'Flightplan', Jodie Foster y el avión del pánico

'Plan de Vuelo, Desaparecida' es el título que aquí se le ha dado a la última película protagonizada por Jodie Foster, quien hacía más de dos años que no intervenía en una película como protagonista, ya que en 'Largo Domigo de Noviazgo' tenía un papel secundario y no acreditado, y la verdad, eso es demasiado tiempo para aquellos a los que nos gusta ver a una buena actriz en pantalla.

Dirigida por Robert Schwentke cuenta cómo una mujer tras la muerte de su marido, decide irse del país en el que está (Alemania), y coge un avión con su hija de seis años. En pleno vuelo su hija desaparece y para buscarla pondrá todo patas arriba, incomodando a la tripulación y a los pasajeros, sumándose el hecho de que nadie en el avión se acuerda de haber visto con anterioridad a esa niña.

Nos encontramos pues, ante la clásica historia de suspense, bebedora en cierta parte de la famosa película de Hitchcock 'Alarma en el Expreso', y cuya acción se desarrolla en un espacio limitado. Hay que decir también que esta película se parece bastante a 'La Habitación del Pánico' con la que tiene puntos en común; sólo hay que cambiar una casa por un avión y ya está, bueno, y añadir algo así como 425 personas más (los pasajeros). Sin llegar a la maestría de las películas de Hitchcock y Fincher, el film es un entretenimiento bastante digno, realizado con soltura y eficacia, a pesar de que no puede evitar caer en algunos tópicos, tanto de guión como en cuestión de personajes.

De hecho, las dos cosas que le impiden ser una gran película son que, en un momento dado de la historia, cuando se descubren todas las cartas del misterio, la película tiene una bajada de ritmo bastante grande, bajando también el interés del espectador. Y también que uno de los personajes principales a parte de estar mal interpretado cae en el tópico más absurdo y en los errores argumentales de siempre en este tipo de producciones.

Evidentemente, la película tiene cosas buenas, como toda la puesta en escena de su director, realmente elegante con movimientos de cámara ejemplares desplazándose por todo el interior del avión y siguiendo a los personajes permitiéndose además jugar con los espejos y sus reflejos de forma muy curiosa.

Y lo mejor de todo el film es la gran Jodie Foster, una actriz todoterreno que, con rasgos mínimos compone todo un personaje, esa madre angustiada por la desaparición de su hija se apodera de la pantalla en cuestión de segundos, convirtiéndose en la reina de la función. Ni que decir tiene que la actriz está fantástica, sus miradas, gestos, expresiones y cómo domina cada uno de sus estados de ánimo, son todo un recital y en esta película sobresale sobre todas las demás cosas; además conecta rápidamente con el espectador hasta el punto de que uno llega a pensar que sólo ella podría hacer ese papel (bueno, y Sigourney Weaver).

Le acompañan en su aventura aérea, Sean Bean, interpretando al comandante de vuelo, un personaje un pelín desaprovechado; Peter Sarsgaard, que aquí está peor que nunca, como si estuviera incómodo en su papel; y Erika Christensen, que hace de asiento de pasajeros, no, hace de puerta de los lavabos, bueno, no sé, está de adorno.

Una película que con sus defectos logra que el espectador se interese por lo que pasa y se lo pase bien, y eso en los tiempos que corren ya es suficiente.

Portada de Espinof