Robert Redford y Morgan Freeman llenan la pantalla

Por fín se ha estrenado entre nosotros esta película dirigida por Lasse Hallström, 'Una Vida por Delante', que data de principios del 2004 y tuvo ciertos problemas en su postproducción, no en vano, andan metidos por ahí los famosos hermanos Weinstein, y ya se sabe que a esos dos les gusta meter la mano en todo, y a veces, su entromisión se paga caro, si no es en la calidad de la película, lo es en su resultado comercial.

Aquí parece que ninguna de las dos cosas vaya a ocurrir. La película ha tenido una aceptable recepción crítica, y sus resultados en taquilla han sido bastante buenos. Ayer pude comprobar que la sala en la que se proyectaba estaba prácticamente llena, todos seguramente llevados por el tirón de su reparto.

El film narra la historia de una mujer maltratada por uno de esos malnacidos que hacen que uno se avergüenze de ser hombre, que decide irse con su hija lejos de todo y empezar una nueva vida al lado de su suegro, con el que no se lleva bien, y que vive con un viejo amigo en un rancho.

Ni que decir tiene que lo mejor de esta película son sus dos actores principales, unos inconmensurables Robert Redford y Morgan Freeman, a los que parece que no les cuesta nada actuar y da la sensación que les resulta tan fácil como respirar. Ellos solitos levantan una película que tiene sus defectos. Ellos solitos se bastan, haciendo de sus personajes algo cercano, algo increíble y maravilloso. Dos seres humanos marcados por la desgracia en un mundo en el que necesitan perdonar sobre todas las cosas. Como dos viejos cowboys ya cansados que miran hacia el horizonte, y en sus rostros se ve la satisfacción de ese perdón.

Además no les importa aparecer totalmente desmejorados y machacados por el paso del tiempo. Ver a dos estrellas de ese calibre enteramente hechos una pifia es algo que no tiene precio, y hace más humanos a unos personajes llenos de matices. Las conversaciones entre ellos dos son sencillamente impagables, y sus miradas y expresiones a veces dicen más que las frases que recitan.

El director narra con corrección los hechos y aunque procura no caer en lugares trillados, a veces no lo consigue, como todas las apariciones del personaje maltratador, sobre el que se cargan las tintas, y cuyas intervenciones rayan el ridículo. Aunque la resolución de este tema provoca que el público incluso llegue a aplaudir.

La película se mueve entre escenas muy bien llevadas, y otras que no lo son tanto, dañándose el montaje con lo que el ritmo del film se resiente, y eso que la película no aburre ni lo más mínimo, pero se le hubiera agradecido un poco más de entidad en el conjunto total, y no sólo centrarse en las escenas de Redford y Freeman, o las que suceden en bellos exteriores, en detrimento de aquellas protagonizadas por Jennifer López, que no es mala actriz, pero su personaje no está bien tratado, asi como el de su hija que es bastante tópico.

No es ni siquiera una buena película, pero sólo por Redford y Freeman merece la pena, los dos llenan la pantalla de momentos inolvidables, y mención especial merece la música de Deborah Lurie, con un uso de dos violines muy buenos. El sonido de ese instrumento es una de mis debilidades.

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