Maider Fernández Iriarte debuta con un emocionante documental centrado en la figura de Jordi Desquens Massanes, un hombre de 51 años con parálisis cerebral y un arrojo incalculable a la hora de dar uno de los pasos más importantes de su vida. Emoción a flor de piel es lo que uno encuentra en 'Las letras de Jordi'.
La fe y la comunicación
No es fácil aproximarse con frialdad a un trabajo domo el que propone su directora. 'Las letras de Jordi' es una bomba emocional que nos pone frente a frente con un hombre que tiene un mundo y vive en una realidad muy distinta a la de casi todos nosotros. Ayudada en la escritura por Virginia García del Pino, Fernández Iriarte se mete de lleno en la vida de Jordi para grabar un pequeño y modesto documental con la ayuda de una cámara y dos micrófonos.
Cineasta y educadora, la directora propone una entrevista y una aproximación a Jordi, a su familia y circunstancias, en un proyecto donde lo emocional, lo racional y lo fantasioso van de la mano a pesar de tomar caminos diferentes a medida que la historia avanza. Lo que comienza siendo un trabajo sobre la comunicación deriva en la fe de su protagonista tras revelar que Dios habló con él cuando tenía 21 años y como ahora, treinta años más tarde, esa fe se va perdiendo a media que la vida sigue poniendo obstáculos, sean físicos o emocionales. Charlamos con la directora durante la promoción del documental sobre la amistad y los valores de la fe.
"A nivel personal, no ha cambiado nada en mí. No soy creyente y tampoco me he convertido, pero el documental sí me ha servido para creer más en las personas, en la humanidad. Creer en escuchar, en la empatía, a la hora de relacionarnos entre nosotros".
Y es que los dos ingredientes principales del documental, fe y comunicación, se superponen uno y otro, mutando el relato constantemente.
"Entré en el proyecto por la fe. Quería saber cómo era la experiencia de alguien que yo considerase como un creyente de verdad. De alguien que tuviera fe. Quería conocer la experiencia de fe de alguien auténtico. Luego es cierto que la película tal vez se convierta en otra cosa, pero el objetivo, lo que me movía, era conocer una experiencia de fe".
"Me interesan más las películas que se acercan de manera honesta a las personas". Maider Fernández Iriarte
La fe no parece ser el fuerte de alguien que ha sido dependiente de sus padres durante toda la vida, y ahora, cuando estos se hacen mayores, toca dar un paso doblemente complicado: Jordi abandona el hogar familiar para pasar a una residencia.
"Él llevaba ya medio año viviendo allí cuando nos conocimos. Ya había pasado un tiempo y para él a nivel vital había sido un cambio increíble que lo afectaba a todos los niveles, incluidos en la fe en dios. En ese momento le conozco".
El documental puede resultar un tanto anodino para los paladares más ansiosos de otro tipo de ritmos y planificaciones, puesto que se centra básicamente en una mesa y una habitación el 90% del tiempo. Es un trabajo documental mucho menos trepidante de lo habitual.
"Me interesan más las películas que se acercan de manera honesta a las personas, que filman a gente real con un interés real por parte del realizador en mostrar un acercamiento a través de la cámara. Un gran referente para mí es un cortometraje de Lluís Escartín titulado 'Amor', donde entabla una conversación con un ex-militar que ha matado, y se aproxima desde el respeto. También me interesa mucho el trabajo de Óscar Pérez ('La mejor opción').
"Mi forma de acercarme es ir siempre con la cámara". Maider Fernández Iriarte
Lo cierto que sus concisos setenta minutos, sin resultar redondos ni plenamente satisfactorios sí albergan, al menos, un cierre de esperanza gracias a un final que nos deja con algo de recompensa interior.
"Ese final surgió sobre la marcha. El tronco de la película es mi conversación con él, pero a medida que nos conocíamos iba viendo qué cosas que a él le gustaban podían ser interesantes para la película. Ahí decidimos dónde ubicar ese momento con mi montadora Virginia García del Pino. Lo decidimos casi sin saber qué iría delante, pero era un momento tan evocativo, donde la limitación desaparece, tan poético y en conexión con las ideas de Jordi cuando conecta con Dios, que nos pareció la mejor opción.
Maider Fernández Iriarte pasó seis meses visitando a Jordi cada quince días, grabando con su propio equipo, revisando cada jornada para dar el siguiente paso y conocer la dirección de un trabajo cuya producción total ha sido de casi dos años, algo comprensible viendo esos momentos en Lourdes, los más rompedores del resultado final, donde realmente el mensaje de su directora cobra más fuerza todavía: "A Lourdes fui sola tres veces, pero también fui con un equipo formado por cuatro personas: Amanda Villavieja al sonido, Carlos Muñoz con la cámara y Alejandra del Barrio como producción".
Uno se pregunta si en un trabajo de este tipo se queda mucho material fuera, y la directora también nos lo aclara: "Cuando vas conociendo a la persona y estás con él tanto tiempo, ves que hay cosas que forman parte de su vida que tal vez no resulten interesantes para el documental. En este caso tiene que ver un poco con la intuición, con saber qué necesito realmente y qué no. Es interesante cómo vas esbozando el propio camino de la película según vas filmando y generando un punto de vista. Mi forma de acercarme es ir siempre con la cámara. Así obtuve mucho material de sus rutinas matinales en un centro ocupacional que eran parte de mi investigación, pero nunca contemplé que fueran a formar parte de la película. También grabamos en la residencia, pero al final llegamos a la conclusión de la que la verdadera fuerza estaba en ese encuentro íntimo con Jordi".
La directora y Jordi, amigos para siempre, volverán a reencontrarse pronto: "Gracias al estreno volveremos a encontrarnos el próximo fin de semana en los cines. Está emocionado y contento de acompañarnos en la sala".
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