'Thai Dragon', Tony Jaa tras los pasos de Jackie Chan

Después de 'Ong-Bak', que no he visto, pero de la que hablan bastante bien en muchos sitios, nos llega la segunda película protagonizada por el nuevo actor de moda tailandés, experto en artes marciales, para alegría de muchos y desgracia de muchos también. Dice que es el sucesor de Jackie Chan. Bueno, en esta película tal afirmación queda confirmada, ya que el propio Chan hace un cameo, en el mismo plan en el que lo había hecho Schwarzenegger en 'El Tesoro del Amazonas', como cediendo el testigo de héroe de acción a un digno sucesor. Por lo que se ve el público está muy contento con Tony Jaa, ya que el film ha sido un rotundo éxito en su país, superando al anterior, que tampoco se quedó corto. Los resultados internacionales parecen seguir, más o menos, el mismo camino. Y es que hay ciertos gustos que no cambian.

Kham es un joven aldeano que vive con su padre y con dos elefantes (padre e hijo también), en perfecta armonía. Un día, dichos elefantes son robados por unos secuestradores que no saben donde se meten. Kham viajará a Australia para recuperarlos, y allí, en Sidney, con la ayuda de un singular policía, descubrirá una importante red de contrabando con animales en vías de extinción, para fines que mejor no explico. Repartirá cachetes a diestro y siniestro, porque claro, en esa organización hay luchadores que también son expertos en artes marciales, y a los que no resultará fácil vencer.

Para empezar, la historia resulta un poco ridícula y poco creíble. La historia de los elefantes, que podría mirarse como un canto a la naturaleza y al respeto por los animales, no termina de cuajar, e incluso se pasa de blandengue. Es en esa parte del relato donde además comprobamos que Jaa no está precisamente dotado para interpretar escenas dramáticas, aunque me temo que eso no importa demasiado a los admiradores del actor.

Porque lo único que puede interesar de esta película, que es para lo que se ha hecho, es por sus interminables luchas cuerpo a cuerpo, protagonizadas por el propio Jaa, y que a más de uno dejarán con la boca abierta. Sin embargo, el director, Prachya Pinkaew, las filma con un nerviosismo visual que las daña enormemente. El montaje es aceleradísimo y uno no se entera de nada. Luego le da por hacer planos secuencia, siguiendo al protagonista mientras se libra de un montón de contrincantes, que resultan gratuitos y nada efectivos. Cuando logra mantener la cámara quieta, podemos apreciar que Jaa es un excelente luchador, y que no hay rival que se le resista, aunque sinceramente no vemos nada que no hayamos visto antes en infinidad de películas. Salvo, quizá alguna escena en la que comprobamos que el actor parece Spiderman, pero eso no tiene ningún valor cinematográfico. Me voy a un circo, veo lo mismo, y me divierto.

Y no hablemos de las incongruencias del guión, siendo la casualidad la tónica del mismo. Ya es casualidad que el tío llegue a Australia, y los primeros que se encuentra son a los malos, sin haber metido una escena que explique tal encuentro, o lo haga creíble y coherente. Pero no le vamos pedir peras al olmo, a menos que creamos en los milagros. De escenas como la comentada está llena la película.

Del trabajo actoral pues.. en fin, que todos ponen caras de poco amigos, y son todos muy duros, menos los buenos, claro, que ponen caras de tontos, y son todos menos duros (salvando al prota, por supuesto). Sin embargo he de decir, que el coprotagonista, Petchtai Wongkamlao, que también firma como Mum Jokmok, y que interpreta al policía, cae bastante simpático sin hacer ningún alarde de interpretación. Su personaje es un poco estúpido, pero es el que mejor dibujado está, ya que entre tanta mediocridad, con un par de matices le llega.

En unos tiempos en los que el cine oriental está en auge por estos lares, podemos encontrarnos con títulos como éste, que le hacen un flaco favor a ese tipo de cinematografía. Una auténtica trapallada que es mejor olvidar. Realmente muy mala.

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