La semana pasada recomendaba una película francesa porque se trataba de una de las propuestas más extrañas que me había echado a la cara en mucho tiempo y, entre otras cosas, ese soplo de aire fresco supuso que gozase el film.
Sin embargo, en esta ocasión, dentro aún del cine francés, de lo que vengo a hablar es de un producto canónico, que sigue esquemas y fórmulas sin más. A pesar de ello, 'Los seductores' ('L´arnacoeur', 2010) funciona, que ya es decir. Una película que se aleja de todo lo esperable cuenta con su peculiaridad como virtud y quizá no necesita mucho más. Pero otra que haga lo de siempre, lo que los espectadores han visto infinidad de veces, tendrá que estar engranada a la perfección par conmover, entretener o hacer reír, ya que no puede echar mano del aliciente de la sorpresa.
Pascal Chaumeil dirige esta historia que no se declara como un remake, pero que cuenta con predecesoras de similar argumento y de parecido título, tanto en nuestra traducción como en su «rompecorazones» original —sí se ha hablado de posible revisión norteamericana—. En ella, un equipo profesional se encarga de romper relaciones a cambio de dinero, para lo cual el protagonista cuenta con frases y gestos ensayados que conquistan a la parte femenina de la pareja hasta hacerle ver desperdiciará su vida si continúa con su prometido.
Tras la presentación de la ocupación de estos tres mercenarios con un ejemplo y una explicación, 'Los seductores' arranca con la consabida planificación de un trabajito —como si fuese un atraco—: reparto de funciones, adquisición de elementos necesarios, infiltración, indagación, fichajes… Esto supongo que va en cuestión de gustos: seguro que hay quien lo disfruta en grande, pero personalmente me cansa volver a ver estas preparaciones. Por lo tanto, cuando el film ya se ha encaminado hacia la historia, sube varios grados en interés.
Los minutos en los que ninguno de los dos protagonistas admite los sentimientos que alberga hacia el otro, como si fuese una novela de Jane Austen, hablan por sí solos, sin explicaciones, y aguantan la tensión. (Posible spoiler) No parece fácil afrontar una escena final que se ve venir, que el público conoce de memoria. Hace falta valentía para rodar de nuevo la carrera, el encuentro, la declaración... La solución de en medio habría sido acabarlo con otra resolución. Pero los tres guionistas se aferran a este final feliz y, a pesar de todo, el director consigue que haya emoción en su presentación de los tan manidos momentos. Algo es algo. (fin del spoiler)
Increíbles, si acaso, pueden ser las motivaciones del padre de ella a la hora de encargar el trabajo. O bien habría que confiar en la buena fe de un tipo que en absoluto aparenta preocuparse por los demás, o bien pasar el detalle por alto, que quizá es una actitud más adecuada en la contemplación de una comedia tan ligera como ésta. Pero no habría estado de más una búsqueda de la justificación, que, por otro lado, podría haber contribuido a la comedia.
Romain Duris responde perfectamente a las exigencias del título de la película: pese a su falta de belleza clásica, su mirada y sus movimientos aseguran la seducción que se transmite más allá de la pantalla. Aparte de seductor, está gracioso en los momentos en los que muestra una desaprovechada vena cruel —los llantos forzados—. Vanessa Paradis encaja admirablemente en cualquiera de los dos extremos de su dilema, es decir, que nos la creemos como pija y también la vemos en una vertiente alocada y desinhibida. El humor llega casi siempre servido por los secundarios, Julie Ferrier y François Damiens (ambos en la fotografía siguiente), quienes elaboran descabellados planes para urdir sus engaños y encarnan el matrimonio asentado que sirve de contraste a la actitud de Alex.
«Desaprovechada vena cruel» porque recuerdo un relato en el que un bello joven disfrutaba seduciendo a mujeres poco agraciadas para acabar con parejas que se consideraban felices. En 'Los seductores', por el contrario, los mercenarios declaran que nunca destrozan idilios. Se introduce este punto de romanticismo para endulzar al protagonista y pedir perdón por la trama de fondo. Más adelante, su actitud se justifica aún más con la inclusión de los matones y la necesidad acuciante de liquidez. Así se anula una posible personalidad canalla que habría aportado interés a los primeros minutos del film, los más anodinos, y al mismo tiempo, habría convertido la transformación del personaje en algo más valioso y valiente. Un cínico que no cree en el amor, ni siquiera en el ajeno, y sólo piensa en el dinero habría sido un mejor protagonista de partida para mostrar un dilema mayor en la evolución posterior de la película.
'Los seductores', que se estrena el viernes, 22 de octubre, no se coloca entre las mejores opciones que puede ofrecer la cartelera, ya que carece por completo de originalidad o novedad. Pero al menos está lograda, contiene una buena dosis de comedia y ofrece la posibilidad de pasar un rato entretenido.