El viernes pasado mi compañero Carlanga se preguntaba si con Yo soy la Juani repetiría Bigas Luna el milagro de Jamón, jamón, Huevos de oro, y La Teta y la Luna, yo añadiría a la lista Son de Mar, pero retomando la pregunta puedo decir que sí, que se ha producido el milagro, al menos por mi parte yo he conseguido disfrutar con esta película tanto como con las anteriores.
Si algo ha llamado la atención en Yo soy la Juani ha sido la insistente promoción que se ha llevado a cabo desde el momento en que al director se le ocurrió montar un super casting itinerante para encontrar a una auténtica musa de extrarradio. Tuning, hip-hop, ropa provocativa, tatuajes y piercings han formado una nube alrededor del film que puede repercutir positivamente en la taquilla entre los aficionados a estos temas, por también corre el peligro de asustar al resto.
¡No temáis! Si bien los créditos iniciales (en los que hay que estar muy atento porque no vuelven a repetirse al final), se componen de un despliegue de música e imágenes que harán las delicias de los más puestos en materia, la historia de la Juani en realidad no tiene época, género, ni edad, ya que cualquiera que haya tenido alguna vez el sueño de cambiar su vida con la intención real de cumplirlo, podrá sentirse identificado.
Una sencilla historia de superación personal, amistad y desamor, que consigue emocionar y entretener a partes iguales. En esta ocasión Bigas Luna no se prodiga tanto en excesos (excepto en algunos momentos oníricos) y reserva las provocaciones para los efectos visuales, que fluyen entorno al relato dotándolo de la chispa y magia necesaria para escaparse de lo convencional.
También sorprende gratamente el personaje de la Juani, una chica segura de sí misma, inteligente, valiente, luchadora, que cansada del entorno que la rodea y del futuro que se le presupone, decide cambiar de rumbo con esa esperanza inocente que solo nos acompaña durante la adolescencia.
Verónica Echegui está simplemente estupenda en el papel. Desvergonzada pero también tierna y divertida en muchas ocasiones, forma un tándem perfecto con Laya Martí que interpreta a su amiga del alma, con la que se atreve a viajar a Madrid, para conseguir ser actriz. Las escenas en las que están juntas son de lo mejor de la película, las dos consiguen transmitir la ilusión de las nuevas oportunidades, y el feeling de las amistades auténticas.
Dani Martín está más que correcto en el papel de novio apasionado del tunning, y los personajes secundarios, como los padres de la Juani (él era el protagonista del corto "Mi Señora") aparecen reales como la vida misma. Quizá el personaje del futbolista famoso, y algún cameo conocido resultan algo artificiales, pero tampoco perjudican el resultado final.
En definitiva, aunque mi entusiasmo me podría tener escribiendo sobre la Juani hasta mañana, una película que vale la pena ver, bien narrada, original en las formas, (por algo lleva años Bigas Luna experimentando), con una banda sonora potente y personajes auténticos, que seguro que quedará como el inicio perfecto para una actriz que promete, Verónica Echegui, a quién podremos ver pronto en El menor de los males.
Sólo me queda decir ¡Viva la Juani!