Y digo que no hay dos sin tres, primero por alusión al argumento de la película, y segundo, porque está muy claro que si el film tiene éxito, y todo parece indicar que sí, habrá una tercera parte que nos siga contando entre canciones, los devaneos amorosos de los personajes protagonizados por Guillermo Toledo, Ernesto Alterio y Alberto San Juan, los cuales gozan de la simpatía de buena parte del público español.
Respecto a la historia de esta nueva entrega, que el tiempo ha pasado y nuestros protagonistas tienen relaciones estables, y andan pensando en el matrimonio.
Y casi nada más se puede decir sin desvelar las pocas sorpresas argumentales que contiene la película, aunque tildarlas de 'sorpresas' es poco adecuado, ya que precisamente eso es lo que no contiene esta segunda parte; todos sus giros argumentales no cogen desprevenido al espectador, que prácticamente se sabe de antemano lo que va a ocurrir. Aunque tampoco esa previsibilidad sea algo malo en el film, pues éste va a lo que va, sin ningún tipo de pretensiones; ser una coherente secuela de la primera parte, que sin ser una gran película, tenía cosas divertidas.
Como diversión hay en esta nueva entrega, sobre todo en lo que respecta a Alberto San Juan, el mejor de todo el reparto, quién se ha preocupado de sacar mejor provecho a su personaje, puliendo sus virtudes, hasta el punto de que su sola presencia ya te hace reir. Guillermo Toledo baja el listón, cómo si alguna vez lo hubiera tenido alto; Ernesto Alterio continúa con cara de lelo y sin actuar. Para llenar el vacío que dejaron muy inteligentemente Paz Vega y Natalia Verbeke, llegan Lucía Jímenez y Verónica Sánchez, con dos personajes insulsos que no aportan absolutamente nada a la historia. María Esteve sigue demostrando que es una de las peores actrices de toda la Humanidad; y la incorporación de Pilar Castro es de lo mejor de la película; ella está bastante bien, y tiene un morbo especial que le viene muy bien a su personaje, el cual sí aporta algo a la historia.
Emilio Martínez Lázaro dirige con la misma eficacia que en la vez anterior, siendo consciente de que lo único que hay que hacer es entretener al público, y eso por lo menos lo consigue, hay que reconocerlo, aunque tampoco significa que uno se lo pase en grande. Y es que David Serrano sigue cometiendo los mismos fallos como guionista una y otra vez. Sabe plantear situaciones, pero luego están mal hilvanadas y la resolución de las mismas es bastante nefasta, de hecho, a veces, no hay resolución. Si hay tercera parte, pediría encarecidamente que Serrano no la guionizara; porque aquí, a parte de su 'sello personal', el guión peca demasiado de oportunista (otros dirán 'políticamente correcto') pero no me voy a meter demasiado con eso.
Respecto a lo números musicales, creo que hay alguno menos que en la primera parte, y están realizados más o menos con soltura, quizá más lo segundo que lo primero, pero sobre todo chirrían en lo que se refiere a las interpretaciones de Toledo y Alterio, quienes no resultan nada convincentes cantando.
A pesar de sus defectos, los cuales tampoco son como para poner el grito en el cielo, la película es pasable, infinitamente superior a la tontería esa de Santiago Segura, con lo que su éxito es mucho más merecido.