'Las Crónicas de Narnia', cine infantil adulto

No podían dejar a Harry Potter sin competidor en las taquillas, y cómo ya no hay más películas sobre anillos, pues ahora nos llega la adaptación de una novela de C. S. Lewis, que por cierto, era amigo de Tolkien y ayudó a qua la obra de éste último se publicase. Si se convierte en un éxito (y yo creo que de los grandes), pues pasará a ser una nueva saga, dice que de siete películas.

La película cuenta cómo en Inglaterra en plena Segunda Guerra Mundial, cuatro hermanos son enviados lejos de la destrucción de las bombas, a una vieja casa apartada, donde vive un enigmático profesor. Allí descubrirán un armario que conduce directamente a un lugar conocido con el nombre de Narnia, ahora dominado por una cruel bruja blanca, y en el que existe una profecía sobre cuatro humanos que salvarán Narnia de la tiranía.

La historia refleja el clásico enfrentamiento entre las fuerzas del Bien y las fuerzas del Mal, todo ello en un mundo de fantasía y magia, donde todo es posible, y que sin duda hará las delicias de los amantes de este tipo de historias, y que en este caso son niños de todas las edades, a los que va dirigida la película, la cual, a pesar de poseer un evidente tono infantil, no trata a los más pequeños como si fueran idiotas, mientras todo les resulta fácil de entender. Del mismo modo, a los mayores no se les trata como si fueran críos, y el film les puede resultar también interesante. Creo que éste es el mayo acierto de esta correcta película, que con sus numeroso defectos, constituye una de las muestras de cine infantil más adultas (por el respeto que profesa) que se han hecho en mucho tiempo.

Otro acierto ha sido la elección de su reparto. Sin haber grandísimas interpretaciones, todos cumplen perfectamente con su cometido, haciendo creíbles sus personajes; desde un casi fugaz Jim Broadbent, como el viejo profesor, dueño de la casa donde está el mágico armario; Tilda Swinton aprtando toda su caracterítica frialdad a la bruja blanca, un personaje que tiene que ser precisamente eso, frío. Y para mi sorpresa, los cuatro niños están más que correctos en sus respectivos papeles, sobre todo Georgie Henley, de preciosa sonrisa y que está absolutamente adorable como la hermana pequeña.

En la dirección, el firmante de dos obras maestras protagonizadas por un ogro verde y un asno, Andrew Adamson, sale aceptablemente airoso de su salto a película de imagen real, aunque buena parte de ella son efectos digitales. Destaca sobre todo, por su eficaz narración, y el buen ritmo que le imprime a una película de más de dos horas, y que nunca decae.

Por otro lado, han querido hacer una historia demasiado clara, y en ese aspecto el argumento del film queda reducido a un esquema bien simple, donde todo es demasiado evidente, aunque eso sí, no llega a niveles vergonzosos como en otras películas, pero un poco más de ambigüedad, o sutileza, en sus propuestas, no le hubiera venido nada mal. También el desarrollo de personajes no está lo suficientemente bien tratado, sobre todo el que interpreta Tilda Swinton, que tiene mucho jugo y no está del todo exprimido.

En cuanto a los efectos digitales, éstos no son todo lo perfectos que debieran, sobre todo en lo que se refiere a los animales, pero bueno, tampoco molesta demasiado.

Y por último decir que la banda sonora de Harry Gregson-Williams es espléndida, realizando quizá su mejor trabajo, donde las influencias de Hans Zimmer son evidentes; después de todo es uno de sus acolitos. Una música llena de épica y emoción, las que por momentos tiene la película, con la que se pasa un buen rato, sin pedirle más.

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