La película de Dakota Johnson no termina de acertar en sus intenciones... entre otras cosas porque es muy dudoso que tenga alguna
Durante años, las películas de Marvel Studios parecían hechas con sota, caballo y rey. A ojos de cualquiera, hacer un 'Iron man' o un 'Civil war' parecía sencillísimo y se llegó a hablar, con muchos tuits y quejas mediante, de la famosa "fórmula Marvel" expandida a lo largo de 33 películas. El problema es que en algunos estudios de Hollywood se lo llegaron a creer. Si ellos pueden, ¿acaso nosotros no? Y, por lo visto... no. No es tan fácil, al menos. Cuando Sony lanzó 'Venom' y, en medio del bochorno general, 'Morbius', todos nos dimos cuenta de la verdad que se escondía tras las acusaciones formulaicas al UCM: sí, había una receta del éxito, pero tan secreta y perfeccionada que copiarla sin tener los ingredientes era imposible.
Madame Méh
No os voy a engañar: estoy en el grupo de los que, más que ver, sufrió 'Madame Web'. El estreno de esta película, solo disfrutable de manera irónica, ha llevado el subgénero superheroico a uno de sus puntos más bajos. Diálogos aberrantes, montaje que se salta todas las normas escritas, dirección que brilla por su ausencia, un reparto en el que cada uno está en una película distinta... Y, quizá aún más notorio, un borrón en sus intenciones. ¿Qué pretende esta cinta más allá de sacar el dinero a aquellos despistados que quieran ver "la nueva de Marvel"? Absolutamente nada. Puro y duro contenido para tener de fondo mientras estás viendo TikToks.
El problema no es que Cassandra Webb sea un personaje desconocido: no tiene nada de malo que los protagonistas de una película de superhéroes sean absolutos anónimos para el público general. Suele ser la norma: Iron Man, Guardianes de la Galaxia y Doctor Extraño nunca habían sido precisamente los héroes más populares y no les impidió recaudar miles de millones y conseguir el aplauso de la crítica. Porque había algo en esas películas que era especial: superhéroes con poderes distinguibles, humor constante, corazón y, de alguna manera, saber explicar fácilmente conceptos confusos para el gran público poniendo el destino de la humanidad en peligro.
Madame Web siempre fue un personaje intrigante en los cómics de Spiderman desde su primera aparición allá por 1980: una anciana ciega sentada en una silla capaz de controlar y ver las diferentes ramificaciones del tiempo y el destino, una mutante precognitiva que ayudaba al héroe arácnido a escoger la mejor de las opciones posibles. Nunca protagonizó ningún título en solitario, pero eso no impide que tenga una buena base aquí. La película, eso sí, ha decidido no hacer ni caso a los cómics y centrarse en su pasado antes de siquiera conocer sus poderes. Y no son tan espectaculares, visuales o únicos como para justificar dos horas de escena postcréditos continua que nos anuncia que lo mejor está por venir.
Fórmula abierta
Hasta ahora, las películas que Sony había realizado en su universo tenían su pequeño componente de "fórmula", pero una muy extraña manufacturada por ellos y que mezclaba el sucedáneo Marvel con el ambiente inconsecuente y liviano de las películas de superhéroes de inicios de los 2000. Incluso 'Morbius', dentro del propio meme, parecía sacada de un baúl donde se quedó hace veinte años. Pero 'Madame Web' es otra cosa: abandona el intento de parecerse la Marvel actual y parece haber tomado inspiración en aquellos pilotos de series con bajísimo presupuesto e intenciones dudosas de inicios de siglo.
Para hacer una buena película de orígenes, como 'Capitán América: el primer vengador' o 'Capitana Marvel', tienes que asegurarte de que el protagonista es lo suficientemente interesante, el villano hace algo más que figurar como tal y las escenas en las que el personaje principal descubre sus poderes dejan en el espectador la sensación de eterna fascinación. Sin embargo, 'Madame Web' parece evadir conscientemente esta fórmula para rotar, en su lugar, en torno a un solo pensamiento: no perder los derechos. Es un mercantilismo que casi podemos oler, cine hecho con la mera intención de estar en la pomada, como si alguien hiciera una película de Nancy Barriguitas aprovechando el éxito de 'Barbie'.
Y se personifica en la pobre Cassie Webb, un personaje castigado por el guion cuya rareza se traduce en unos diálogos marcianos de humor abstracto (cualquiera de sus primeras escenas en la ambulancia) y cuyos poderes no acaban por quedar claros incluso después de una hora y media de preparación. Para colmo, el villano de turno, un Ezekiel que traiciona absolutamente a su personaje de los cómics, no tiene otro motivo para perseguir a sus protagonistas que... una amenaza que sueña de manera constante. De hecho, todo el peligro que se pone en juego en la película es un cartel de Pepsi que puede (o no) caer al vacío. 'Madame web' no sabe cómo crear tensión, cómo hacer personajes que impacten en el espectador, cómo sembrar las semillas del futuro... Y al final todo se queda en un "Vale, sí, esta no es muy buena, pero ya verás la segunda parte". Ya sabéis. Esa que no va llegar.
Salimos solo una vez a navegar juntos por la red
'Madame web' cree que se está negando a seguir a Marvel, pero al mismo tiempo está impregnada por toda la cinta. Tratando de montar su propia fórmula, cual científico loco propio de este tipo de producciones, se olvida de la mitad de los ingredientes y el resultado es, cuando poco, chusco y decepcionante. Todo se nota a medio gas: la acción, el humor, la personalidad de los personajes y hasta los guiños. De hecho, de lo que más se ha hablado en la película es de sus uniones debiluchas con Spiderman, que es... exactamente eso que trataba de evitar.
Es como intentar hacer un pastel de chocolate riquísimo después de haber visto uno ya terminado en la tienda, pero sin nociones de pastelería ni receta: al final el resultado tendrá puntos en común, pero, salvo milagro, lo más posible es que salga incomestible. Incluso en los puntos más bajos de Marvel Studios, sus películas se notaban constantes, sin graves errores de dirección, controladas por la (cada vez más) pesada pero sabia mano de Kevin Feige. Aquí, S. J. Clarkson no ha podido dejar atrás sus precedentes televisivos: 'Madame web' parece visualmente una serie de CW y argumentalmente un drama de sobremesa. Puede que 'Venom' no fuera ninguna maravilla, pero al menos era consistente y tenía sus referentes muy claros.
Todos hemos empezado de alguna manera copiando a quien ya tuvo éxito. Vuestros dibujantes favoritos, antes de desarrollar estilo propio, utilizaron papel cebolla para ver cómo lo hacían los mejores. Los novelistas de éxito empezaron copiando modismos y maneras de expresarse de sus ídolos. Pero el Universo Spiderman (sin Spiderman) de Sony trata de desvincularse de la fórmula clásica sin haberla analizado lo suficiente como para adivinar dónde están los puntos rupturistas y los lugares por donde puede salir victorioso. Al final, lo que queda es una mezcolanza poco atractiva que va a dar en los infiernos de la más absoluta de las mediocridades. Teniendo un ejemplo perfecto de romper con todo sin hacerlo del todo en la propia empresa con 'Spiderman: cruzando el multiverso', 'Madame web' se siente no ya como un paso atrás, sino como una maratón de espaldas. Una pena.
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