Es curiosa la carrera de Tommy Lee Jones. Aún recuerdo cuando lo veía metido en subproductos al estilo de 'Alerta Máxima', los cuales compaginaba con incursiones en películas como 'JFK' de Oliver Stone, quien volvería a contar con él para 'El Cielo y la Tierra'. Hasta que un día apareció 'El Fugitivo', le dieron un merecido Oscar, y la gente empezó a tenerle en cuenta. Desde entonces ha ido moviéndose con productos de mayor o menor calidad, pero siempre con el respaldo del público. 'Los Tres Entierros de Melquiades Estrada' es su ópera prima para el cine, aunque ya había hecho sus pinitos en la televisión.
Pete Perkins recibe la noticia de que su mejor amigo, Melquiades Estrada, ha muerto a manos de un patrullero fronterizo. Movido por una promesa de amistad que le hizo en vida, decidirá viajar con el cuerpo de Estrada montado en una mula, hacia Méjico, a un lugar donde prometió enterrarle si moría. No hará el viaje solo, ya que se llevará consigo al hombre que mató a su amigo.
Jones sorprende a propios y extraños con una mezcla de western y road movie. Un viaje, que como todos los viajes, a parte de físicos son emocionales. Emociones que sobre todo son repartidas por Tommy Lee Jones en su doble faceta. Como actor, ha alcanzado desde hace tiempo, una espléndida madurez, que le hace capaz de interpretar papeles de este estilo. Un personaje que con cuatro palabras, y unas miradas llenas de dolor, unos gestos totalmente expresivos, lo comunica absolutamente todo. Es inevitable decir que llena la pantalla, como solo los grandes la llenan.
Como director ofrece una mirada pausada sobre la historia y sus personajes. Apoyado en un excelente guión de Guillermo Arriaga, Jones mueve la cámara con enorme sobriedad, y hace gala de un excelente dominio de todos los elementos que tiene a su disposición, para ofrecernos cine de calidad. El film es un drama, a veces duro, a veces muy duro, pero que a ratos se vuelve raramente macabro debido a las gotas de humor, bien metidas en la historia, y que tienen que ver con Estrada y su estado. Un humor que no desentona para nada en el conjunto final de la película.
La excelente fotografía de Chris Menges, es otra de los compañeros de este viaje de amistad perdida, de lugares encontrados y de redención. Una fotografía que forma parte de la misma historia, que no sólo se limita a captar bonitos paisajes, si no también a los personajes. Los envuelve de forma concisa y no los suelta. Y nos los muestra en su verdadero estado.
A Jones le da la réplica un muy acertado Barry Pepper, personaje en principio odioso, pero excelentemente dibujado. El contrapunto perfecto para el personaje principal. Dos antagonistas unidos por la muerte de alguien importante en la vida de uno de ellos.
Quizá el film tarda un pelín en arrancar, debido a que su primera media hora es un poco confusa. Curiosamente ahí el montaje no está del todo conseguido. Cosa que se arregla sorprendentemente según va avanzando la acción. Los flashbacks posteriores, que definen una historia de amistad, están bien insertados en la narración, y a mi juicio no la entorpecen, como al principio.
Aún así, una muy buena película, que hace depositar nuestra mirada en Tommy Lee Jones realizador, que nos ha dejado un film con gran aroma clásico, donde podemos apreciar la sombra de Peckinpah y algunas pinceladas de Eastwood.