Ethan Hunt se enfrenta a una realidad mutante en una aventura que se atreve con la comedia screwball
Se ha estrenado ‘Misión Imposible: Sentencia Mortal – parte 1’, otra entrega extraordinaria de la mejor saga de agentes secretos del cine actual que continúa con la difícil tarea de superarse a sí misma, aunque en esta ocasión no lo haga de la forma que la gente se espera. Ha llegado un momento en el que no tiene sentido comparar entre entregas porque cada una tiene sus puntos fuertes y cierta personalidad, pese a ciertas constantes invariables.
Ahora es cuando tendría que venir el gran "pero" de este capítulo, y lo cierto es que ni es perfecta ni va a ser considerada por muchos la mejor de la franquicia, pero llegados a un punto de excelencia ¿Es necesario que todas las secuelas sean siempre un más y más grande? Buscar pegas en un producto tan entregado a la experiencia a veces es fútil, tan solo hay variaciones en sus sabores, especialmente en las últimas tres, todas firmadas por Christopher McQuarrie.
Lo primero que puede resultar decepcionante es que no está tan colmada de escenas de acción como ‘Fallout’, pero también resulta encomiable que ‘Sentencia mortal’ sea capaz de luchar contra las propias expectativas que ha creado la franquicia y su aparato de marketing resaltando las acrobacias, y a cambio ofrezca una construcción del argumento más allá de crear tejido conectivo entre ellas. Algo que la dupla ‘Nación secreta’ y la sexta había perdido, volviendo al equilibrio de la cuarta entre giros y jarana.
Una realidad mutante
Podría decirse que incluso vuelve a la afiliación por Hitchcock de la primera, aquí mirando a ‘Encadenados’ (1946), ‘Cortina rasgada’ (1966) o ‘Topaz’ (1969), aunque también parece emular a otros thrillers de la guerra fría con la huella del británico como ‘El premio’ (1963). La novedad es la introducción de una AI como antagonista de la historia, lo que la lleva casi al terreno de la ciencia ficción, casi como un spin-off de ‘Mrs. Davis’ —uno espera en qué momento le verán las alas virtuales a Gabriel— que demuestra la versatilidad de la saga para adaptar sus conflictos globales al presente posible sin que resulte un injerto artificial.
Más certero aún es su lúcido comentario sobre la mutación de la verdad, añadiendo una nueva dimensión al thriller paranoico de los 70 que resulta vigente gracias a la distorsión de la propia realidad de los personajes a través de la tecnología, del deepfake o la comunicación saboteada, durante algunos pasajes parece una contraguerra de hackers, donde el resultado es la incertidumbre absoluta, donde no puedes fiarte ni de las voces amigas.
‘Misión imposible: sentencia mortal’ hace un gran trabajo desarrollando esa sensación de realidad volátil, pero el hecho de que no sea una concatenación de acción como la anterior no significa que no esté llena de set pieces exquisitas, además, por supuesto, de la chaladura obligatoria de Tom Cruise, que hemos visto en demasiados tráilers pero que conecta a la película con un cine silente de acrobacias presente en cada toma. Poseído por el espíritu de Harold Lloyd, el actor justifica cada grito que dio en el rodaje durante la pandemia con un compromiso sincero con el cine espectáculo para salvar al cine.
Slapsick clásico para aligerar de gravedad la saga
No son extrañas estas muestras de riesgo frente a la cámara para los habituales de la saga, la diferencia con otras es que la acción tiene un componente más screwball, es mucho menos sobria que en ‘Fallout’ y consigue percibirse como algo más mamarracho pese a que la trama posee eventos más dramáticos que la mayoría de episodios anteriores. Si este nuevo enfoque mirando a la comedia splastick funciona es gracias a la química de Hollywood clásico que imprime Hayley Atwell, sin duda el gran hallazgo de esta secuela.
Atwell confiere picardía, sal y espontaneidad en un thriller que apuntaba a una gravedad que había intoxicado la franquicia en la anterior, en la que el conflicto con la ex de Ethan Hunt parecía sacado de una bola de bingo y se percibía como una excusa para crear un vínculo entre el agente y el villano. La presencia de la actriz, sin embargo tiene un punto de “chica Hunt” no escrito que muestra cierta tendencia anticuada de la saga al “recambio de neumáticos”, y hace pensar en la injusta desaparición de Jane Carter en la saga.
‘Misión imposible: sentencia mortal’ no es tan sobria ni concatena tanto segmento espectacular como ‘Fallout’, pero en general tiene una trama más trabajada, villanos más inspirados y menos redundancias de continuidad, trata temas relevantes y articula mejor sus conflictos y lo más importante, sabe mantener la tensión y guardar sus mejores cartas para el final, una última hora de circo vertiginoso que certifica la marca como una diversión de viernes noche eternamente infalible. Aunque la emoción del legendario compás de Lalo Schifrin también tiene un límite y ojalá su segunda parte sea el cierre, seguramente de oro, que merece la serie.
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