Sé que es una forma poco ortodoxa de comenzar una crítica, pero permitidme divagar un poco. Muchas son las ocasiones en que habéis apuntado la innecesariedad de que dediquemos nuestros esfuerzos a publicar varias críticas del mismo filme —si mal no recuerdo la cosa llegó a su paroxismo con las entradas de 'El hombre de acero' ('Man of Steel', Zack Snyder, 2013)— pero lo cierto es que, siempre desde mi punto de vista, si hay algo que da vida a esta página, es poder contar con una significativa muestra de "críticos" cuyas opiniones, en no pocas ocasiones, no podrían ser más encontradas. Creo que eso es lo que enriquece este rincón de la blogosfera y lo que convierte a Blogdecine en la página de referencia que es —y ahora no vayáis a confundir esta honesta aserción con una derivada de un "ombliguismo" extremo, por favor, no van por ahí los tiros—.
El caso es que, si en los últimos tiempos servidor no ha estado más activo en cuanto a crítica de estrenos no ha sido sino por una alarmante carencia de tiempo que me ha obligado a tener que elegir entre los varios especiales que llevo a cuestas o las muchas cintas que he tenido la oportunidad de ver en los cines. Con los primeros como obvios ganadores, tanto por motivos evidentes —no quisiera plantarme en 2015 con el especial de Cómic en cine, por ejemplo— como por la desidia generalizada que han venido provocando las segundas, no tenía planeado escribir esta entrada sobre 'Los juegos del hambre: en llamas' ('The Hunger Games: Catching Fire', Francis Lawrence, 2013); y habría dejado que fuera la opinión de Mikel sobre la cinta la única que en principio figurara por este espacio sino fuera por un motivo de peso: el que esta segunda parte de la distópica saga de ciencia-ficción vaya a poder contarse como una de las diez mejores cintas que nos ha dejado este año. Como lo estáis leyendo.
Aunque todavía falte algo más de un mes para que la red se vuelva loca con Top-10 de hasta los mejores calzoncillos del 2013, esta claro que en el ámbito que a nosotros nos atañe, y como suele afirmarse en términos coloquiales, "casi todo el pescado está vendido". Y al margen de dos o tres estrenos pendientes con potencial suficiente para entrar en la selección de lo mejor del año, pocas dudas caben ya a estas alturas de los títulos que conformarán el grupo de las elegidas, un grupo bastante variopinto —al menos en mi caso, habrá que ver lo que opinan mis ilustres compañeros— al que, sinceramente, no creí que fuera a pertenecer 'Los juegos del hambre...'.
Y no me entendáis mal, fui de los que se lo pasó bomba con la primera parte aun a sabiendas de sus varias carencias, sobre todo aquellas que atañían a la dirección —no entiendo como se asignó a un cineasta con tan poca personalidad como Gary Ross la realización de un blockbuster—. Pero por mucho que me entretuviera la cinta, y me haya seguido entreteniendo en el par de visionados que le he hecho en la comodidad de mi salón desde su adquisición en formato doméstico, tenía la plena certeza de que esta segunda entrega iba a ser más de lo mismo y no plantearía nada novedoso. ¡Cuán equivocado estaba!
Para empezar, y señalando previamente que desconozco el material de partida —mis ánimos lectores dejaron tiempo ha de estar en la línea de este tipo de sagas—, creo que es digno de encomio que una cinta de ciencia-ficción, segunda parte de un filme que rompió taquillas, y punto intermedio de una saga destinada al gran público, invierta hora y veinte de un metraje de dos horas y veinticinco al que no le sobra nada en seguir desarrollando a sus personajes y conseguir así que éstos no se queden estancados en lo que vimos en su predecesora. Ahora bien, lo que dicha decisión comporta de cara al público, es que el sesgo de población al que va dirigido de forma mayoritaria la cinta, y que ayer llenaba la sala donde acudí a verla, desespere hasta lo indecible con tanta exposición y tan poca "acción", dedicándose a hablar, bufar y hacer bromas mononeuróticas sobre Dios sabe qué.
Por mi parte, considero que la decisión de plantear un arranque tan arriesgado entronca a la perfección con ese sesgo de la ciencia-ficción en el cine que tan poco se prodiga, el del análisis, la reflexión y los personajes, sobre todo los personajes, elemento fundamental sobre el que Simon Beaufoy y Michael Arndt hacen orbitar la adaptación de la segunda novela de Suzanne Collins, dejando que todo el corpúsculo de secundarios que en otras manos habrían caído bajo el brutal peso de Katniss —impresionante la señorita Lawrence, realmente impresionante en aquello que el doblaje no es capaz de destrozar—, tengan aquí su cuota de importancia y protagonismo, reservando los guionistas vitales intervenciones a unos Donald Sutherland y Philip Seymour Hoffman que no entienden de malos días.
Quizás donde más le duela a la cinta su prolongado primer acto —no sé si me atrevería a decir que la estructura clásica queda atomizada durante el metraje, no sé...— es en el que la dirección de Francis Lawrence pase a un obligado segundo plano hasta encontrar los necesarios momentos para su lucimiento; pero, con todo, la labor del cineasta dista mucho de ser muda, y su contención y claridad narrativa sirven de perfectos vehículos a varios enérgicos pulsos al nervio del espectador en el momento en que arranca la septuagésimo quinta edición de unos juegos que poco tienen que ver con lo que habíamos visto en el primer largometraje y la cinta encara sin pausa un tramo final espléndido que, con alguna laguna que otra —a la cinta se le notan un par de cortes que, dada su duración, considero innecesarios—, deja el tablero perfectamente establecido para lo que nos llegará dentro de un año con la primera parte de 'Sinsajo'.
Lo dicho, toda una sorpresa.
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