'Syriana', breve guía para entenderla

Contrariamente a lo que dice el título, este post será largo.

De modo pues, que al grano: Syriana en una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. No me cabe la menor duda de que con el correr de los años será un clásico comparable a La Batalla de Argel o Apocalypse Now. Es además uno de los guiones mejor escritos de la década, basado en una investigación prolija y deslumbrante.

Sin embargo no es, en modo alguno, un filme perfecto.

No, al menos, esta versión.

Antes de entrar en materia, debo aclarar que mis apreciaciones son muy subjetivas. Vivo en una país petrolero, Venezuela, el quinto mayor exportador de crudo del mundo que, además, en los últimos cinco años ha sufrido un golpe de Estado, una prolongada huelga petrolera y atentados terroristas. Vivo en un país con un gobierno revolucionario, enfrentado abiertamente a los Estados Unidos, paradójicamente, su principal socio comercial y el principal comprador de crudo venezolano.

En nuestro país, la corrupción es un cáncer que termina carcomiéndolo todo. Una situación que es más dolorosa cuando el dinero que se pierde —que es robado— es el de los programas sociales destinados a asistir las necesidades del 80 por ciento de la población, que vive en los umbrales de la pobreza crítica.

Nací además en una calurosa ciudad petrolera, Maracaibo, donde es cotidiana la imagen basculante de un balancín en su interminable e incansable tarea de bombear y extraer el petróleo. Una imagen hipnótica que domina mis recuerdos de infancia.

En resumen, no puedo ver la película con los mismos ojos con los que la vería un ciudadano de un país no petrolero, cuya relación con el combustible se limita al llenado del tanque de su automóvil.

Sin embargo...

Unos asaltantes asesinan al conductor de un autobús en el oeste de Caracas (Venezuela). Al día siguiente, los conductores de transporte público hacen una protesta contra la inseguridad. En Washington (EE.UU.), Condoleezza Rice, Secretario de Estado, en una audiencia en la que solicita la aprobación de un mil millonario presupuesto de seguridad, habla de la amenaza que representa el gobierno venezolano para la democracia americana y pide apoyo para el paro de transportistas que tiene lugar en Venezuela (enlace). El gobierno venezolano reacciona indignado y amenaza con cortar el suministro de petróleo a los EE.UU, a la vez que anuncia la construcción de un gigantesco oleoducto transamazónico que llevará gas natural a la Argentina.

Como consecuencia, suben los precios del crudo, ese mismo crudo que transporta, en medio del Atlántico, un tanquero de la Chevron llamado "Altair Voyager", antes conocido como "Condoleezza Rice". Con el incremento de los precios del petróleo, un puñado de empresarios tejanos y árabes, y varios políticos corruptos de toda nacionalidad (la venezolana, incluida) se hacen aún más ricos. Rice obtiene su presupuesto. El gobierno venezolano, fondos para la construcción del oleaducto. Y, en aquella ciudad europea, el ciudadano tendrá que pagar un precio mayor por la gasolina que necesita para ir a la oficina.

El párrafo anterior, el resumen de algunos hechos sucedidos recientemente, no tiene nada que ver con Syriana, salvo en un plano temático y que de torpe manera, remeda la construcción de su trama. Pero es una forma de demostrar que aunque tu país no produzca petróleo, lo que narra Syriana te concierne.

Porque, como dice el lema del filme, todo está conectado.

Todo está conectado. Aunque la narrativa de Syriana no lo parece.

Syriana mete el dedo en la llaga de la corrupción empresarial y gubernamental, el terrorismo y la guerra contra el terrorismo, por lo que los críticos de derecha estadounidense se han apresurado a descalificarla atacándola por su lado más débil: por ser, supuestamente, un filme confuso o ininteligible.

Vaya entonces, mi primera recomendación: concéntrate en la trama, abstráete del masticador de palomitas de maíz, del hablador al móvil, de las parejas besuqueantes que te rodean. Las conexiones en Syriana son sutiles; su narrativa, no es tradicional. Para decirlo en palabras de George Clooney, Syriana es una película atípica en estos tiempos en los que la MTV ha reducido nuestra capacidad de atención a menos de tres segundos.

La trama de Syriana se explica en su acción misma. No se trata de uno de esos guiones expositivos, donde la acción se detiene para que los personajes le expliquen a la audiencia qué es lo que está sucediendo, y a los que nos pretende acostumbrar la industria hollywoodense.

Segunda recomendación: infórmate un poco. De la web del filme podrás descargar el guión completo (si quieres leértelo después de ver la película), un podcast de Creative Screenwritting con Stephen Gaghan (guionista y director de Syriana), una mesa redonda en la que participan, además de Gaghan, Clooney y Robert Baer —exagente de la CIA y autor del libro catalizador del filme—, entre otros. Gaghan inició un blog, pero no lo continuó. No obstante, vale la pena leer su único post ya que constituye una interesante reflexión sobre la corrupción. En CHUD.com podéis leer otra entrevista con Gaghan y vale la pena revisar la discusión que se ha suscitado en los foros de IMDB.

Syriana merecía estar nominada al Oscar como mejor película, aunque esto habla mal del Oscar, no de Syriana. Pero si no lo está, acaso tampoco sea una injusticia completa. No es un filme perfecto pues recibió varios cortes radicales, que eliminó subtramas completas para reducir su excesivo metraje. De la subtrama en la que se describía la vida personal de Bob (Clooney) y su esposa (Greta Scacchi) apenas ha sobrevivido una secuencia huérfana (la conversación entre Bob y su hijo), totalmente prescindible en esta versión. Otra subtrama, que tenía a Michelle Monaghan como protagonista, también ha desaparecido.

Como Apocalyse Now en su momento, la actual versión de Syriana es un clásico imperfecto. Como Apocalyse Now, cuando aparezca su versión especial extendida en DVD, será perfecta. Y esta vez, no tendremos que esperar 20 años para que ocurra.

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