'La Joya de la Familia', huyendo del tópico

Hay películas que, en apariencia, son tópicas de principio a fin, ya sea en su argumento o en su forma. Afortunadamente, hay un elemento en ellas, llamémosle director o guionista, que las diferencia de las demás, erigiéndose cómo películas dignas de ver, de esas que sin considerarlas obras maestras, y casi sin saber por qué, te gustan bastante. 'La Joya de la Familia' es una de esas películas. Por cierto, otra más que tuvo bastantes problemas de producción, llegándose a suspender el inicio de rodaje hasta dos veces, cambiando de reparto otras tantas.

En Nochebuena, Everett Stone llevará a su novia, Meredith Morton, a presentársela a su familia, la cuál está llena de personajes muy curiosos. En un principio no será bien recibida, lo cual poco a poco, provocará situaciones de lo más incómodo, que desembocarán en otras no esperadas. Y todo dará un vuelco cuando entre en escena Julie, la hermana de Meredith, y que a todos cae bien.

En cuanto a personajes y a historia, podríamos decir que toma referencias del cine del gran Frank Capra. Esa familia parece sacada de 'Vive Cómo Quieras', aunque en la época actual, por supuesto, que los tiempos han cambiado muchísimo. En cuanto a la puesta en escena, su director, Thomas Bezucha, se aparta totalmente de los cánones establecidos por el actual cine comerial, optando, muy inteligentemente, por una narración más clásica. Ahí ya no se parece en nada a Capra, si no que tiene un estilo propio.

Bezucha, con mano firme, nos va haciendo un retrato de una familia en la que casi todos sus componentes tienen cosas que ocultar, y que poco a poco, irán destapándose, para sorpresa de todos. Aunque algunas de las situaciones nos sepan a ya vistas, o nos las veamos venir, el director las filma con una más que aceptable elegancia, rehuyendo en todo momento el tópico, en lo que se refiere a cargar las tintas en determinados momentos. Por ejemplo, los elementos dramáticos, no están sobrecargados, con lo que resultan mucho más efectivos, y no caen en la sensiblería. Al igual que los instantes en los que nos enteramos de cosas importantes; instantes arropados por la excelente partitura de Michael Giacchino.

Hay que decir, en cambio, que la película fracasa en lo que se refiere al personaje de Dermot Mulroney, tan mal actor cómo siempre. Muchas de sus acciones no son comprensibles y no nos creemos sus decisiones finales. Lo mismo le ocurre al personaje que interpreta Claire Danes, el cual está metido prácticamente a calzador. Todos los demás están perfectos; desde Rachel McAdams, que acabará siendo una gran actriz, en el papel de tía borde; Sarah Jessica Parker, en el papel de Meredith,y cuya evolución es definida perfectamente por la actriz; Luke Wilson, del que sólo voy a decir que no molesta, y que suelta una frase muy divertida en un momento bastante tenso; Craig T. Nelson, un eterno y maravilloso secundario de los 80, cómo el patriarca de la familia, casado con Sybil Stone, a quién interpreta una estupenda Diane Keaton. Ella protagoniza dos bellísimos momentos, muy breves, pero especialmente emotivos, a lo que ayuda su interpretación, llena de sutiles miradas, gestos únicos y un saber moverse en la escena, envidiable. Es el personaje más importante de la película, por una poderosísima razón, que no voy a desvelar; y donde el film alcanza sus cotas más altas, porque incluso cuando ella no está en pantalla, su presencia se hace latente, debido al enorme peso que tiene en la narración.

Una película muy buena, llena de buen humor, que no divertida, y emotiva. Algunos, en su ignorancia, la tacharán de todo lo contrario, usando todo tipo de descalificativos. Lo cierto es que es una muestra más (ya son cuatro) de que el primer trimestre del año promete. En este caso la satisfacción es doble, ya que no me lo esperaba.

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