La taquilla de ‘La brújula dorada’ ha sido decepcionante. El análisis de mercado previo hacía prever una horquilla entre los 30 y los 50 millones de dólares, lejos de los 65 de ‘Las crónicas de Narnia’ y, por supuesto, más lejos aún de los 102 de ‘Harry Potter y el cáliz de fuego’. Esto se debía tanto a cierta saturación del mercado – mucho 'Narnia', 'Terabithia', 'Signos de la luz'... – como a la cohabitación con ‘Beowulf’.
Al final, el resultado ha sido de 28 millones en Estados Unidos, similar al de la película de Zemeckis y en primer puesto de taquilla, pero por debajo de las peores estimaciones de sus productores. De momento, dentro de New Line, la consigna es “Está por debajo de las expectativas, pero no se trata, ni mucho menos, de una debacle”. Otras personas dentro de la productora, por su parte, siguen guardando un incómodo silencio.
Ahora, sólo les queda esperar que la curva de explotación de la película les dé una grata sorpresa – rara vez ocurre – o que el mercado internacional consiga eclipsar al norteamericano. Mientras tanto, se produce la clásica pregunta entre los expertos en marketing: ¿Por qué ha ocurrido esto?
Una de las respuestas apunta tanto a lo complejo de las fechas de estreno como a las expectativas poco realistas respecto a “llenar el vacío” dejado por ‘El señor de los anillos’ o ‘Harry Potter’. Sin embargo, otro debate me ha llamado más la atención: el ateísmo del autor literario Philip Pullman y la airada reacción de muchos colectivos cristianos: una franquicia de “fantasía atea para niños” es algo que no se puede tolerar.
Hay quien dice que la controversia religiosa no afecta en absoluto a una película. Si acaso, aumenta su taquilla. Para ello, citan ejemplos como el reciente éxito de ‘El código Da Vinci’. Sin embargo, creo que el material literario de partida no es comparable: la obra de Dan Brown es el bestseller más importante de los últimos años, cosa a la que ‘La brújula dorada’ no se acerca remotamente.
Pero la diferencia que más influye aquí es que, mientras Da Vinci es para adultos, 'La brújula dorada' parece más dirigida a niños y son los padres quienes tienen que tolerar que sus hijos vean algo ateo. Muchos grupos religiosos norteamericanos han sido especialmente activos a la hora de hacer una intensa campaña vía e-mail desaconsejando a los padres el llevar a sus hijos a ver este film. Y es obvio que ha tenido efecto.
En Estados Unidos se toman muy en serio estos desafíos y, ante el riesgo de que nadie se atreva a acercar a sus hijos a la sala, los exhibidores se niegan a proyectar la cinta. Recordemos una película despellejada y boicoteada en los USA: ‘Showgirls’. Lo relevante del film de Verhoeven es que tenía un gran presupuesto, era de una major y de un director de éxito que no tenía miedo a ser estrenada con la temida calificación ‘R’. Todo un desafío al sistema de censura norteamericano que fracasó estrepitosamente.
Este activismo no se produce en Europa a esos niveles y ahí están los resultados: en el Reino Unido, la taquilla del primer fin de semana ha sido de 18 millones la cual, agregada al resto de los países – salvo Estados Unidos – en los que se ha estrenado llega al total de 55 millones. Esto, además de ser una buena noticia para quienes queremos ver cómo continúa la trilogía, es una prueba del peso que han tenido esas campañas cristianas en contra del film. Parece un cierto efecto ‘Alexander’: la película de Oliver Stone logró ser viable renunciando casi por completo a la taquilla norteamericana (país que, por cierto, despellejó críticamente la película).
Por supuesto, existen otros factores aparte del religioso: el aspecto de los tráilers y carteles da la impresión de que el film sea mucho más cursi y ñoño de lo que en realidad es —osos polares, hadas, vestidos dorados, una niña tan "repollo", etc…— y este engaño perjudica el éxito de taquilla. La calidad o falta de ella de la película, aparte de ser algo subjetivo, no es un factor, pues hemos visto triunfar películas muy poco interesantes por dar con el género adecuado y hacer una gran promoción.
Considero que, si catequesis como ‘Narnia’ y ‘Un puente hacia Terabithia’ tienen derecho a existir, también lo tiene el ateísmo de ‘La brújula dorada’. El “Magisterio” es la perfecta definición de un estado totalitario teocrático que condena el descubrimiento de la realidad a través de métodos científicos. SPOILER: el Magisterium extirpa los Daemons a los niños con la excusa de protegerlos, es decir, les quita las ilusiones y la verdadera personalidad para convertirlos en robots que obedezcan mandamientos y se comporten de forma temerosa. FIN DEL SPOILER.
Las recomendaciones a padres han sido exageradas, pues el film no ha juzgado necesario decir las cosas explícitamente mientras le meten al público el dedo en el ojo, por lo que los niños muy pequeños probablemente no encontrarán esas críticas a la Iglesia y los padres religiosos no tendrán por qué temer que sus hijos la vean. Además, el primer libro es el más ligero de la trilogía: lo bueno – y lo denso, y lo polémico – está aún por llegar.
Por ese motivo, espero que ‘La brújula dorada’, con todos sus defectos, pueda ganar los muchos desafíos a los que se enfrenta para poder ver dos películas que serán mucho mejores. Y también espero que la taquilla del resto del mundo demuestre a ciertas mentalidades norteamericanas que ya no pueden marcar las reglas del juego: que cada persona pueda expresar sus opiniones no es el fin del mundo, sino el fin del mundo de algunos y el comienzo de uno nuevo y mejor.