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'El Cielito', perdiéndose en las nubes

Ya he dicho alguna vez que las producciones argentinas, por norma general gozan de mi simpatía. Quiero decir que me vale que sean de allí para ver una película, no necesito más. Creo que comentando 'Iluminados por el Fuego' fue cuando dije eso, y fue curiosa la reacción de un argentino que nos lee desde allá, que me decía que le chocaba leer eso, añadiendo que allí solían renegar de su cine, o que la mayoría de los títulos eran rechazados porque no sabían apreciar lo suyo. Vamos, parecido a lo que nos sucede a los españoles con nuestro cine. Ya se sabe, nadie es profeta en su tierra, un dicho que sólo funciona en determinados países, por lo que veo. 'El Cielito' es la útlima película que nos ha llegado de aquellas tierras, una coproducción con Francia, país que "sólo" ha puesto parte del dinero.

Félix es un joven marginado y vagabundo que un día llega a un pueblo interior de Argentina, donde por casualidad (eso que no existe) conoce a Roberto, quien le ofrece la oportunidad de trabajar en su chacra donde vive con su mujer Mercedes y su hijo pequeño Chango. Allí descubrirá que en el matrimonio hay mucha tensión y violencia, mientras que él siente la necesidad de proteger al pequeño de tal violencia. Entre ambos surgirá una relación paternofilial.

La película ha sido dirigida por María Victoria Menis, quien también es coguionista. La verdad es que se esfuerza bastante por plasmar ciertas ideas argumentales que no están nada mal, como los recuerdos infantiles del protagonista. Y esos momentos son de lo poco salvable en una película que por otro lado se pierde literalmente entre las nubes. Las nubes de un cielo añorado, anhelado, soñado. Una idea que en sí misma está muy bien, es muy bonita, pero que llevada a la pantalla de la forma en la que lo han hecho resulta ser bastante fallida, por no saber enfocarla, y sencillamente por no saber narrar una historia en apariencia sencilla, aunque nos hable de muchas cosas como la soledad, el rechazo, el amor fraternal o el desamor. Todas esas cosas que lleva implícitas la historia de la película se pierden en un quiero y no puedo, por culpa quizá de querer abarcar demasiado, y meter tantos elementos en una historia tan pequeña. Y todo eso sumado a que el ritmo de la película es realmente desesperante, llegando a poner a prueba la paciencia del espectador en la primera media hora de metraje, en la que prácticamente no pasa nada. Demasiado tiempo para luego querer arreglarlo, cosa que podría haber sido posible si la directora no se parara con planos que no llevan a ningún lado aunque funcionen por sí solos. El film se resiente en su parte final, donde la historia llega a un punto en la que simplemente no avanza y la resolución casi es de risa. Pero no proque produzca gracia lo que se cuenta, que se intenta que sea terrible, sino porque está mal resuelto y no viene a cuento lo que sucede en la película. Parece que no se les ocurrió nada mejor y optaron por una forma muy cómoda para terminar la película.

Podría decirse que los actores cumplen con corrección. Leonardo Ramírez, el protagonista, por momentos un poco inexpresivo pero no importa demasiado, es un mal menor comparado con los grandes errores del film. Darío Levy y Mónica Lairana interpreta al sufrido matrimonio, y están bastante bien, sobre todo ella, quien transmite perfectamente el dolor interno de una mujer infeliz y no deseada. Pero quien a mi juicio se lleva la palma es el jovencísimo Rodrigo Silva, quien enamora literalmente a la cámara. No sé si el crío era consciente de que estaba interpretando, supongo que no, pero ese crío se merece un premio. Se come al resto del reparto. Sus apariciones en pantalla son lo mejor de la película.

Un film muy flojo, bastante decepcionante. No sé si ha tenido éxito en su país de origen. Aquí desde luego está condenado al fracaso y al olvido. En este caso y muy a mi pesar, es merecido.

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