'The Batman' va camino de alcanzar los 300 millones de dólares de recaudación mundial en su primera semana en cartel. La película de Matt Reeves confirma muchas cosas, principalmente que es el personaje de la casa que más interesa.
Detective Comics
Que nadie me malinterprete. He disfrutado con la película de Matt Reeves. De hecho, en términos generales, me parece un paso de gigante y un alivio ante la bestial seriedad que reinaba en las noches recientes de Gotham. Incluso en los barrios más bajos y payasos, se echaba de menos un poco de espíritu de novelucha detectivesca. Y ahí Reeves y Peter Craig, guionista no excesivamente fiable, dan en el clavo.
Pero en realidad tampoco era tan complicado. A muchos de los fans del género de mi quinta no se nos olvidan los andares y sonidos del 'Robocop' original, otro personaje provisto de servicios especiales que ayudaba al cuerpo de policía al que perteneció en una vida anterior.
El personaje trabaja codo con codo con James Gordon para tratar de terminar con la delincuencia y la violencia en una ciudad que ha vivido todo tipo de historietas pulp y tramas que podían prescindir del héroe enmascarado. Pero que nadie olvide que Batman es, ante todo, un detective. Y eso es algo que, aunque suene increíble, nunca se había tratado desde esa perspectiva.
Ver llegar al hombre murciélago caminando a (casi) todas partes resulta altamente gratificante, sobre todo en escenarios cerrados. Su primera aparición en una escena de crimen impacta, porque estamos en las antípodas del superhéroe que tiene su propia tarjeta de crédito. Pero también a partir de ahí empiezan a apreciarse algunas grietas.
El mejor detective del mundo (sí, lo sé: está empezando) observa algunas salpicaduras de sangre en la escena del crimen que habían pasado inadvertidas para agentes y forenses, pero son manchas que se ven a simple vista. Como si el modo de dificultad de esta aventura de acción aún estuviera en modo tutorial.
Hay otro aspecto que termina por jugar en contra, y es su reducido número de localizaciones. Son incontables las escenas que transcurren en la terraza con vistas al atardecer de la ciudad, o la repetición de situaciones que parecen formar un loop narrativo con pequeñas diferencias. Esa estructura repetitiva (la terraza que menciono antes, las visitas al local nocturno, las visitas a los lugares de los crímenes) es tan propia de un producto televisivo como los tiempos de sus cliffhangers.
Y donde debería destacar a lo grande, no lo hace. Nadie pone en duda la impactante presentación del vehículo oficial de Batman 2022, pero la secuencia creada para su lucimiento se ve algo ortopédica y confusa. En realidad su única función es la de proporcionar un atractivo plano invertido que será más o menos recordado.
Esa persecución, dicho sea de paso, envuelve a Batman con el Pingüino, un personaje con tan poco que ofrecer como un simplón Bane en la obra de Schumacher, un esbirro de tres al cuarto que está para figurar. Un villano de su peso como florero no es muy comprensible en una película de tres horas de duración. Supongo que tanto él como Gordon, Selina o el mismo Alfred tendrán más tiempo en una segunda temporada.
El problema que siento con esta estructura es que la película es perfectamente divisible en tres o cuatro partes, pero ninguna será nunca mejor que la primera. La primera hora de película es realmente atractiva, a pesar de recurrir al Ave María por vez no se sabe. Si quieres apropiarte de verdad de una sinfonía popular necesitas un Nicolas Cage en plan Castor Troy como mínimo.
Por supuesto, Paul Dano está a la altura de las circunstancias y confirma con su intensidad malévola que es un extraordinario talento, además de un cineasta a tener en cuenta. Su Enigma es un aterrador asesino en serie en la mejor tradición de los clímax de los años setenta, con ese cierre al más puro estilo 'El último testigo'.
La otra pieza perfecta de este sencillo rompecabezas con ganas de trascender es la partitura de Michael Giacchino, uno de los compositores más audaces y amantes de la fanfarria que nos ha tocado vivir. Sus dos horas de música para la película se antojan como una de las bandas sonoras más imponentes del año y posiblemente del cine salido de un cómic DC. Al igual que sucede con la extraordinaria última película de Guillermo del Toro (aunque por razones diferentes), tal vez estemos viviendo en la era del cine para los amantes de la tele.
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