21 septiembre 2007, 06:40
Actualizado 21 septiembre 2007, 11:21
Disturbia, de D.J. Caruso. Suelo escribir estos "estrenos" semanales sin haber visto (y en la mayoría de los casos, jamás ver) ninguna de las cintas que se estrenan. Una que otra, sí, pero en general, paso de esas cosas que últimamente Hollywood está produciendo como chorizos. Pero esta es la excepción. Disturbia. Justo la vi anoche. Solamente por curiosidad. "Vamos a ver cómo plagian Rear Window", me dije. Y coincido casi plenamente con la crítica de Red Stovall: después de unos primeros 5 minutos prometedores, que casi parecen sacados de otra película, y que hasta dan la impresión de que nada tuvieran que ver con el resto, la cosa se convierte en un aburrimiento atroz. Infumable.
Qué tan lejos, de Tania Hermida. Bonita sorpresa encontrarme a "la" Tania aquí. Y no sólo eso, sino enterarme de que su ópera prima, Qué tan lejos, fue un verdadero exitazo de taquilla en su tierra, Ecuador: 200 mil espectadores, 24 semanas de exhibición. No lo sabía. Hermida y yo estudiamos cine a principios de los 90 en la Escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba. Su primer filme es una modesta producción, una road movie de bajo presupuesto y alto entusiasmo. La historia tiene como protagonistas a dos mujeres, una española (Tania Martínez), otra ecuatoriana (Cecilia Vallejo). Esperanza, la española, llega a Ecuador con la intención de conocer el país. Teresa, la ecuatoriana, se le presenta como Tristeza, se le une mientras espera encontrarse en el camino con el chico al que ama. Ambas deben hacer autostop para llegar a sus destinos, ya que el país atraviesa una gran huelga de transporte. Ah, cómo quiero ver esta película.
Guardianes del Día, de Timur Bekmambetov. Quienes hayan visto
Guardianes de la Noche, la anterior entrega de la trilogia más exitosa del cine ruso, ya saben de qué va la cosa. Hay una guerra entra las fuerzas de la Luz y la Oscuridad, la excusa perfecta para hacer gala de toda clase de efectos especiales tan espectaculares como innecesarios. En esta segunda parte, cada bando ha ganado un potente Gran Otro (estoy citando casi al caletre una sinopsis que he encinta por allí). Anton Gorodetsky no puede evitar involucrarse. Egor, su hijo, se ha sumado a las Fuerzas de la Oscuridad (cualquier parecido con El lado oscuro es mera coincidencia, en serio). Svetlana, el interés romántico de Gorodetsky, es el símbolo de la la esperanza de la Luz. Acusado de un crimen que no cometió, Anton huye. Sólo la ancestral Tiza del Destino podrá salvarlo. El problema es que alguien perdió la bendita Tiza hace cientos de años. Uff. Y todavía hay descarados capaces de quejarse de que a David Lynch no lo entiende nadie.
Transylvania, de Tony Gatlif. Sí, está protagonizada por
Asia Argento, pero no, que no, que no es de vampiros señores. La cinta cuenta la historia de Zingarina (este nombre hará las delicias de los espectadores en varios países latinoamericanos, os cubanos a la cabeza), una joven que llega a Transilvania (Rumania) en busca del joven que ama. Pero cuando lo encuentra, en plena fiesta pagana (no sé si con esto, el autor de la sinopsis se refiere a una especie de bacanal), el hombre la manda a freir monos. Dolorida, Zingarina, perdonen que me ría, se topará con el solitario y libre Tchangalo.
A la colega Teresa le encantó esta película.
Voces Inocentes, de Luis Mandoki, cuenta la historia de Chava, un niño salvadoreño que a pesar de sus cortos 11 años, se debate entre el amor hacia una compañera de clases, y el deber que le impone su gobierno: el de unirse al ejército en su guerra contra los rebeldes del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Corren los cruentos años del conflicto civil en el pequeño y paupérrimo país centroamerciano y Chava lucha por conseguir un trabajo para ayudar a su madre a pagar las cuentas.
Años atrás vi una película de Mandoki. Gaby, se titulaba aquel melodrama con fuertes tendencias lacrimógenas. Esperamos que Voces Inocentes no incurra en lo mismo. Aunque tiene toda la pinta de que sí... Ya nos dirán...
Sin Reservas, de Scott Hicks. Catherine Zeta-Jones protagoniza esta comedia romántico gástrica, así que ya se podrán ir imaginando lo que vendrá a continuación. Zeta-Jones interpreta a una cheff, seria y circunspecta hasta la rigidez espartana, su vida cambia cuando a su cocina llega Nick (Aaron Eckhart), un melómano y extrovertido ayudante de cheff, quien se gana a todos en el restaurante.
Zeta-Jones parece escoger con cuidado sus películas: sin grandes ambiciones, completamente inofensivas y muy, muy aburridas. No sé si será éste el mismo caso. ¿Alguno de ustedes ya la ha visto? ¿Qué opinan?
Los Testigos, de André Téchiné transcurre en aquellos aterradores días de comienzos de la epidemia de SIDA, en 1984. Es la historia de Manu y Julie, dos jóvenes sin un duro en sus bolsillos que comparten una habitación de un hotelucho en parís. manu se hace amigo del cincuentón y adinerado doctor Adrien, quien le abre los ojos. En un paseo en lancha y por intermediación de Adrien, Manu conocerá a Sarah y Mehdi, una joven pareje que acaba de tener su primer hijo.
Y entonces irrumpe el SIDA, la plaga moderna vergonzosa de los medios y la histeria colectiva, y altera sus vidas.
Tráiler de 'Los testigos', de André Téchiné.
Salir pitando, de Álvaro Fernández Armero. Vaya título gracioso el de esta película. El filme de Fernández Armero cuenta las desventuras de un árbitro de futbol caído en desgracia: abandonado y engañado por su mujer, deprimido, acusado por el mundo del deporte de ser un vendido y metido por su mejor amigo en un descomunal lío, el pobre José Luis Pérez tiene tan sólo 90 minutos, los 90 minutos del partido de Primera División que debe arbitrar, para cambiar su mala suerte y su fatal destino.
Protagonizan, entre otros, Guillermo Toledo, Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, Nathalie Poza, Lidia Navarro, Chiqui Fernández, Alex O'Dogherty y Joseph Compte.
¿Y tú quién eres? de Antonio Mercero cuenta la historia de un hombre acechado por el Alzheimer. Ricardo, quien se hospeda en una residencia mientras sus hijos y nietos están de vacaciones veraniegas, conoce a Andrés, su compañero de habitación. Juntos rememoran viejos tiempos. Pero la enfermedad del olvido pende sobre Ricardo como una espada de Damocles.