrico por locura, dónde sometido a una serie de experimentos, llevados a cabo por un siniestro doctor, descubrirá que puede viajar en el tiempo de forma harto original.

El film bebe de un montón de películas, entre las que se podrían citar 'La Escalera de Jacob' y 'Memento', pero sobre todo '12 Monos', con la que guarda un buen número de puntos en común. Tengo que confesar que no me esperaba absolutamente nada de esta película, y la vi con reservas. Todo este tipo de films, en los que se les va la olla tanto al director como a los guionistas, y cómo consecuencia a los protagonistas, me suelen provocar dolor de cabeza; no porque tenga que ponerme a pensar, si no porque en la mayoría de los casos no saben cómo terminar lo que empiezan, por muy atractivo que sea el tema (la palma se la lleva esa enorme tomadura de pelo titulada 'Mulholland Drive'). Afortunadamente, 'The Jacket', sin ser una gran película, logra salir airosa en algunas de sus propuestas. En la otras se queda a medio camino, o simplemente no funcionan. Para empezar, su reaprto. Por un lado, Kris Kristofferson, que sin ser un actor modelo ha vivido tiempos mejores; interpreta a un doctor sobre el que no se nos dice nada más que está obsesionado con sus experimentos, habiendo un montón de lagunas en su personaje. Keira Knightley, que pronto volverá a surcar el Caribe, demuestra que todavía le falta un buen trecho para ser considerada una buena actriz, a parte de que a su personaje se le podía haber quitado más jugo. Por otro lado, Daniel Craig, todavía sin licencia para matar, está espléndido en su personaje, aunque éste no esté bien insertado en la historia, y todo lo que le ocurre no interesa demasiado. Lo mismo podríamos decir del de Jennifer Jason Leigh, que sale más guapa que de costumbre. Y en el papel principal, Adrien Brody, con el personaje más llamativo de todos, está magnífico, evolucionando según evoluciona la película.

Aunque 'evolución' no es un término que se pueda usar al completo en este film, ya que su guión es tremendamente lioso en lo que se refiere a lo que le pasa físicamente y mentalmente al personaje principal. La película mezcla el género fantástico con el thriller, más unas pinceladas de drama, y es una fusión de demasiados elementos cómo para que todo quede equilibrado. De hecho si nos ponemos a pensar en las incongruencias del relato, no acabaríamos nunca.

Pero cuando Brody se encuentra con Knightley, la película gana puntos, y es la relación de esos dos personajes la que logra salvarla de la quema, y hace que nos olvidemos por un momento, de sus numerosos defectos. Lo que les ocurre a ellos dos es lo único que interesa al espectador, sobrándole todo lo demás. Una relación que puede ser interpretada cómo una salvación ante tanta locura. Maybury logra sus mejores momentos en los distintos encuentros de ambos personajes. Y aunque dota a toda la película de un estilo visual bastante sugerente, lo cierto es que no puede dominar las subidas y bajadas de ritmo; y la coherencia narrativa tampoco es su fuerte. Parece que sólo quiere concentrarse en Brody y Kinghtley, cosa que no me extraña, porque el resto es un enorme lío mental.

Así pues, una película pasable, con un comienzo preocupante y que durante su desarrollo se va despojando de todos sus defectos, por no saber solucionarlos. Y termina con una excelente secuencia que demuestra, una vez más, que las buenas historia de amor, son atemporales. Nunca mejor dicho.

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